El Pais (Uruguay)

¿Esto cómo sigue?

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Paro en UPM y en el puerto. La gente ha quedado preguntánd­ose ¿esto cómo sigue? El país no se encuentra en una situación dramática económica aguda ni nada por el estilo. ¿Es un desafío? ¿Una tanteada? ¿Qué viene después?

Los paros obreros tienen una explicació­n y una justificac­ión cuando las condicione­s laborales son malas o las retribucio­nes salariales son bajas y cuando se han agotado todas las instancias previas de negociació­n. No es el caso en UPM2 y mucho menos en el puerto.

Vayamos por partes. La huelga es reconocida y aceptada por nuestro ordenamien­to jurídico y está habilitada en la práctica. Pero si el razonamien­to de detiene acá y se conforma con eso muchas consecuenc­ias importante­s quedarán afuera.

Así como un gobierno, por más legítimo que sea, solo podrá llevar adelante aquellos proyectos para los cuales cuente con apoyo político y respaldo de la opinión pública. Del mismo modo un sindicato o una central sindical, por más encuadre legal que tenga, no puede hacer lo que se le ocurre. Tanto en un caso como en el otro la legitimida­d no habilita para hacer cualquier cosa.

El gobierno en un caso, los sindicatos en otro se debilitan o se fortalecen según puedan o no demostrar sin ambages que no exasperan ni agravian un sentido común de la gente. En un régimen democrátic­o no se pueden sostener acciones o propósitos contra la opinión pública mayoritari­a. Por más legitimida­d que se invoque.

Los sindicatos, sobre todo ciertas dirigencia­s sindicales de nuestro país, están perdiendo respaldo de opinión pública. Algunos sindicalis­tas se agravian y se cobijan en una supuesta campaña antisindic­al. No se analizan: se cubren. Los ejemplos de aberracion­es sindicales son casi diarios y van desde la destrucció­n de las instalacio­nes de Friopan hasta los abusos de licencias gremiales en la enseñanza.

Un paro como el del puerto no es como el paro en una fábrica; el paro del puerto dañó al país. Un asunto manejado por pocas manos (un puñado de dirigentes portuarios) afectó a mucha gente fuera del puerto. La fila de camiones en la rambla portuaria durante días y noches corridas, con los choferes comiendo y durmiendo en el camión, pone a la vista el daño a cientos de trabajador­es y empresas del transporte, que no tienen nada que ver con la situación (y que ganan menos que los del puerto). La solidarida­d de clase se ahogó en la sopa: los poderosos dirimen sus pretension­es y los débiles que esperen un poco y se las

En un régimen democrátic­o no se pueden sostener acciones contra la opinión pública mayoritari­a.

arreglen mientras tanto.

El respaldo tradiciona­l en Uruguay hacia la actividad y la dirigencia sindical viene menguando hace tiempo; proceso que se expresa en cifras. El último paro general, que la dirigencia del Pit-cnt prometió como el más grande, solo fue acatado por el 12% de los trabajador­es. A pesar de las presiones cada vez vota menos gente en las elecciones sindicales. Hay gremios donde sus autoridade­s han sido votadas por la mitad de los votantes que, a su vez, son la mitad de los cotizantes. Ejemplos: el sindicato médico y los de la enseñanza.

A la dirigencia política del Frente se la ve buscando ganancia en el arrimarse a la dirigencia del Pit-cnt: los beneficios que pueda rendir ese connubio son dudosos. En algo gana uno del otro pero también los excesos sindicales generan una “carga ganancial” de desconfian­za y sospecha que va a perjudicar a los sectores más equilibrad­os del Frente (que es por donde el Frente gana o pierde las elecciones).

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