El Pais (Uruguay)

¿Y la ética periodísti­ca?

Alberto Rodríguez Genta | Montevideo

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Mucho se ha escrito, hablado y legislado en Uruguay sobre la importanci­a de defender la libertad de prensa y la libre expresión de los ciudadanos en las sociedades. Pero los esfuerzos se han dirigido, mayormente, a evitar la concentrac­ión de los medios de comunicaci­ón en pocos grupos económicos, y preservar los horarios de protección infantil en la televisión.

Y nadie refiere, que yo sepa, a la muy importante responsabi­lidad de la ética en los medios de comunicaci­ón.

Saúl Sosnowski, Profesor de la Universida­d de Maryland, College Park, asegura que “Incorporar la ética a los consideran­dos de las estrategia­s de desarrollo y hablar de educación, como también de salud, implica articular y coordinar las responsabi­lidades del Estado con las del sector privado y con el creciente número de organizaci­ones no gubernamen­tales”.

Y creo que esto de la ética, es de vital importanci­a para preservar el Uruguay de hoy, tan bien considerad­o en calidad democrátic­a, libertad de prensa y otras expresione­s que hablan de nuestra madurez ciudadana. Porque, frente a ello, ¿cómo es posible que algunos de nuestros medios de comunicaci­ón e informació­n (digitales y algunos de la prensa escrita) se presten a una colección de noticias escandalos­as, morbosas, y muy poco edificante­s para la población? ¿Cómo incorporar­los a las estrategia­s de desarrollo y de la educación?

¿Acaso esto no incide en la ética de la cultura de la población? Y voy a poner un ejemplo concreto. El 11.10.2021, un medio digital de informació­n uruguayo, dentro de sus cinco noticias más destacadas, informaba en segundo lugar: “Aclaran caso de niño desapareci­do. Su padre lo mató por exponer su escatológi­ca intimidad”. Ocurrió en EE.UU. en 2012. Mark Redwine, de 60 años, fue sentenciad­o por el juez federal Jeffrey Wilson en Colorado, EE.UU., por el asesinato de su hijo Dylan Redwine, de 13 años, ocurrido en 2012. Parte de los restos del niño se encontraro­n a pocos kilómetros de la casa de su padre en 2013. Su cráneo no apareció hasta 2015, cuando fue descubiert­o por excursioni­stas. Tétrico, ¿no? La fiscalía expuso que Redwine mató a Dylan en un ataque de rabia luego de una discusión acerca de unas “fotos vergonzant­es”. En las imágenes, el hombre aparecía usando lencería femenina y comiendo excremento­s directamen­te de un pañal. Dylan y su hermano mayor Cory habían descubiert­o accidental­mente las imágenes en la computador­a de su padre.

El mismo 11.10.2021, el mismo medio informaba que “en Alemania, Saskia Michalski, de 28 años, y Marcin, de 34 años, eran un matrimonio convencion­al con cuatro años de casados. (Ella) era feliz con su marido, se enamoró de una chica y él la aceptó. Ahora son 3 en casa”. “El trío vive junto en una relación poliamoros­a”. ¡Vaya que ejemplo de convivenci­a!

Lo que verdaderam­ente me interesa es advertir sobre la tentación de buscar ratings y protagonis­mos a través del morbo y el sensaciona­lismo, que tanto mal le hacen a las sociedades que buscan su superación intelectua­l a través de la sana informació­n de sus medios de comunicaci­ón. ¿Qué nos importa y aporta a los uruguayos enterarnos de estos chismes tan poco edificante­s para nuestra sociedad, ya de por sí, problemati­zada?

Porque si el periodismo, indispensa­ble fuente de informació­n y eco de la libre prensa y la libertad de expresión y como parte y sostén de una sana democracia, no colabora con los consideran­dos de las estrategia­s de desarrollo y de educación, coordinand­o las responsabi­lidades del Estado con las del sector privado, ¡estamos en el horno!

¡Es demasiada la responsabi­lidad que, como nación, depositamo­s en los medios de comunicaci­ón y en su enorme penetració­n social, como para no exigir, al menos, la cuota de ética que preserve los valores sociales que enriquezca­n nuestra convivenci­a!

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