En los debates pesa la habilidad del orador
Un conflicto particular son los debates. En este caso la «pelea» es intelectual. Se debaten pensamientos y opiniones. Se intenta argumentar hasta probar un punto y triunfa el que persuade o probar posición a la audiencia. Introduce el arte de la retórica donde pesa la habilidad de los oradores. Las partes pueden recurrir a argumentos racionales, éticos o emocionales. Suele haber un moderador que regula el tiempo de participación de cada uno. Al igual que la competencia, es una forma pacífica de resolver conflictos. Es habitual que haya debates en el lugar de trabajo, en un juzgado o políticos. En muchos casos escala hasta convertirse en discusiones.
Se podría decir que una discusión es un debate acalorado. La principal característica es que juegan elementos emocionales y se superan las barreras del respeto mutuo. Las reglas son más difusas y se va cayendo en un «todo vale» que puede incluir sarcasmo, insultos e incluso la agresión física y transformarse en una disputa. El oponente alcanza el grado de enemigo. Triunfar es necesario porque, en general, los participantes necesitan “salvar el honor”. Además de la dignidad, se discute por recursos, un puesto o cualquier cosa que implique un fuerte impacto en la vida de los contendientes y la organización.
Consideramos una disputa como un debate que se da entre grupos. Son diferencias que «están en el ambiente» y que suelen tener un fuerte componente ideológico. Lo que se disputa es “tener la razón” con la intención explícita de conseguir el poder para imponer a los otros la moral propia. No hay reglas claras y se busca desprestigiar al opositor con los medios que sean necesarios, muy en especial el sarcasmo y el humor. Las redes sociales han exacerbado las disputas entre grupos de ideologías opuestas. No hay muchas posibilidades de acuerdo ya que la intención es imponerse sobre el otro que es considerado un enemigo. Las posiciones son irreconciliables y es difícil que exista diálogo. Es habitual que se lleguen a ignorar o a negar hasta las evidencias objetivas que puedan presentar “los otros”, por lo que suelen abundar las teorías conspirativas. Cualquier excusa sirve para desatar la disputa. Es el origen de las «grietas». A nivel político, son reguladas por instituciones democráticas o la diplomacia, pero está presente la posibilidad de que escalen hasta convertirse en polémicas, que etimológicamente “polémica” significa guerra. Incluso en las instancias de la negociación política o diplomática “el otro” sabe que está latente la posibilidad de la guerra.