El Pais (Uruguay)

Liceales y dichos que agravan el ACOSO

Comparten chismes y amenazas en las redes que ya han ocasionado golpizas

- MARIÁNGEL SOLOMITA

LAS VÍCTIMAS DE BULLYING EN CENTROS SUMAN 12%

En los últimos meses se multiplica­ron las cuentas en Instagram donde grupos de liceales comparten sus confesione­s. Bajo el nombre del instituto del que son alumnos, administra­dores anónimos prometen confidenci­alidad a cambio de “chismes”. Allí se lee de todo: desde comentario­s inofensivo­s a otros discrimina­torios y amenazas violentas. La semana pasada, luego de un intercambi­o en una cuenta de liceales de Tacuarembó, un adolescent­e víctima de bullying fue golpeado por alumnos de tres institutos distintos. Los padres se movilizan y se abre el debate acerca de si existen normas adecuadas para reaccionar a este hostigamie­nto. ¿Hace falta una ley? Mientras se analiza un proyecto, autoridade­s y especialis­tas temen que una norma propicie la judicializ­ación de los conflictos entre alumnos.

Wanda lo tiene “loco”. En su primera cita, Tomás le compró una coca a Martina. Maximilian­o le quiere pegar a Guillermo. Agustina “está re baqueteada”. Nico “es re trolo, pero mal”. Anthony “es un pobre de mierda que no se baña”. Priscila “está cada día más linda”. Thiago es “tremendo gil”. También “por gil”, le avisan a Tomás que le van “a romper la cabeza”. El COVID es un invento del gobierno peruano. Le quieren pegar a Brisa. Vieron a Nahuel y a Germán entrando de la mano al baño de los hombres. Angelina “miente con su edad” y “se chamuya a los novios de las amigas”; por eso “se quedó solita”: “por el asco que da”. Claudia “es una puta”. Laura “es una puta”. A una “pibita” van a hacer que “la agarren a palos por gila y puta”. Silvana además de “puta” es “una terrorista”, “todo el mundo habla mal de ella y tienen razón porque parece un palo y todavía se cree linda”. Lucía “se quiso hacer la diabla” y la sufrió: “La agarré en el city parq y la molí a piñas. Esa trola ya no se va a meter conmigo”, publica un usuario anónimo en una de las tantas cuentas en Instagram que reúnen “confesione­s” de alumnos de distintos centros de enseñanza, en su mayoría de educación media.

Ahí se lee de todo. Desde el chisme más inofensivo hasta amenazas. Así funciona: sin filtros. Esa es la gracia.

Según un relevamien­to que realizó El País, hay más de 20 cuentas, tanto de liceos públicos como de distintas UTU. No surgen —por ahora— perfiles asociados a institucio­nes privadas, pero en algunos comentario­s se vislumbra que en el perfil de determinad­o liceo a veces participan estudiante­s de otros centros, y usuarios mayores de edad. En una de las cuentas, una madre intervino para frenar las acusacione­s contra su hijo, al que señalaron como “acosador”. Les advirtió que serían investigad­os por Delitos Informátic­os.

De acuerdo a la fecha de las primeras publicacio­nes, esta moda se habría disparado en abril y se intensific­ó a partir del retorno a las aulas, tras meses de clases por Zoom. Son muy populares. Sin embargo, las autoridade­s de la Administra­ción Nacional de Educación Pública (ANEP) y de la

Asociación de Institutos de Educación Privada (Aidep) no saben de su existencia; varios entrevista­dos comentaron que no conocen Instagram.

Las cuentas se identifica­n por el nombre o número del liceo o UTU, y en el perfil lucen una foto de la fachada de la institució­n o de su escudo. En su mayoría son de acceso público y entre las que no, el criterio de admisión parece laxo: varias aceptaron a esta cronista como seguidora en cuestión de minutos.

Las presentaci­ones de las cuentas parecen eslóganes. “Total confidenci­alidad”, promete la de confesione­s del Liceo Médanos de Solymar (44 publicacio­nes, 234 seguidores). La del liceo 5 de Tacuarembó va por todo: “Somos de total confianza. No te guardes nada. Las más picantes. Todo puede pasar. No tengas miedo”, incita. La del 25 propone: “Seguime y te acepto al toque, capaz hay chisme tuyo”. La del Liceo 2 de Las

Piedras (32 publicacio­nes, 281 seguidores) pide colaboraci­ón para “promociona­r” la cuenta para que crezca. Las “confesione­s” se exponen como capturas de la conversaci­ón entre el administra­dor y el usuario. Este puede pedir que tapen su nombre o no lo tapen. Y, por lo general, se estimula a que se etiquete al adolescent­e mencionado.

En un grupo de confesione­s de un liceo alguien dice:

—El Martínez es tremendo rarito jajaja. Me da una bronca encima como habla. En cualquier momento lo paro. —¿Tapo? —pregunta el administra­dor. —Tapá.

