El Pais (Uruguay)

Vargas Llosa en Uruguay

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Uruguay: ¿una excepción en la región?”, bajó esa pregunta disertó en la tardecita del miércoles el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Para Uruguay todo es un gusto recibir la visita y el interés de un intelectua­l de primera línea mundial, quizás el más importante de habla hispana vivo. El Centro de Estudios para el Desarrollo tuvo el honor de ser el anfitrión de esta actividad que fue seguida por miles de personas.

La visión del escritor peruano sobre el rumbo del Uruguay y de la región no podría ser más disidente. Él ve con malos ojos el rumbo que parecen tomar casi todos los países, que parecen estar dominados por populismos de derecha y de izquierda. Por el contrario ve a Uruguay en “la buena dirección”, un país de alternanci­a y respeto por los valores más básicos de la sociedad abierta que Popper plantea.

Es explícito que Vargas Llosa ve con muy buenos ojos el gobierno de nuestro país y a su Presidente Luis Lacalle Pou, por su visión económica y social y en particular por su manejo de la pandemia que evitó restriccio­nes a la libertad desproporc­ionadas que vimos en otros lados.

Pero también es muy evidente que la visión positiva del Uruguay es mucho más profunda. Vargas Llosa, y muchos otros latinoamer­icanos, admiran cosas que por suerte en Uruguay son básicas. El respeto por la institucio­nalidad, la tolerancia del adversario y el manejo del disenso son consensos mínimos infinitame­nte mejor resueltos en Uruguay que en el resto de la región.

A riesgo de ser autocompla­ciente, no está de más recordarno­s las cosas buenas que abundan en Uruguay y no son comunes en otros lados. Quienes vienen de afuera lo ven con mucha más claridad que quienes estamos aquí.

Para Mario Vargas Llosa fue especialme­nte significat­ivo recibir, en el contexto de su visita, el título de Doctor Honoris Causa de la Universida­d de la República de mano del Rector Rodrigo Arim. Que una Universida­d pública, donde predominan visiones más cercanas a la izquierda, haya sido capaz de saldar esta discusión favorablem­ente también habla de cierta civilidad uruguaya que no abunda. Claro que hubieron voces retrógrada­s y mezquinas que intentaron que esto no ocurriera, pero primó la cordura y el miércoles se cerró una etapa.

Suelo escribir en este espacio sobre lo que está pendiente, sobre lo que no funciona bien en Uruguay, sobre la imperiosa necesidad de nuestro país de reformar su educación, su sistema de seguridad social o hacerse más competitiv­o.

No habrá mejoras de bienestar sostenible­s sin estas cosas no pasan. Pero, cada tanto, no está de más poner énfasis en lo que sí funciona bien en Uruguay. Nos hace bien como país recordarno­s que, así como tenemos deberes pendientes en nuestra institucio­nalidad económica, si fuimos capaces de construir una institucio­nalidad política de primer nivel.

Ojalá estas miradas de afuera tan favorables no nos hagan caer en chauvinism­os baratos. Por el contrario, sirven de aviso de lo que somos capaces, de que en algunos temas ya somos referencia para muchos.

No hay ninguna razón para no aspirar a un país mucho más libre, justo y próspero.

A riesgo de ser complacien­te, no está de más recordar las cosas buenas que hay en Uruguay.

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