¡El avión, el avión!
Tal vez los lectores más veteranos recuerden ese grito, proferido por el actor Hervé Villechaize, al principio de cada capítulo de aquella serie llamada “La isla de la fantasía”. Por casualidades de la vida, esta ficción televisiva estadounidense de los años 70 y 80, últimamente se está evocando una y otra vez por nuestros pagos.
Primero fue porque con el mismo título ha sido definido desde estas páginas el proyecto de una isla artificial urbanizada frente a Punta Gorda, que generó entre la intelligentzia frenteamplista un rechazo directamente proporcional a los beneficios que el emprendimiento podría traer al país. Y segundo, por el nuevo tema de conflicto entre gobierno y oposición, el del inquietante avión venezolano-iraní que, con ejemplar criterio, el ministro de Defensa Nacional no autorizó a aterrizar en nuestro suelo. Algo que no debería pasar de interpretarse como un hecho preocupante, por su apariencia de movilización terrorista encubierta, se convirtió en otro motivo más de exasperación opositora contra el gobierno.
A medida que pasan los días, llegan
Representante de Microsoft Lab nuevas noticias desde Argentina donde se profundiza la desconfianza en esa misión de un avión carguero que traía una tripulación más numerosa de lo normal, con una veintena de ciudadanos venezolanos e iraníes, y un piloto actualmente imputado por la justicia del país vecino por delito de terrorismo, al constatarse su pertenencia a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán.
Cada novedad que surge genera más sospechas. Se informó por ejemplo que la tripulación solicitó aterrizar en Carrasco para descansar, cuando contradictoriamente se supo que antes de despegar de Ezeiza, ya habían gozado de tiempo libre en Buenos Aires. Del análisis del teléfono móvil del piloto también surgen motivos de preocupación, porque incluye fotos de armamentos y consignas contrarias al Estado de Israel.
Primero se adujo que el avión transportaba autopartes; luego que cargaba cigarrillos. El ministro de la Secretaría Anticorrupción de Paraguay, René Fernández, ha informado que si esa fuera la justificación del vuelo, no sería sustentable económicamente, por lo que hay indicios de que se trató de “una operación de fachada”.
Estas constataciones no impidieron que el FA llamara al ministro de Defensa Nacional al parlamento para dar explicaciones sobre la negativa uruguaya, intentando desde las redes sembrar dudas sobre la decisión tomada. Pero la argumentación oficial fue tan contundente que la oposición se dio por satisfecha en esa instancia.
Sin embargo, en forma simultánea hubo declaraciones públicas de dirigentes del FA intentando, cuándo no, desprestigiar al gobierno. El siempre ocurrente expresidente José Mujica calificó el caso como “una gigantesca novela”: “dijeron de todo pero no aparece nada, absolutamente nada”, dijo. Por su parte, el ex vice Rodolfo Nin Novoa redobló la apuesta, dando por válida la excusa del transporte de autopartes y calificando toda la operación de “paranoia de la derecha”.
La explícita estrategia del FA de no dar respiro al gobierno y aprovechar cada hecho político para castigarlo, los hace agarrarse de cualquier cable pelado con tal de ponerla en práctica. Exhiben una evidente falta de coordinación, atacan desde todos los frentes y no dudan en echar mano a tergiversaciones o medias verdades, en esa táctica de que todo suma y cualquier monedita sirve.
“Estoy especialmente entusiasmada con lo que he visto, un ambiente muy apropiado para la innovación.”
Rashmi Misra
La explícita estrategia del FA de no dar respiro al gobierno y aprovechar cada hecho político para castigarlo, los hace agarrarse de cualquier cable pelado con tal de ponerla en práctica.
En el caso puntual del avión venezolano-iraní, no tienen reparos en volver a mostrarse en la misma vereda de Nicolás Maduro, quien un día aplaude los halagos que recibe del presidente argentino en la Cumbre de las Américas y al día siguiente lo insulta, por su determinación a investigar el tema que nos ocupa.
Parece que nuestros líderes opositores no ven como un riesgo identificarse con la decadente dictadura chavista, sino al revés: están haciendo ostentación de ello. Nuevamente insisten en arrinconar su posicionamiento ideológico hacia la extrema izquierda, haciendo guiñadas a las expresiones continentales más carentes de democracia y republicanismo. ¿Qué dicen los socialdemócratas frenteamplistas de todo esto? ¿Creen de verdad que todo suma? ¿Suponen en serio que si en el futuro llegan al gobierno, los radicales y chavistas que hoy marcan la agenda opositora se quedarán callados y mansitos?
Son preguntas que deberían preocupar no solo a los dirigentes y votantes republicanos del FA, sino a todos los uruguayos. Para que la actual sujeción de nuestro país al sistema democrático-representativo no sea, también, una efímera “isla de la fantasía”.