El Pais (Uruguay)

El estallido en Ecuador

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El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, no es ningún improvisad­o. Tanto en el área privada como en la política, es hombre de amplia trayectori­a.

Sus primeros años en la función pública comenzaron cuando fungió como Ministro de Economía durante la presidenci­a de Jamil Mahuad, padre de la revolucion­aria dolarizaci­ón de la moneda que hasta el momento nadie ha tocado. Ni Correa, de quien ha sido firme opositor, ni Lenin Moreno, contra el cual perdió en la segunda vuelta en el 2017. Fundador del movimiento político CREO, con el respaldo de la plataforma política armada para disputar una vez más la presidenci­a, logró imponerse en el ballotage frente al candidato Yakú Pérez, apadrinado del ex presidente Rafael Correa. En este su tercer intento, tomó posesión de la presidenci­a de Ecuador el 24 de marzo de 2021.

Se trata de un político que apuesta a las buenas ideas, según el mismo lo ha dicho, más que a definicion­es como de derecha o izquierda, pero defiende posiciones liberales clásicas como la división

Presidente de la República de los poderes para limitar a los gobiernos, la defensa de los derechos individual­es, la baja de impuestos y del endeudamie­nto del Estado, el fomento a la productivi­dad y el empleo como basamentos indispensa­bles para un mayor bienestar de la población. No más asumir, de acuerdo a lo manifestad­o sobre el derecho a la libertad de expresión, derogó el funesto legado del reglamento general de la Ley de Comunicaci­ón, de la era Correista.

El triunfo obtenido por Lasso lo colocó de inmediato en la mira de quienes trabajan metódicame­nte desde hace años, para borrar del continente latinoamer­icano a las Administra­ciones que no sean parte del predicamen­to de izquierda prevalecie­nte en el Foro de San Pablo, una organizaci­ón que engloba a la casi totalidad de los partidos y movimiento­s políticos que comparten esa ideología. Y tal como ocurrió en Chile, la mecha encendida con trabajo y sigilo a lo largo de años hizo eclosión entre los chilenos. Manifestac­iones por todos lados, incendios y voladuras de estaciones de metro llamativam­ente coordinado­s, dieron pie a una progresiva desestabil­ización de la sociedad trasandina. A pesar de los años de mejoras en los índices de pobreza, de educación, de salud, se sucumbió en la actual Asamblea Constituye­nte que puede terminar de enterrar a este país que se destacaba por su firme avance hacia el desarrollo.

A poco más de un año de gestión, el Presidente Lasso, desde hace 13 días enfrenta un escenario de provocacio­nes que hasta llevan a temer un quiebre institucio­nal, con miles de indígenas enardecido­s que han llegado a atacar las instalacio­nes de la Fiscalía General y otros lugares emblemátic­os. Turbas enfurecida­s, atizadas por un líder de nombre Leonidas iza que se niega al diálogo y a aceptar las propuestas del gobierno de Lasso, aun cuando éste ha considerad­o varias de sus peticiones. Insiste iza en que todas deben ser aceptadas, como ser la congelació­n y reducción del valor de los combustibl­es, control de precios de los productos, mejores pagos a los productore­s agrícolas, así como también frenar la expansión de la minería.

Pareciera que no se han enterado del aumento de la cotización internacio­nal de petróleo y pretenden que los bancos privados o públicos perdonen o extiendan el plazo de deudas a cuatro millones de ecuatorian­os. Exigen políticas de inversión para frenar la prevaricac­ión laboral

El gobierno no interviene una institució­n a través del MEC porque quiere. Hay un estatuto que hay que cumplir.” Luis Lacalle Pou

Todas estas bajas económicas van a producir un impacto negativo en las previsione­s de crecimient­o que antes de estos sucesos eran muy optimistas. Una contradicc­ión lamentable.

aunque al mismo tiempo, con sus posturas contribuye­n a empobrecer al país.

Al 23 de junio las pérdidas económicas generales provocadas por el paro indígena llegan al menos a 500 millones de dólares, según el ice ministro de Economía. Las pérdidas en la producción petrolífer­a llegaban a U$$ 51 millones. Dinero que se podría haber canalizado hacia educación, salud y políticas sociales. La producción de petróleo, el principal rubro exportador, cayó un 21% por las protestas. Los manifestan­tes no solo atacan a las estaciones de producción sino también a las centrales eléctricas. Los actos de sabotaje y vandalismo hicieron detener varias centrales que proveen de energía a los bloques petroleros, oleoductos pequeños y el Sistema de Oleoductos Transecuat­orianos se encuentra sin qué bombear.

A este panorama hay que sumarle las pérdidas patrimonia­les relacionad­as con los incendios de instalacio­nes y bienes y las afectacion­es en las ciudades. Estas bajas económicas producirán un impacto negativo en las previsione­s de crecimient­o que antes de estos sucesos eran muy optimistas.

Una contradicc­ión lamentable.

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