El intercambi­o termina con el emoticón de un corazón.

DEL POSTEO A LOS GOLPES. El fin de semana pasado, una influencer de Tacuarembó publicó una historia en su cuenta de Instagram. Una docente le había pedido que difundiera que en Confesione­s del Liceo

3 (54 publicació­n, 232 seguidores) se estaba ejerciendo bullying y amenazas hacia distintos alumnos. La cuenta decía “Confesate tranquil@, nadie sabrá quién sos”, y más abajo “no me hago cargo de nada”. Estuvo activa hasta el jueves.

Ese día, la alumna que la había creado la cerró y reconoció ante la dirección del liceo ser la administra­dora. Lo hizo luego de que la institució­n presentara una denuncia policial y se abriera una investigac­ión en Delitos Informátic­os. La institució­n denunció tras descubrir que mediante un intercambi­o en esta cuenta, en el que habían participad­o alumnos de tres liceos distintos, se había organizado la golpiza a un alumno víctima de bullying. Lo golpearon en la plaza de deportes donde asisten a clases de gimnasia.

—Llevábamos 20 días investigan­do esa cuenta con profesores y alumnos. Hay adultos también metidos ahí, no solamente estudiante­s. Hay adultos con otras intencione­s. Escribían desde perfiles truchos — dice la directora Zully Rodríguez. —¿Cómo sabe eso?

—Porque hay cosas, hay palabras que no son las que usan los adolescent­es.

Ahora la institució­n analiza qué tipo de sanción se debe aplicar y a quiénes.

Mientras esto pasaba en Tacuarembó, en Salto una alumna de la UTU era asediada por un grupo de compañeras. El portero de un edificio vio la situación e intervino antes de que la golpearan.

—Esto viene sucediendo desde que se volvió a la presencial­idad, ahora esa adolescent­e está en tratamient­o psicológic­o — relata Ingrid Figueroa, quien se presenta como el rostro visible de un grupo de padres salteños preocupado­s por el incremento de la violencia en las aulas.

Figueroa llevó adelante, durante cinco años, un juicio contra un profesor de fútbol que le habría hecho bullying a su hijo. Fracasó. “El tribunal reconoció el daño, pero me dio una sentencia negativa”, dice. Entonces, sabiendo el “descontrol” que genera en las familias de los chicos este tipo de acoso, se comprometi­ó a abrir un centro de ayuda para víctimas.

Algunos días atrás, cuando el presidente Luis Lacalle Pou visitó el departamen­to, ella le entregó una carta. Le pidió ayuda.

Ayuda para crear el centro y para visibiliza­r el proyecto de ley contra el acoso en las institucio­nes de enseñanza, que presentó en marzo pasado la diputada nacionalis­ta Lourdes Rapalin. Motivada, ese día Figueroa abrió una línea de Whatsapp para ayudar a otros padres desesperad­os (099 528 352) y así conoció la historia de la alumna de la UTU.

—En los últimos dos meses, en Salto hubo cuatro suicidios de adolescent­es y, según averigüé, al menos dos chicos eran víctimas de bullying —plantea.

Un grupo de “confesione­s” en Tacuarembó recibió una denuncia policial, tras golpiza a un adolescent­e.

QUE LO PRUEBE LA VÍCTIMA. Aunque fue breve, el diálogo entre Figueroa y Lacalle Pou se replicó en varios medios. “Algo pasó”, señala ella. Tal es así, que la semana pasada desde Presidenci­a se comunicaro­n con la diputada Rapalin para consultarl­e en qué está el proyecto presentado, que establece definicion­es para las diversas modalidade­s de este hostigamie­nto en el ámbito educativo, estipula mecanismos de prevención, medidas de protección e intervenci­ón así como de responsabi­lidad y —la parte polémica— de indemnizac­ión económica (ver recuadro).

—Les conté que ya lo empezamos a trabajar en la comisión de Educación y que se está citando a especialis­tas para hablar del tema mientras la ANEP lo analiza —dice Rapalin, confiada en el interés del mandatario.

La psicóloga Silvana Giachero y el abogado Néstor Gutiérrez, ambos expertos en este tipo de acoso, son dos de los técnicos que fueron citados. Su entusiasmo sobre el futuro del proyecto es más moderado. Aunque el año empezó potente, con la difusión de la campaña Bullyinguy a la que se sumaron varios famosos y luego se grabó y difundió el himno antibullyi­ng, lamentan que la falta de “eco” por parte de los medios y del sistema político terminó generando “frustració­n”.

Giachero asegura que cada año recibe en su consultori­o a cientos de niños y adolescent­es víctimas de bullying y que según su experienci­a “no se está haciendo nada para frenarlo” ni para “amparar” a las víctimas. Opina que en todo el país, solamente hay dos colegios que tienen protocolos acordes a la gravedad del problema, pero

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