El equilibrio que debe hacer el Central
■ Aún con los efectos colaterales que podrían derivarse de un endurecimiento del cepo cambiario, como un mayor ensanchamiento de la brecha cambiaria, el gobierno de Alberto Fernández no cuenta con muchas otras opciones disponibles en el actual contexto.
Sin un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) —el cual recién podría concretarse en el primer trimestre del año próximo—, Argentina seguirá teniendo en los próximos meses cerrado el acceso a los mercados internacionales de deuda.
A eso se suma que la oferta de divisas se mantendrá débil al menos hasta diciembre, cuando se reinicie la liquidación de la cosecha de trigo.
Hasta entonces, el Banco Central deberá seguir haciendo equilibrio. Más aún si se tiene en cuenta que, con la apertura de las fronteras, en el verano volverán a salir divisas por el déficit de la balanza turística, un canal que se mantuvo cerrado el año pasado ante las restricciones por la pandemia. Además, continuará registrándose una creciente salida de dólares para cumplir con las importaciones de electricidad y derivados del petróleo ante el congelamiento de las tarifas en el mercado doméstico.
“El Banco Central tiene un precio del dólar oficial que es poco más de la mitad que el valor de mercado. Como consecuencia de eso, tiene un problema para abastecer a la demanda y, ante eso, genera restricciones, entre ellas limitaciones para importar. El problema es que si las importaciones se detienen, habrá un efecto importante en términos de actividad: en Argentina el 85% de las importaciones se utilizan para la producción, desde bienes de capital a repuestos y accesorios de máquinas, pasando por insumos, bienes intermedios y energía”, dijo Marcelo Elizondo.