Señal de ajuste
El área agrícola avanzará, pero seguramente de una manera más cautelosa si se mira el escenario actual.
NICOLÁS LUSSICH
Mientras la economía global avanza para dejar atrás la pandemia, los mercados de varios productos internacionales muestran subas por la mayor demanda y las dificultades logísticas. Sin embargo, los granos han ido a contramano: las buenas cosechas que se concretan en los EEUU (mayores a lo esperado) le han impuesto un factor bajista al mercado, al proyectarse mayores stocks. A modo de ejemplo, un año atrás, se proyectaba una relación stock / consumo global para la soja de 23% para esta zafra; la nueva estimación está en 27%. Algo similar sucede en maíz. El trigo tiene una dinámica de oferta / demanda diferente, pero tiende a acompañar, a grandes rasgos, al precio del maíz, al tener una vinculación por su uso forrajero.
Así, los precios tuvieron una apreciable corrección desde valores récord entre abril y junio, a valores menores hoy. En el caso de la soja el descenso en Chicago fue de un eje de 520 Us$/ton a unos 440 Us$/ton hoy, una caída de 15%. Es una corrección importante, aunque los valores siguen siendo muy buenos. Sin embargo, los costos vienen en suba: el precio del petróleo sigue avanzando ante un escenario energético global alcista, con la llegada del invierno en el hemisferio norte que implica una mayor demanda de energéticos. Parece difícil evitar una nueva suba en los combustibles. El precio de la energía eleva también los precios de fertilizantes y agroquímicos, que han avanzado de manera impactante en los últimos meses. Los problemas logísticos acentúan las dificultades de la oferta y elevan aún más los precios de fletes e insumos.
Así las cosas, los márgenes de los cultivos se vuelven más estrechos y hay que hacer muy bien los números, si bien la mayor parte de las empresas compraron los insumos antes de las recientes subas. A su vez, la ganadería está en un momento inédito, con valores récord y una faena que se sostiene en niveles muy altos y puede marcar un máximo histórico este año. Con esta firmeza de la ganadería -y con el factor adicional de una Niña amenazante- las posibilidades de avance de la agricultura (en especial de la soja) no son tan abiertas como en el anterior ciclo de expansión 2006-2014, especialmente en áreas mixtas. Plantar soja en zonas de rendimiento medio, más alejadas de los puertos, ha perdido atractivo ante una ganadería pujante. Más aún cuando los rendimientos sojeros no han mejorado tanto como sí lo han hecho otros cultivos.
LEVANTANDO PISOS. Con este escenario el área agrícola avanzará, pero seguramente de manera más paulatina y cautelosa, lo cual -desde cierto punto de vista- es positivo: los cultivos requieren un esquema de producción sostenible, una rotación viable para rendir globalmente, más allá de la ecuación cosecha a cosecha. En este marco, además de la búsqueda de nuevas áreas de expansión -lo que es permanente- la agricultura hace cada vez más énfasis en su productividad, donde hay avances notables pero también cuentas pendientes. El maíz, trigo, cebada y arroz, han tenido un aumento sostenido en los rendimientos, que hoy están en niveles máximos históricos. La soja, en cambio, avanzó poco, lo cual es una paradoja dado que fue la “punta de lanza” de la expansión agrícola en Uruguay en las últimas décadas.
En lugar de verse el asunto como un problema, puede ser una oportunidad.