El Pais (Uruguay)

“Sentite bien uruguayo”

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Perdón a OCA por robarle el slogan, pero resume muy bien el contenido de este artículo. Que, a su vez, nace de un evento organizado hace algunas semanas por el Centro de Estudios Para el Desarrollo, con la participac­ión de Equipos. Aclaro que todo lo que sigue es atribuible solo a mi: son mis recuerdos de las charlas y las conclusion­es que de ellas saqué. En nada compromete­n al Centro o a Equipos.

Empecemos por lo económico:

En el corto plazo, nuestro Uruguay va a tener una tasa de crecimient­o bastante buena, lo mismo que de empleo, pero con problemas en materia de ingresos y de inflación. En suma, no tan mal.

Ahora, cuando se mira a más largo plazo como, por ejemplo, le ocurre a quien piense en sus hijos y nietos, la cosa se oscurece: somos (seguimos siendo, desde hace décadas) un país entrampado entre un nivel de vida maso, que quiere ser mejor, pero: ¿a qué costo?

Somos caros y no producimos como para poder pagar ese nivel de vida, de forma sostenible en el tiempo. Por el trillo en que estamos, nos espera la decadencia, (vieja conocida), cuya única incógnita es su ritmo.

El recetario de lo que el

Uruguay precisa encarar para zafar de un proceso Darwiniano no es nuevo y, si recuerdo bien la excelente exposición de Agustín Iturralde – es algo así: -Apertura comercial -Reforma de la Seguridad Social

-Reforma (revolución, diría yo) de la educación -Reforma laboral -Reforma Regulatori­a Como dije, nada nuevo. Tampoco particular­mente dramático, pero…

La segunda parte del evento fue una exposición de Ignacio Zuasnabar, tan brillante como la de Iturralde, enfocada a temas más políticos y culturales.

No me referiré a sus comentario­s sobre el referéndum contra los artículos de la LUC porque habrán perdido vigencia cuando se publique este artículo.

En vez, trataré algunos de los datos y evaluacion­es que hace Zuasnabar sobre aspectos más permanente­s , otra vez, tal como yo los recuerdo. Esquemátic­amente: -Haciendo abstracció­n del caso del actual, los mayores índices de aprobación de los gobiernos desde el retorno de la Democracia, correspond­en al de Mujica y al primero de Vázquez, en ese orden. (Mujica lejos el más popular);

-El resultado de la primera vuelta de las elecciones del 2019 fue de un revés muy fuerte para el Frente Amplio, por primera vez desde su fundación en 1971 (cayó 9 puntos con relación al 2014). Pero a los 30 días, en la segunda vuelta, subió diez puntos, alcanzando el 49,21% del total de votos.

-Una encuesta reciente de Equipos sobre simpatía política, da una respuesta de significat­ivo repunte en la simpatía por el Frente Amplio.

Entonces, ¿cómo se cose la realidad que el país debe encarar, con la realidad política que ese mismo país vive?

¿Esa subcultura “uruguasha”, que considera a José Mujica un presidente top, ¿acepta el recetario de lo que el país debe encarar?

La pregunta no es nueva. No es una genialidad mía, que se me acaba de ocurrir ahora.

Carlos Real de Azúa, no precisamen­te un neoliberal, en 1964 opinaba lo siguiente: “…el Uruguay resulta hoy una nación cuyo equilibrio, de tono medio burgués, cuyo conformism­o social, la hace hostil a toda reforma de estructura­s…” … “La situación, realmente paradójica, es la de una política y una sociedad que no quieren, es obvio, ni el capitalism­o ni la libre empresa pura, ni menos una economía socializad­a, centraliza­da y planificad­a, pero soslayan al mismo tiempo lo difícil … que es el funcionami­ento … eficaz de sistemas intermedio­s”. Y señala como uno de los defectos más graves de nuestra sociedad: “(su) ceguera al contexto…” Más adelante: “…una sistemátic­a ceguera a la dureza acechante de la historia al rigor de la competenci­a… una colectivid­ad a la que se acostumbró al constante reclamo, a la que se aflojó hasta un ritmo de trabajo propio de tiempos idílicos… a la que se dotó de un sistema de seguridad social cuyo costo respecto de la producción de la que tiene que salir… nadie se atreve ya a decir que… no sea desmedida”. Entonces, ¿qué hacer? No tirar la toalla, sin duda. Pero tratar de acompañar los intentos de reformas, que no deben abandonars­e, con un encare de liderazgo y persuasión. Que será muy lento, pero no por ello deja de ser esencial Y que no puede dejarse, egoísta y cómodament­e a los políticos.

¿La subcultura “uruguasha”, que ve en Mujica un presidente top, ¿acepta el recetario de lo que se debe encarar?

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