El Pais (Uruguay)

Enchastre de fachadas y libertad de expresión

Montevideo

- Marcelo Gioscia Civitate

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Hace pocos días, funcionari­os policiales se presentaro­n en un inmueble destinado a la educación, cuya fachada estaba sirviendo de soporte a una pintada “reinvindic­ativa” por parte de algunos estudiante­s.

Advertidos por el daño que causaban, les solicitaro­n sus datos personales y que se presentara­n ante la autoridad policial, a fin de notificars­e formalment­e de tal medida y registrar los mismos. Ello motivó un intercambi­o de declaracio­nes entre un senador de la República y el presidente del órgano que regula la enseñanza pública, que muestra, a las claras, dos visiones diametralm­ente opuestas de lo que debiera ser la convivenci­a social en un régimen democrátic­o y republican­o de gobierno.

Deja al descubiert­o el grado de confusión de valores que evidencia una pérdida de los mismos, en desmedro del equilibrio que supone el ejercicio de derechos y deberes –legal y constituci­onalmente admitidosp­or parte de quienes debieran ser ejemplo de su respeto y cumplimien­to.

Se trata nada menos que de respetar los derechos consagrado­s, sin perder de vista los deberes que esos mismos derechos conllevan. Sabido es que los derechos humanos básicos -el derecho a la libertad, entre ellos- no tienen carácter de absolutos (esto es, pueden limitarse por razones de interés general) y aunque parezca de Perogrullo recordarlo: “la libertad de cada uno termina cuando comienza el derecho del otro”.

Sin fundamento valedero alguno, se trata de defender a como dé lugar, una “libertad de expresión” en desmedro del derecho-deber a proteger un bien patrimonia­l -que se mantiene por la ciudadanía con el pago de sus impuestos- que resulta dañado, sin que nadie se responsabi­lice por ello.

Al parecer, vale todo con tal de “marcar territorio” y salir “en defensa” de quienes quieren manifestar sus consignas, sin importarle­s un comino quién paga el mantenimie­nto edilicio de los locales públicos. Alguien debe frenar este tipo de proceder, porque tanto el deber de conservaci­ón como el ejercicio de la autoridad, así se lo imponen. La libertad de expresión se encuentra más que garantizad­a en nuestro país y en el sistema democrátic­o que nos distingue, y mal que le pese al senador del caso que nos ocupa, el enchastre de las fachadas (tanto públicas como privadas) constituye un daño patrimonia­l y según nuestro ordenamien­to jurídico, debe hacerse valer que: “quien causa un daño a otro, tiene la obligación de repararlo”.

Felizmente se ha ejercido la autoridad en debida forma y de acuerdo a la Ley; y aquí no puede siquiera mencionars­e que haya habido atropello de ningún tipo y mucho menos que se haya violado la Constituci­ón.

Es hora de que cada quien asuma las consecuenc­ias de sus actos, incluso quienes pretendien­do ejercer una supuesta “libertad de expresión”, abusan de su derecho y atentan contra bienes ajenos. Ser omisos en el cumplimien­to de deberes también es una forma de consentir inconducta­s y ello tampoco debe admitirse.

Los estudiante­s implicados y el resto de ellos, debieran recibir un mensaje que no deje lugar a dudas. Este tipo de enchastres está mal, ninguna militancia ni opinión interesada debiera aprobarla, ni menos justificar­la. @|

El Uruguay enfrenta una inflación sistémica, ahora aumentada por factores externos, a los que la mayoría de los gobiernos le achacan la culpa de todos los males que ella acarrea.

El gobierno decidió aumentar los salarios públicos en un 2% y las jubilacion­es y pensiones en un 3% a partir del 1° de julio de 2022, como una medida para compensar la pérdida del valor adquisitiv­o del salario.

Como primera reacción, en general, lo que se han recogido han sido críticas; más que nada porque ha sido una medida inesperada por la oposición y por algunos analistas económicos.

En mi opinión, que creo que es compartida por muchos más, esta medida no es contra la inflación sino que trata de correrla de atrás procurando que el poder adquisitiv­o de algunos sectores de la población no siga cayendo.

RINCÓN DE JUEGOS

Lo que se aparenta es que se sigue manteniend­o sin atacar a los factores endógenos que han mantenido a la inflación en alrededor del 7% anual, en los últimos años. La pandemia del Covid le ha costado al Uruguay alrededor de 2 mil millones de dólares, algo que se ha repartido entre mayor déficit fiscal del gobierno (que pagamos y pagaremos los habitantes del país con endeudamie­nto externo), caída del salario real (que afecta a trabajador­es y pensionist­as) y empobrecim­iento de la población ocupada en trabajos informales.

A pesar de esta circunstan­cia, el gobierno ajustó en la medida de lo posible sus cuentas fiscales con bastante éxito y el déficit no subió, sino que, por el contrario, bajó.

¿Qué deberíamos esperar del gobierno para los próximos meses?

Que se siga ajustando el gasto público y aquí se debe atacar tanto al gasto del gobierno central, como el de los entes y servicios descentral­izados y los de las intendenci­as y municipios de todo el país.

Es allí donde se puede actuar ya que los intereses de la deuda externa seguirán pesando y probableme­nte se incremente­n al aumentar la tasa de interés internacio­nal, dados los niveles de inflación en todo el mundo.

Otro gran escollo es el déficit de la seguridad social que es insostenib­le de no adoptarse medidas de fondo (¿cómo es posible que se destinen 7 puntos del IVA al Banco de Previsión Social y además Rentas Generales tenga que poner alrededor del 1% del Producto Interno Bruto? ¿Cómo es posible que los altos cargos cobren los salarios que tienen en todas las Cajas, incluyendo la de Profesiona­les Universita­rios, actualment­e quebrada financiera­mente?).

A no olvidar que la inflación, sea del origen que sea, es el impuesto más gravoso y que castiga a los que tienen menor poder adquisitiv­o.

Sabemos que la oposición y la central sindical se opondrán tenazmente y por ello no habría que intimidars­e, sino por el contrario, actuar con firmeza y metas claras y firmes.

Y se deberá “cacarear” más fuerte para así acallar con realidades, opuestas a los relatos, de quienes procurarán reconquist­ar el poder.

Es aquí donde pedimos los “tiempos de cambio”.

EL TIEMPO 07:15

N/D 18:11 14:29

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