El Pais (Uruguay)

“Tenemos un sistema enfermo de burocracia”

Silva apuesta al convencimi­ento en el primer encuentro “cara a cara” en la capital por la reforma educativa

- TOMER URWICZ

Es la última reunión del día y Robert Silva no va a llegar a tiempo. El hombre que dirige el máximo órgano decisor de la enseñanza uruguaya tiene que estar en menos de 20 minutos en una escuela del barrio Colón que queda a más de media hora de viaje de la sede central de la Administra­ción Nacional de Educación Pública en la que Silva sigue firmando documentos: un gasto observado en el liceo rural de Tupambaé, un chofer para una escuela de Rocha, la revisión de la luminaria del patio de un centro educativo de Montevideo. Después, casi dos horas después, dirá ante la comunidad de Colón que el sistema educativo “está enfermo de burocracia”.

Pero para eso falta. Porque Silva caza a la ligera su sobretodo gris que delata su título de abogado, baja en ascensor los tres pisos de la sede central haciendo malabares con libros y cuadernos que tiene que estudiar para futuras disertacio­nes, y entra al auto oficial que conduce Diego, el chofer con quien lleva recorridos más de 100.000 kilómetros en menos de tres años “con pandemia y todo”.

La fragancia intensa de un perfume con notas cítricas corta el aire. El asesor de comunicaci­ón del presidente del Codicen aprovecha el silencio para dar las primeras (y únicas) indicacion­es técnicas: “Mirá Robert que Montevideo no es como el interior, puede que te tiren con munición pesada”. Refiere a que la semana pasada, en Colonia, Silva fue al primer encuentro “cara a cara” con la comunidad educativa para explicar la intención de la ANEP sobre la transforma­ción educativa y lo recibieron con carteles y quejas sindicales.

A Silva no le inquieta “siempre que sea con respeto” y tranquiliz­a a su asesor dándole a entender que conoce las básicas de Aristótele­s de que “la retórica es el arte de descubrir, en cada caso en particular, los medios adecuados para la persuasión”. Por eso sabe, y lo repetirá ante los padres y vecinos de la escuela N° 50 de Colón, que “no se va a cambiar la educación si no hay conscienci­a social de la necesi

Silva: “No se va a cambiar la educación si no hay conciencia social para cambiar”.

dad del cambio. Por más presupuest­o y buenas intencione­s que se tenga se necesita la militancia por la transforma­ción”.

Pese a que entiende que todavía falta en parte de la sociedad y del cuerpo docente para ese “convencimi­ento”, Silva no parece dispuesto a bajarse de su meta y anuncia: “En el 2023 vamos a tener el comienzo de la transforma­ción (educativa)” y que se está “muy de acuerdo con el diálogo”, pero dispuesto “a tomar las decisiones que el servicio educativo tiene que tomar”. De ahí que repita en su discurso inaugural: “No venimos a buscar unanimidad­es”.

Pero el tiempo juega su pasada, no solo en que la hoja de ruta que se había trazado la Administra­ción lleva unos tres meses de retraso. Porque el “hacer tiempo” es parte de la estrategia que Flavio Harguindeg­uy —un exconcejal colorado devenido en subdirecto­r de Comunicaci­ón de la ANEP— le transmite por teléfono a Silva cuando nota que todavía el salón de actos no está repleto y que la demora vale la pena hasta que se completen las sillas.

“Pido disculpas por la demora”, es lo primero que dice Silva cuando toma el micrófono y sin vueltas se adentra en justificar la necesidad de una transforma­ción educativa. Uno de esos motivos, dice, es que “este país tiene un severo problema de aprendizaj­es”.

Una señora rubia que escucha atenta en la tercera fila —y que en breve nos enteraremo­s que es una profesora de Filosofía jubilada— no se aguanta y le sale el grito de “¡total!”, mientras asiente con la cabeza.

Otros de los escuchas ceban mate, filman con sus celulares y una joven saca apuntes.

Silva, que con los años de política fue aprendiend­o a acompañar el discurso con la gestualida­d de sus brazos, habla sobre cómo la necesidad de “un cambio en la gestión” para dotar de más autonomía a los centros educativos y pide “abrir las aulas” a los extranjero­s “haciendo honor a nuestra mejores tradicione­s”.

El maestro de ceremonia le agradece al presidente del Codicen

Exprofesor­a: “En educación tenemos un atraso de entre 70 y 80 años”.

y da paso al intercambi­o con el público. La timidez inunda la sala que no esconde la baja de temperatur­a que dejó el ciclón Yakecan. Una integrante de la comisión fomento rompe el hielo y habla de la faltante de pizarras. A su turno, el consejero del Codicen Juan Gabito le aclara que él “no rehúye de su responsabi­lidad”, que la secretaria de Primaria ya tomó nota. Otra mamá pregunta por qué les dan tablets a los niños si solo juegan con eso en sus casas, pero no las llevan a la escuela para estudiar. Y Silva responde que parte del problema es que se avanzó con la tecnología, pero no se formó a todos los maestros para que se apropien de ella.

Llega el turno de una exprofesor­a de Filosofía desde la tercera fila. Hace un discurso que acaba en lágrimas, una oratoria que interpela: “Lo primero que hay que atacar es el terror al cambio”, cita a Thomas Khun y el concepto de paradigma. “En educación tenemos un atraso de 70 u 80 años (…) no estamos prontos para que un varoncito a mitad de año se vuelva mujer”.

Silva también se emociona y le agradece sus palabras. Luego todo continúa en una charla de elogios cruzados, alguna crítica por la falta de tallerista­s en Magisterio, y la petición para que los arreglos en las escuelas sean más veloces. A lo que el presidente del Codicen responde: “El sistema educativo está enfermo de burocracia”.

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 ?? ?? CAPITAL. En el salón de actos de la escuela N° 50 de Colón el presidente del Codicen, Robert Silva, tuvo su “cara a cara” por la reforma.
CAPITAL. En el salón de actos de la escuela N° 50 de Colón el presidente del Codicen, Robert Silva, tuvo su “cara a cara” por la reforma.
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CONVOCATOR­IA

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