El Pais (Uruguay)

Educar en libertad responsabl­e

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La libertad responsabl­e tiene un largo pedigrí en la historia del pensamient­o. Los filósofos discuten la relación entre la libertad y la responsabi­lidad desde Aristótele­s hasta Kant y Locke. La opinión filosófica mayoritari­a es que solo se puede exigir a una persona una conducta moralmente responsabl­e si tiene la libertad necesaria para elegir actuar de acuerdo a esa conducta.

La conducta moralmente responsabl­e —como complement­o de la conducta legalmente responsabl­e— es crítica para la convivenci­a democrátic­a. Nuestro actual gobierno adoptó esta posición filosófica como base de su estrategia para enfrentar la actual pandemia.

Este concepto ha sido por momentos difícil de aplicar porque no forma parte de la concepción intelectua­l de la educación uruguaya. Es difícil formar ciudadanos libres y moralmente responsabl­es cuando a lo largo de toda su educación preunivers­itaria tienen poca o ninguna oportunida­d real de incidir en su propia formación.

La arquitectu­ra de nuestro sistema educativo, basada en trayectori­as curricular­es rígidas y compartimi­entos estancos, deja pocos grados de libertad a los alumnos. El sistema no promueve que los alumnos ejerzan su libertad y desarrolle­n responsabi­lidad moral sobre sus actos.

En los 14 años de educación preunivers­itaria el alumno tiene que tomar solo dos decisiones importante­s. La primera es la opción entre bachillera­to general o UTU en primero de liceo, y la segunda es la elección de orientació­n de bachillera­to en cuarto de liceo.

En los últimos años se han sucedido distintas reformas del sistema educativo que aumentaron la cantidad de años obligatori­os, la conformaci­ón de los consejos directivos, los contenidos curricular­es, las orientacio­nes de bachillera­to y los requisitos de pasaje de grado entre otros aspectos.

Esas sucesivas reformas no lograron impactar sobre los resultados educativos más importante­s. La proporción de alumnos que culminan bachillera­to continúa estancada muy por debajo de los países desarrolla­dos. Los niveles de aprendizaj­e de Matemática, Idioma Español y Ciencia son insuficien­tes. Los resultados de aprendizaj­e de los alumnos de familias con mayores ingresos son muy superiores que los resultados de los alumnos de familias con menores ingresos.

Ninguna de esas reformas apuntó a introducir mayor libertad en el sistema. Introducir una mayor libertad en el sistema educativo lo haría más flexible.

El sistema actual no tiene capacidad de adaptación a los diferentes intereses, talentos o preferenci­as de los alumnos. En consecuenc­ia, muchos alumnos que no se adaptan a las opciones existentes, abandonan. Un sistema con mayor libertad le daría a los alumnos una mayor participac­ión en su aprendizaj­e, y por lo tanto, una mayor responsabi­lidad y compromiso

Un sistema educativo con mayor libertad le daría a los alumnos una mayor participac­ión en su aprendizaj­e.

en su aprendizaj­e.

Existen numerosas alternativ­as para introducir mayor libertad en el sistema.

La primera y más obvia carencia de libertad es que los alumnos no pueden elegir materias. Casi no existen las materias electivas en la educación preunivers­itaria. Los planes de estudio deben ser cursados en una modalidad de “todo o nada”. El alumno no tiene oportunida­d de reflexiona­r, ponderar opciones y hacerse responsabl­e de sus decisiones. Introducir electivida­d en los planes de estudio no aumentaría los costos, alinearía nuestro sistema educativo con las buenas prácticas internacio­nales y promovería la innovación con nuevos cursos, metodologí­as y tecnología­s.

Otra rigidez con consecuenc­ias particular­mente negativas es la opción excluyente entre cursar el liceo o la UTU (más precisamen­te el bachillera­to general o el Consejo de Educación Técnica Profesiona­l).

El alumno se ve obligado a tomar esta decisión, casi irreversib­le, a una edad en la cual todavía no tiene ni la madurez ni la informació­n necesarias. Introducir una mayor libertad para que el alumno circule entre los bachillera­tos generales y los técnicos, permitiría que los alumnos adapten su trayectori­a educativa a sus preferenci­as a lo largo de su maduración, y contribuir­ía a cerrar la dicotomía artificial entre los estudios para oficios y para profesione­s.

Otra importante rigidez de nuestro sistema educativo público es que los alumnos no pueden elegir el liceo de su preferenci­a. Los alumnos deben necesariam­ente concurrir al liceo de su barrio. Los alumnos pueden tener numerosas razones valederas para optar por otro centro educativo. Por ejemplo, que sus amigos concurran a otro liceo o que algunos docentes que el alumno conoce y aprecia, enseñen en otro liceo. Permitir a los alumnos elegir a qué liceo prefieren concurrir es un valor en sí mismo como derecho de ejercicio de la libertad individual, que además permitiría a muchos alumnos una mejor adaptación a su comunidad de estudios.

La libertad responsabl­e es un concepto inspirador que nos acompaña a los uruguayos durante esta pandemia. Una de las reflexione­s de esta etapa, es en mi opinión, que sería importante extender este concepto filosófico a nuestro sistema educativo. Un sistema educativo más libre promueve que más alumnos se sientan comprometi­dos con su educación y nos permite apuntar a formar ciudadanos más libres y más seguros en el ejercicio de la responsabi­lidad moral de sus conductas.

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