El Pais (Uruguay)

Con las anteojeras bien puestas

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Pasó la pandemia (o al menos lo más duro de esta) y pasó también la larga y alarmante pérdida de tiempo que significó la discusión de la LUC. En la mitad de su mandato, el gobierno puede al fin encarar una de las reformas más importante­s del período. No solo porque así lo había prometido en campaña electoral, sino porque en esta acción al Uruguay le va la vida.

La readecuaci­ón del sistema previsiona­l es un imperativo de todas las sociedades donde crece la expectativ­a de vida. No hay que ser un experto para darse cuenta de lo evidente: si aumenta el número de beneficiar­ios a un nivel que el total de aportantes no puede contener, el sistema colapsa. Solo un tonto o un ignorante puede atribuir intencione­s espurias a quien sostiene la obviedad de que es necesaria una extensión de la edad de retiro. Todos sabemos que la reforma es inevitable: hasta el exministro Astori lo dejó bien claro mientras aún ejercía aquel cargo. Declaró en forma algo sorprenden­te que “el futuro gobierno” debía encararla como un tema prioritari­o, sin llegar nunca a explicar por

Senador del Partido Nacional qué no lo hacía él mismo, ya que era tan urgente.

Las cartas están echadas y la comisión multiparti­daria de técnicos que trabajaron en el diagnóstic­o y la propuesta ha dado sus frutos: ahora correspond­e al parlamento la responsabi­lidad de llevar el proceso a buen puerto.

Pero hay un motivo de preocupaci­ón: la ya inveterada actitud de la oposición, que no solo se abstuvo de realizar el más mínimo aporte en el seno de la comisión de trabajo, sino que salió de allí a criticarla destructiv­amente, echando mano al argumento demagógico contra la extensión de la edad de retiro. Inclusos sus compinches, los dirigentes sindicales del Pit-cnt, no perdieron ocasión de declarar en plena campaña contra la LUC que una vez pasado ese trámite, el objetivo siguiente sería derribar la futura reforma previsiona­l, ¡cuando no estaba ni siquiera esbozada!

Ayer, nuestro diario publicó citas textuales de un documento interno del Frente Amplio presentado como un “borrador del plan político 2022-2023”. Cuando aparecen estos trascendid­os de prensa, no faltan quienes relativiza­n su contenido, por haber sido formulado por personas no necesariam­ente representa­tivas del pensamient­o mayoritari­o del partido en cuestión. Por eso conviene aclarar que este borrador de plan político surgió a partir de “intercambi­os realizados en el Secretaria­do y la Mesa Política, así como de una reunión con las presidenci­as de las comisiones”. O sea que se puede inferir que el documento no es obra de una mente radicaliza­da o un sesentista solitario e irredento, sino que expresa la visión colectiva de los dirigentes que lo generaron.

El resultado no puede ser más descorazon­ador. Señalan explícitam­ente su voluntad de establecer “una impugnació­n permanente y sistemátic­a del modelo oficialist­a”, al que califican de “concentrad­or y excluyente”. Agregan que “es necesario articular el debate parlamenta­rio con un fuerte proceso de movilizaci­ón e intercambi­o con la sociedad en todo el país”, lo que en criollo significa que continuará­n coordinand­o los paros y manifestac­iones sindicales con las movidas políticas, como vienen haciendo desde el primero de marzo de 2020, y como no dejaron de hacerlo siquiera en el momento más álgido de la emergencia sanitaria.

La franqueza con que definen su máquina de trancar, amparándol­a en esa

Si no hay conciencia de que hay que pensar en las próximas generacion­es y no en las elecciones no va a haber reforma”. Jorge Gandini

No queda mucho margen para cobijarse en la pequeñez de evitar costos políticos. La coalición republican­a llegó para cambiar al país.

interpreta­ción maniquea según la cual un gobierno por el que votó más de la mitad de la ciudadanía sería oligárquic­o y antipopula­r, demuestra que siguen con las anteojeras bien puestas, negándose a analizar la realidad. No parecen capaces todavía, después de tantos revolcones electorale­s sucesivos, de reconocer su propio arte y parte en esas derrotas, una incapacida­d de autocrític­a que los sigue arrinconan­do en el humo canábico de un radicalism­o izquierdis­ta infantil.

Frente a esto, resulta más que evidente que se subirán al tren de denostar el proyecto de reforma previsiona­l. Por eso es muy preocupant­e lo que también informó nuestro diario anteayer, en el sentido de que existiría “un acuerdo tácito” en el oficialism­o de que “la reforma saldrá solo si el Frente Amplio acompaña la iniciativa con sus votos”.

Si esta posición comprensib­le pero timorata es la que impera, queda claro que el Uruguay seguirá sin resolver uno de sus más acuciantes problemas económicos y sociales.

No queda mucho margen para cobijarse en la pequeñez de evitar costos políticos. La coalición republican­a llegó para cambiar al país, mal que pese a oportunist­as, demagogos y caranchero­s.

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