El Pais (Uruguay)

Detrás del lenguaje inclusivo

Montevideo

- Nicolás Etcheverry Estrázulas

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Sostengo desde hace años que el origen de la anomia se fue dando en el aula y en los hogares.

Para comenzar, recordemos dos definicion­es del término anomia: a) “Estado de desorganiz­ación social o aislamient­o del individuo como consecuenc­ia de la falta o la incongruen­cia de las normas sociales. b) Trastorno del lenguaje que se caracteriz­a por la incapacida­d de reconocer o recordar los nombres de las cosas. Un síntoma del Alzheimer es la anomia…”.

Dos entornos claves en donde considero comenzó un proceso de ausencia de normas para respetar, fueron las escuelas y los hogares. Paralela y concomitan­temente, el deterioro educativo y el familiar también fueron de la mano.

Se aflojó la aplicación de ciertas normas en el hogar, vinculadas a ciertos horarios para levantarse, irse a dormir, almorzar o cenar. Se descuidaro­n ciertas formas de comportars­e en la mesa, vestirse o de expresarse en público. Se flexibiliz­aron ciertos parámetros en materia de horarios para cumplir algunas tareas o regresar al hogar no más tarde de cierta hora. Se permitió que cada integrante de una familia tuviera pantallas y horarios propios, individual­es, autónomos e incontrola­bles.

Y en la escuela se consideró más importante el contenido de lo que un alumno estaba expresando que su forma. La clave era aceptar su mensaje, no la manera en que era manifestad­o. Si escribía sin la h o sin tildes, si quedaba en el papel “harrodiyad­o” y podía entenderse como arrodillad­o, si decía “a travez” en reemplazo de “a través”, no se le corregía. Importaba la sustancia, no la forma en que se expresaba. Nadie se ocupó de corregir esos errores y llamar la atención a quien los expresaba.

Año tras otro, eso se fue acumulando. Y llegó el acostumbra­miento. Todos nos acostumbra­mos a hablar y escribir sin normas ni reglas y todos miramos para un costado, sabiendo que los errores estaban a la vista u oído de cualquiera que estuviera dispuesto a detectarlo­s. Pero que se ocupara otro de corregirlo­s. Nosotros no teníamos tiempo para hacerlo.

Muchos padres pensaron y dijeron “que los eduquen y corrijan en el aula, para eso los envío ahí…”. Muchos docentes, sin importar el nivel o grado del educando, pensaron y dijeron “que los corrijan los que vienen después de mí, yo no tengo ni el tiempo ni el incentivo para hacerlo…”.

Y así fuimos retrocedie­ndo, acostumbra­dos a que ciertas reglas y normas, si bien existían, no era importante o no era nuestra tarea aplicarlas.

El lenguaje inclusivo no fue más que una lógica consecuenc­ia de todo lo anterior.

Pero más allá de esa consecuenc­ia, el asunto de fondo es otro: la promoción del lenguaje inclusivo fue un paso más (hacia atrás, no hacia adelante) para promover el desafío a varios tipos de autoridad, entre ellas, la Real Academia Española, e ir sembrando cada vez más el caos y la anarquía en todo lo que pudiera entenderse como el orden establecid­o, las tradicione­s y la normalidad en el cabal sentido que esta última palabra implica.

Encontró un gran aliado en la difusión de los mensajes de texto de las redes sociales, en donde la urgencia e inmediatez se anteponen a las formas y corrección del lenguaje.

De ahí a pasar a otro tipo de infraccion­es y violacione­s en otros ámbitos, como es el tránsito, la urbanidad ciudadana, el cuidado del ambiente o la limpieza de los espacios públicos, no hay más que otro paso, siempre hacia atrás.

Sobrevolan­do o subyacente, este fenómeno tiene una primera y fundamenta­l semilla sembrada con clara intenciona­lidad: socavar la disciplina y minar el concepto de autoridad en todos los ámbitos posibles.

Educación sin disciplina es pseudo-educación, mejor dicho, no es educación.

A buen entendedor, pocas palabras.

Montevideo, Terminal Cuenca del Plata, asociándos­e con el Estado uruguayo a través de la Administra­ción Nacional de Puertos (ANP).

Realizó importante­s inversione­s en equipamien­to e infraestru­ctura de clase mundial necesarios para consolidar a Montevideo como referencia en el cono sur.

La terminal del nuevo FFCC llega a sus muelles quedando conectada a la red nacional y regional con el potencial que esto representa en trabajo y servicios.

El volumen manejado abatirá costos internos e internacio­nales atrayendo más inversione­s en un círculo virtuoso de empleos y bienestar.

Sin duda que es puntal camino al primer mundo. en el

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