La pobreza bajó
La publicación del dato de pobreza por el método del ingreso dado a conocer la semana pasada despertó un ardoroso debate entre actores políticos, en redes sociales y entre opinólogos. Algunos medios de prensa titularon que la pobreza había descendido y otros que había aumentado, generando más desconcierto entre la población. ¿Cuál es la verdad sobre el tema entonces? Pongamos algunos datos sobre la mesa.
En primer lugar, el dato semestral de pobreza es una novedad que comenzó a presentar el Instituto Nacional de Estadística desde el año pasado. La idea es contar con mayor información y no tener que esperar a contar una vez por año con este indicador, que más allá de sus limitaciones ofrece información relevante. Quizá sea esta novedad la que permitió el entrevero de interpretaciones que se generó.
En segundo lugar, no tiene sentido la comparación entre los semestres de un mismo año porque los ingresos de la mayoría de las personas —de las mismas personas— suelen ser distintos en el primer que en el segundo semestre. Por ejemplo, mucha gente tiene su zafra en el verano y la mayoría de los trabajadores cobra su salario vacacional en el primer semestre.
Como un número no despreciable de personas tienen un ingreso que está muy cercano a la línea monetaria que se utiliza para medir la pobreza, los cambios de un semestre a otro no reflejan verdaderos cambios en la cantidad de personas pobres, lo que sí es posible apreciar en la comparación interanual.
En tercer lugar, efectivamente el método tiene limitaciones importantes, por lo que es necesario ampliarlo con otros indicadores, como el de las necesidades básicas insatisfechas u otros indicadores sociales que nos den un panorama más completo de las condiciones de vida de la población y, especialmente, de las más vulnerables.
En cuarto lugar, la pandemia deparó que durante el primer semestre del año pasado la medición fuera básicamente telefónica, y en el segundo se reincorporara la presencialidad, lo que también es un factor que puede haber introducido algún sesgo, aunque su signo se desconozca.
Por todo lo anterior, no se puede afirmar que hubo un aumento de la pobreza entre el primer semestre y el segundo del año pasado. Lo cierto, y sobre lo que debe basarse el análisis, es la comparación entre años, como se hizo siempre y allí lo que encontramos es que efectivamente la pobreza, luego del incremento causado por la pandemia en 2020 comenzó a bajar.
En efecto, el dato concreto es que en 2021 hubo 35.000 personas pobres menos en Uruguay que en 2020 medido por el método del ingreso, lo demás no es serio.
En todo caso, aunque no le venga bien a los ansiosos, es necesario esperar un año más para juzgar al gobierno. Si los datos de 2022 muestran un nuevo descenso de la pobreza, pues eso indicará que las políticas económicas y sociales han sido exitosas, si por el contrario no retrocede existían argumentos más firmes para cuestionar al gobierno.
Lo cierto es que el tema sirvió, como tantos que han surgido recientemente para ver como se utiliza para hacer política partidaria aun los datos más sensibles. Hubo fila de dirigentes frentistas expresándose sobre este tema con tremenda ligereza, también, por cierto, tertulianos de ocasión, algunos economistas
El dato concreto es que en 2021 hubo 35.000 personas pobres menos en Uruguay que en 2020, medido por el método del ingreso.
con anteojeras ideológicas y varios periodistas.
Uruguay se merece un debate más serio, basado en evidencia y sin noticias falsas, más aún en temas como el de la pobreza. Una buena práctica es poner toda la información objetiva sobre la mesa, para a partir de allí debatir todos los puntos de vista, pero partiendo de un acuerdo en cuanto a cuál es la realidad sobre la que debatimos. Se puede argumentar que la disminución de la pobreza en 35.000 personas es un logro importante o que es insuficiente, pero lo que no se puede decir, porque es mentira, es que la pobreza aumentó.
Por eso, estimado lector, es que ningún economista serio argumentó lo contrario y solo lo hicieron los analistas flechados o los repetidores de éstos. Todo apunta a que 2022 será un año mejor para todos los uruguayos que los anteriores, incluso mejor que 2019 en términos de empleo y posiblemente de ingreso de los hogares.
Esto es lo realmente importante, porque más allá de la discusión sobre las estadísticas, lo real es la suerte del pueblo que vive y arde en las calles, que no se deja engañar por los relatos y miradas desenfocadas.