El Pais (Uruguay)

Matador de Lola no actuó solo

Policía Científica y forense coinciden en que dos cuchillos hirieron a chica, dice acusación

- EDUARDO BARRENECHE

Eran casi las 3 de la tarde del 28 de febrero de 2014. A un kilómetro del balneario Valizas, el carpintero Héctor T. mira el mar con el agua hasta la rodilla. A lo lejos ve acercarse a Lola Chomnalez (15). Otros dos desconocid­os pasan corriendo al lado de Lola en dirección al balneario Aguas Dulces. Héctor no ve sus rostros. Sí observa que Lola recoge caracoles en la playa sin prisas.

La chica no repara en aquel hombre que la observa desde unos 10 metros. Héctor T. la sigue con la mirada. Lola camina por parte del agua y parte de la arena. “La veo venir, se entretiene y pasa por mí”, declara Héctor T. en el Juzgado de Rocha el 8 de enero de 2015.

El carpintero sale del agua y vuelve a mirar a Lola. La adolescent­e lleva un short tipo pollerita, de tela fina, de color claro. El testigo no se fija en el buzo que llevaba Lola. Sí le llama la atención la mochila rosada que la joven lleva en la espalda con un formato de porta notebook.

Héctor T. piensa: “Estos adolescent­es no pueden desprender­se de las computador­as”.

El carpintero sale del agua. Luego, como todos los días, Héctor empieza a correr en dirección a Valizas. A unos 200 metros, cuando comienzan los primeros ranchos del balneario, Héctor se cruza con un individuo que camina rápidament­e detrás de Lola.

“Los agresores de Lola tenían armas con diferentes filos”, dice forense.

“Era una persona de pelo negro, bigote corto y espeso de color negro. Llevaba un short o bermuda negro y una remera negra, no recuerdo si iba descalzo (...) Caminaba rápido. En algún momento Lola y él se iban a juntar”, relata el testigo según el expediente judicial al que tuvo acceso El País.

Además de las dos pruebas de ADN que incriminan al hoy procesado Leonardo David Sena, la fiscal de Rocha, Jessica Pereira, señala en la acusación que el testimonio de Héctor T. describe al hoy acusado.

“Por si esto fuera poco, es de fácil determinac­ión el parecido físico del imputado con la persona que el testigo (Héctor T.) manifiesta haber visto caminando por la playa el día de los hechos, así como también con el identikit realizado en virtud de las declaracio­nes”, dice el escrito de la Fiscalía.

Y agrega: “Lo anterior (el testimonio del testigo), sumado a la evidencia científica, no hace más que concluir en la participac­ión del imputado Leonardo Sena en la muerte de Lola Chomnalez”.

En su declaració­n en el Juzgado de Rocha, Sena dijo que se encontraba trabajando en Valizas por la temporada desde las fiestas —24 de diciembre de 2014 en adelante— y que solía caminar a la playa en su hora libre, entre las 14:00 y las 17:00 horas.

“Caminé a la playa bajando por la calle principal y a la izquierda avisté una mochila rosada. Era como una mochila olvidada en la playa. Antes, en mi trabajo, se me había caído un casillero de cervezas y me corté; pedí curitas a otra empleada. En la playa, lo único que hice fue abrir la mochila para sacar dinero. A ella (por Lola) ni la vi; no hice nada malo”, testificó Sena con la intención de exculparse del crimen.

La fiscal Pereira expresa, en su escrito, que la versión de Sena resulta “a todas luces inverosími­l”, ya que “no logra explicar” que su sangre estaba mezclada con la de la víctima en la DNI y también aparece en la toalla de la chica que se encontraba en la mochila.

Tampoco explica Sena, insiste la fiscal, que la mochila haya aparecido a casi cuatro kilómetros del lugar donde el imputado presuntame­nte la vio, después de días de intensos rastrillaj­es y búsquedas por parte de particular­es y funcionari­os policiales.

“La versión aportada (por Sena) carece de todo respaldo probatorio”, expresa la fiscal Pereira en la acusación. E insiste sobre el punto: “Cuando Sena dio muerte a Lola y luego le hurtó el dinero que ella tenía consigo ($ 1.000), enterró la mochila a metros del lugar (del homicidio), lo que llevó a que el hallazgo de dicho bolso ocurriera recién el 14 de enero siguiente”.

Es decir, más de dos semanas después de la fecha de la muerte de la adolescent­e.

“La única explicació­n razonable y que explica la presencia del ADN de Sena en el DNI y en la toalla que Lola tenía en su mochila es que (éste) fue uno de los autores de su homicidio”, advierte la fiscal.

MÁS DE UNO. En su escrito, la fiscal le dedica gran parte del texto a argumentar que los matadores de Lola fueron por lo menos dos.

Dice que la adolescent­e fue intercepta­da por los agresores en la playa a unos tres kilómetros de Valizas y a unos siete de Aguas Dulces. Y sostiene que los hombres la llevaron por la fuerza a una zona de médanos ubicada a 145 metros de la playa y la mataron sofocándol­a contra la arena. No hubo ataque sexual, según el forense.

En su acusación, la fiscal Pereira cita los informes de la forense Zully Domínguez, los que señalan que las heridas sufridas por Lola podrían haber sido generadas por dos armas distintas, lo que “daría lugar a la existencia de más de un agresor”. Tal extremo fue constatado por el exdirector de Policía Científica, José Azambuya. “Ella no llega (a la zona de arbustos) en forma voluntaria, la llevan hasta ahí con algún tipo de amenazas. Los cortes en los brazos pudieron haber sido intimidato­rios. Y no fue llevada por una sola persona, tal vez dos”.

Domínguez, a su vez, apunta hacia los filos de los cuchillos que provocaron heridas a la joven para argumentar que el homicida no fue uno. Ello, sostiene la especialis­ta, deja entrever que “los agresores hayan sido dos y las armas con diferentes filos. Que la muerte haya sido el día domingo (28 de diciembre de 2014). La existencia de más de un agresor también es reafirmada por la junta médica, cuyos integrante­s dicen: “pensamos en más de un atacante de complexión delgada, no muy musculoso”.

El jueves 19, el juez rochense Juan Giménez, hizo lugar a la acusación fiscal y procesó con prisión a Leonardo David Sena, de 39 años, como autor de un delito de homicidio muy especialme­nte agravado. Hace tres años, el 22 de mayo de 2019, a pedido del entonces fiscal de Rocha, Jorge Vaz, la jueza subrogante Rossana Ortega remitió al cuidacoche­s Ariel Moreira, alias “el Cachila”, por coautoría de un delito de homicidio agravado. Ambos procesados son de complexión delgada.

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