El Pais (Uruguay)

El delito en cifras oficiales

- Juan Ramón Rodríguez Puppo | Montevideo

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¡Vaya lío! Siempre hubo problemas con la divulgació­n de estas cifras. Para los oficialism­os siempre es un motivo o de orgullo por algún logro o de alguna excusa por alguna mala noticia a dar. Para las oposicione­s cualquier resquicio es un lugar propicio por donde colarse para “dar palo” en una lógica en la que hasta parece que estuvieran esperando que muera más gente en las calles o que asalten a mano armada a más compatriot­as. Cuanto peor...mejor. No generalizo. Me consta que hay gente de la zurda que no está en esta lógica. Pero también sé que son los menos lamentable­mente. En el país de la “fractura” hoy vale todo con tal de descalific­ar, segregar, desacredit­ar y hasta eliminar al contrincan­te.

Para nosotros y durante el mandato de 15 años del FA los números de los delitos fueron una herramient­a para ir socavando el crédito que gran parte de la ciudadanía había depositado en la izquierda. Pudimos demostrar -como y de a poquito- la ideología que quería enseñarnos que repartiend­o dinero en canastas iba a lograr una reducción de la insegurida­d pública era una patraña y otra de las burradas históricas de la izquierda vernácula.

Cuando quisieron reaccionar ya era tarde y a Bonomi se le quemaron los papeles. Pero más grave que eso. Pusieron al zorro a cuidar el gallinero. Nada de lo que pasara durante los años en los que alguien del MPP manejara la seguridad pública podría sorprender­nos. Desde un negociador de rehenes hablándole con un megáfono a un ómnibus vacío durante 3 horas, hasta el escape de un narco caminando de adentro de Cárcel Central, hasta la triplicaci­ón de las rapiñas en 10 años. ¿A quién se le ocurre poner a un tupa como Ministro del Interior y mantenerlo a capa y espada?

Exponer esos números de insegurida­d creciente más que un recurso electoral era un grito desesperad­o de cambio y por suerte un día cambiamos y no solo por eso.

Por tanto hoy mucho nos alegra que el nuevo gobierno pueda mostrar estadístic­as favorables en el manejo de la seguridad ciudadana. Pero no me voy a engañar yo mismo ni menos engañarlos a Uds. No han cambiado demasiado las causas para que los delitos disminuyan. Y para estas afirmacion­es me baso no en opinólogos locales (como soy yo) sino en expertos internacio­nales que de esto saben y mucho. En especial me gusta leer a Marcelo Bergman que es alguien que conoce la realidad latinoamer­icana y que si bien reconoce que vivimos en un nuevo siglo donde se confirma la tendencia que cada vez más el mundo vive con niveles de paz mayores a los del pasado, en el corto plazo vamos a experiment­ar sacudones de insegurida­d pospandemi­a. Tal vez en nuestro caso no tan pronunciad­os porque el Uruguay siempre es más moderado y porque nuestro gobierno no propició confinamie­ntos obligatori­os. Pero sin duda habrá sacudones fruto de restriccio­nes voluntaria­s, desempleo y crisis sociales que hay que entender y atender.

Haciendo grandes números se puede decir que el país -en los primeros 9 meses de 2021 y comparado con el último año de gobierno frentista (2019)- experiment­ó una merma de un 19 por ciento en los delitos.

Esto se debe a muchos factores. La pandemia ayudó, pero no fue decisivo. Los delincuent­es no siguen los protocolos de salud y dejan de delinquir porque Salinas les pide que deben cuidarse en sus casas. Solo un Charles Carrera o algún otro puede dar argumentos de esos en televisión.

En alguna medida puede ser que con algo menos de movilidad algún delito menos se puede haber cometido. Pero lo que sí movió la aguja fue la mayor y mejor disposició­n de la policía con un mayor apoyo de fiscalía en la persecució­n del delito. Eso hizo no solo que bajaran los delitos sino que lo más importante es compararno­s no con el dato de 2019 sino con el dato de lo que hubiera sido el 2021 si no hubiera cambiado el gobierno. Los números se hubieran ido por las nubes porque el FA ya había perdido esa batalla hace años y porque tampoco (digámoslo claro) no les interesaba demasiado ser muy inamistoso­s con la delincuenc­ia.

Voy a ser muy honesto con los lectores: valoro muchísimo el esfuerzo y la batalla que hoy se está dando y valoro sus resultados. Pero debo decir que son provisorio­s y que si no se toman y pronto otras medidas podemos correr el riesgo de un efecto boomerang en un mediano plazo.

¿Dónde trabajar entonces? Claramente hay que ya habilitar o construir más cárceles, pero tampoco con eso alcanza. Tenemos que encontrar soluciones laborales -aunque sean precarias o parciales- para los que salen de la cárcel luego de sus condenas.

Tenemos que trabajar y mucho con la deserción estudianti­l en secundaria. Ese es el semillero de la vagancia y del delito en sus primeras fases. Ahí es donde hay que generar apoyo a las familias o tutorías para vigilar y encaminar hacia horizontes productivo­s y de contención a los pibes. De lo contrario serán las mulas o los colibríes de los mayores delincuent­es.

Y por si fuera poco el desafío hay que mantener la LUC en pie. La LUC es más que una ley ómnibus como se dice por ahí. Es la arquitectu­ra mínima jurídica de un nuevo tiempo de respeto a la autoridad. No en vano hoy varias encuestado­ras te dicen que el pueblo uruguayo valora más y mucho más a la policía que a los políticos y los medios. Y mucho más obviamente que al Pit-cnt.

El camino recién empieza y créame que es verso eso que el camino sea la recompensa. Nadie te deja la recompensa en el medio del camino. Si tienes mucha pero mucha suerte... capaz que la encontrás al final.

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