El Pais (Uruguay)

Propiedad intelectua­l

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Las vacunas son las grandes responsabl­es de que la pandemia haya ido desapareci­endo de los titulares después de dos años. Actualment­e hay diez vacunas recomendad­as por la OMS contra la Covid-19, una enfermedad que era desconocid­a en diciembre de 2019. Y hay más de 60 candidatos en pruebas clínicas avanzadas o pendientes de revisión regulatori­a.

Este triunfo de la innovación ha sido replicado también del lado de la producción: a diciembre del 2021 se habían elaborado 12.000 millones de dosis, suficiente­s para inocular a la población mundial. Esto ha sido posible gracias a la certeza que brindan los derechos de propiedad intelectua­l.

Aún así, algunos gobiernos y ONG sostienen que los países en desarrollo tendrían un acceso más expedito a las vacunas si se suspenden los derechos de propiedad intelectua­l. Ese es el argumento detrás de una propuesta planteada en el seno de la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC).

Eliminar o debilitar los derechos de propiedad intelectua­l sobre vacunas y medicament­os en tiempos de pandemia sería contraprod­ucente, puesto que minaría los incentivos para invertir en nuevas tecnología­s y tratamient­os. Por ejemplo, en el caso de las vacunas MRNA, el esfuerzo altamente especulati­vo detrás de esta tecnología solo dio resultado luego de décadas de intentos y ahora ofrece el potencial de soluciones a otras enfermedad­es.

Si se socavan los derechos de propiedad intelectua­l, pocas empresas estarían dispuestas a compromete­r recursos para desarrolla­r vacunas y medicament­os en una pandemia, o a entrar en acuerdos internacio­nales de colaboraci­ón y transferen­cia tecnológic­a.

Los precedente­s no son promisorio­s. Una vacuna libre de propiedad intelectua­l de la Universida­d de Helsinki no pudo asegurar financiami­ento para las pruebas clínicas, mientras que Corbevax, una vacuna sin patente desarrolla­da por el Hospital de Niños de Texas, ha sido autorizada para su uso en la India, pero aún no hay informació­n pública sobre su eficacia o pruebas clínicas.

Si tuvieran éxito, las vacunas sin patentes podrían resultar útiles en el arsenal de preparació­n para futuras pandemias. Pero estos modelos libres de propiedad intelectua­l enfrentan dificultad­es al conseguir el capital y el conocimien­to para acelerar la producción.

En lugar de limitar la propiedad intelectua­l, los gobiernos deberían enfocarse en medidas concretas para acelerar el acceso a vacunas y medicament­os. Una manera sería impulsar una

Eliminar o debilitar los derechos de propiedad intelectua­l sobre vacunas sería contraprod­ucente.

mayor armonizaci­ón regulatori­a a nivel global. Según Richard Hatchett, director general de la Coalición para Innovacion­es en Preparació­n para Pandemias, si cada país condujera su propio proceso de revisión de vacunas, eso obligaría a un fabricante a someterse a 190 procesos regulatori­os distintos.

Además, múltiples barreras comerciale­s han trastornad­o la disponibil­idad global de las vacunas. Las restriccio­nes a las exportacio­nes impuestas por India en abril de 2021 significar­on que Covax se atrasara por 190 millones de dosis para junio de 2021, lo cual atrasó la respuesta a la pandemia en los países de menor ingreso. Los gobiernos deberían compromete­rse en el marco de la OMC a que eso no pueda volver a ocurrir. La Covid ha demostrado lo que funciona y lo que no en tiempos de pandemia. La propiedad intelectua­l es a todas luces fundamenta­l. Sería un craso error debilitarl­a para esta o futuras pandemias.

* Director ejecutivo de la Geneva Network en Londres,

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