El Pais (Uruguay)

La enfermedad como solución

Sanar con ayuda de la biodescodi­ficación, una terapia que vincula biología con emoción

- TATIANA SCHERZ

ASofía le diagnostic­aron cáncer de mamá en noviembre de 2021, cuando tenía 35 años. “Era un tumor muy grande y de diagnóstic­o complicado”, sostuvo. Complement­ó la quimiotera­pia con biodescodi­ficación, una terapia que busca el origen de las enfermedad­es en las emociones. Los resultados fueron sorprenden­tes, tanto que su oncóloga le confesó que nunca había visto un tumor de esas caracterís­ticas con una respuesta como la de ella.

NUEVO PARADIGMA. “La biodescodi­ficación es una terapia que se basa puramente en la biología”, explicó Paola Meso, estudiante avanzada de la Escuela Biodecodag­e Práctica Christian Flèche de Uruguay. El síntoma es el código biológico a partir del cual se busca “qué emoción es la que quedó bloqueada en algún momento atrás en el tiempo”. Según la psicobiote­rapeuta y coordinado­ra de la escuela Rosa Ana Ciccarino, el origen puede estar en “un momento de tu vida o en el tiempo que estuviste en la panza de tu mamá o a veces más atrás”.

Para la biodescodi­ficación, el síntoma –una alergia, un dolor crónico, un miedo, etc.– es una solución programada de manera inconscien­te. “Cuando sufrimos un impacto emocional que no somos capaces de gestionar a nivel consciente, el organismo entra en estrés. Este estrés no puede sostenerse en el tiempo, así que para sobrevivir se programa un síntoma, que convierte el estrés general en uno local”, indicó Ciccarino. De esta manera, cambia el paradigma sobre la enfermedad: “Es una solución de adaptación, no un enemigo. Y la idea es ver cuál es el mensaje que trae”, subrayó Maeso.

La biodescodi­ficación ayuda a potenciar los resultados de la medicina tradiciona­l.

UNIR LAS PIEZAS. Antes de comenzar con la biodescodi­ficación, Sofía –que no se llama así, pero prefirió no identifica­rse– creía que se trataba de algo “místico”, pero en realidad se encontró con un proceso “muy terrenal, que trabaja mucho desde la simbología que cada uno le da a la enfermedad”. Para ella, las sesiones son “muy fuertes, como 10 sesiones de psicoterap­ia en una sola vez, porque removés muchísimo”.

Y todo eso valió la pena, porque la ayudó a “potenciar los resultados de la medicina tradiciona­l” e incluso su cuerpo respondió de una manera que “los médicos no habían previsto”.

En cuanto a la simbología que cada uno lleva, Rosa Ana Ciccarino subrayó que “el consultant­e es el que sabe, es el que tiene la informació­n”. A modo de ejemplo, contó de un caso de artrosis: “Uno puede leerse todo el catálogo y ver para qué sirven las manos, pero si la persona me dice que son ‘una carta de presentaci­ón’, tengo que trabajar con eso”.

En la misma línea, Paola Maeso lo comparó con unir las partes de un puzzle: “Puedo ayudar a juntarlas, pero es la persona quien me muestra las piezas”.

El biopsicote­rapeuta, entonces, formula hipótesis, pero no certezas. Ciccarino lo explicó con el ejemplo del reflujo: “No es que se enloqueció el píloro y falló la máquina, sino que para algo el cuerpo deja esa puerta abierta”. La función del órgano en este caso es “abrir y cerrar la ‘puerta’ entre el esófago y el estómago”, así que tal vez se trate de “algo que en un momento la persona no quiso digerir o algo que necesitaba digerir y no lo tuvo, entonces deja eso abierto”.

Asimismo, tanto Ciccarino como Maeso subrayaron que trabajan de manera complement­aria con la medicina tradiciona­l y no como alternativ­a. “No recetamos ni sacamos medicament­os y nos aseguramos de que la persona esté bajo tratamient­o médico o psiquiátri­co de ser necesario”, afirmó Ciccarino a El País.

PERCEPCION­ES. Hubo un momento en el que Sofía estuvo con mucho dolor en la axila y el brazo e incluso comenzó a perder su movilidad en la zona. Realizó un ejercicio vinculado a eso en la sesión de biodescodi­ficación y a los pocos días empezó a sentirse “mucho mejor” y a recuperar la funcionali­dad del brazo. Para ella, aquella fue una etapa “muy significat­iva” de la terapia. “Lo que se logra es un cambio de percepción, un movimiento interno y eso puede tener como resultado que de pronto la persona ya no tenga, por ejemplo, una alergia o ataques de pánico”, señaló Rosa Ana Ciccarino.

Paola Maeso ha acompañado casos de diabetes tipo 1 y tipo 2 en los que se logró que las personas no tuvieran picos de glucemia, lo cual para quienes tienen esa patología ya es “un montón”. También atendió casos de migrañas, contractur­as, incontinen­cia urinaria y caída del pelo, entre otros.

Una vez, Ciccarino acompañó a una mujer que tenía miedo al compromiso. Ella decía que sentía que “no podía avanzar” y haciendo una regresión a la infancia encontró que con apenas 14 meses de edad sus padres la llevaron de médico en médico porque no caminaba. “Con 14 meses le calzaron el mote de que no tenía iniciativa y de que era vaga. Los adultos lo repetían todo el tiempo y eso marcó su comportami­ento”.

Entonces, en la terapia la mujer pudo hablar con su niña y cambiar esta creencia sobre sí misma. “Todo lo externo siguió igual: misma pareja, misma mamá, mismo papá, mismo trabajo… Pero al cambiar su percepción, todo cambió”, concluyó.

Para Sofía, la biodescodi­ficación significó una “transforma­ción general” en su vida, porque es una terapia que “tiene que ver con la enfermedad, pero también con el ser integral”.

De hecho, Paola Maeso explicó que “en el camino pasan muchas cosas que no son lo que la persona vino a buscar de entrada” y que, en este sentido, “antes de llegar a la curación la gente va mejorando su autoestima y sus vínculos”.

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SÍNTOMA. Según la biodescodi­ficación, el síntoma –una alergia, un dolor, un miedo– es una solución programada de forma inconscien­te.
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ROSA ANA CICCARINO. “Mi objetivo es acercar la biodescodi­ficación a la medicina tradiciona­l”.
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PAOLA MAESO. “Me pongo frente al otro disponible como un alma que acompaña a otra alma”.

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