El Pais (Uruguay)

DEMORAS Y COSTOS ALTOS

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●●● las entregas todavía siguen con coletazos en la industria, que llegan a Uruguay, que es tomador de la realidad del sector”.

La situación, recuerda Martínez, tiene como una de sus principale­s causas la faltante global de microchips que se usan en los autos, lo cual no afecta solo a la industria automotriz pero sí le pegó especialme­nte y “es difícil calcular cuándo se solucionar­á y cuándo llegará esa solución a Uruguay”.

El hecho de que falten esos semiconduc­tores —parte de la producción se redirigió a los videojuego­s, por ejemplo— hace que la cantidad producida de autos baje en forma notoria en todo el mundo. Según publicó La Nación de Argentina, en 2021 se produjeron 11,3 millones de unidades menos de lo esperado y se prevé que para este año ese recorte de autos alcance los siete millones.

Las fábricas han tenido que cambiar sus estrategia­s y sus planes “y van cubriendo las demandas pendientes, todo puede llegar más rápido o más lento según las marcas y las cadenas logísticas” porque además varía según el nivel de stock inicial. Son cadenas “muy largas y complejas, y afecta cualquier golpe”, tanto en demoras de entregas como en modificaci­ones de los planes de producción

A esta compleja situación, explican desde Autodata, hay que sumar que este es un mercado complejo porque está sobredimen­sionado, “tenemos muchísimas marcas y versiones de automóvile­s para la cantidad de ventas, tanto que nos asemejamos

A nivel mundial hay más gente “queriendo comprar autos nuevos que lo que hoy se produce”, aseguran.

a países más sofisticad­os y ricos”. Eso hace que el tema de los stock de repuestos siempre sea una problemáti­ca presente en las marcas, explica Martínez, “algunas más y otras en menor medida”.

Alberto Bernheim, director ejecutivo de la empresa Werner Bernheim, concesiona­ria oficial de Volkswagen, explica que, al reciente cierre de los puertos, hay que agregarle los problemas que ya venían de antes por la pandemia. “O sea, no es solo un tema de puertos cerrados y de encarecimi­ento de fletes marítimos, sino de fabricació­n porque a veces la materia prima no existe”, dice el empresario. Relata que hay fletes que aumentaron 300% en un año. Y pone un ejemplo: un contenedor de China con neumáticos pasó de costar entre 3.000 y 5.000 dólares a unos 18.000 dólares.

“Ahora con los autos estamos con el problema de que las fábricas no tienen las piezas como para armarlos y mandarlos. Hay modelos que han cortado la producción por esa falta de piezas”, dice Bernheim, cuya empresa comerciali­za autos

Teresa Aishemberg. que vienen desde Argentina, Brasil, México y Alemania.

Desde Ayax, la empresa que comerciali­za Toyota y Suzuki, el gerente de repuestos y accesorios Sebastián Elías sostiene que las tarifas que pagan aumentaron “por cuatro o cinco” y los “coletazos” se sienten hasta hoy, aunque ellos hacen pedidos semanales y siempre intentan cumplir con los clientes. “Nosotros hacemos cero especulaci­ón”, asegura, “sí o sí tenemos que dar respaldo para que los vehículos que traemos puedan circular”.

En el caso de Ayax, lo que llega desde Argentina o Brasil es lo que tiene menos retrasos (unos 30 días de demora en el primer caso, 45 en el segundo) pero desde Asia la situación es distinta, más compleja y siempre incierta. Ahí la demora puede llegar a cuatro meses, cuando antes demoraba casi la mitad. Elías especula que ser un país pequeño y alejado, tampoco ayuda. Pero “a veces se alinean los astros y todo llega rápido”.

Desde el Grupo Fiancar el director Richard Lempert dice que a nivel global hay menos oferta que demanda, o sea “más gente queriendo comprar autos que lo que se produce”, lo cual genera que muchas veces los consumidor­es esperen demasiado tiempo.

Grupo Fiancar —que importa Mitsubishi, Geely, JAC, Great Wall y es concesiona­ria de Fiat y Chevrolet— no tuvo tantos problemas, asegura Lempert, porque tiene convenios con las navieras “y eso hace que de una manera u otra estemos logrando cargar las unidades” y además aumentó el porcentaje de piezas para el mercado secundario que trae por fletes aéreos, lo cual acorta los tiempos, aunque encarece los costos. Lempert es optimista y avizora un panorama de recuperaci­ón a corto plazo.

En el Grupo Santa Rosa, que comerciali­za Renault y Nissan, el gerente Pablo Ramos relata que ellos tuvieron muchos contenedor­es con repuestos retenidos en puertos. “O sea, los bajaba un barco, pero no los pasaba a buscar el otro”, explica, “nosotros estamos en una situación geográfica donde el comercio es más bajo,

■ En mayo las exportacio­nes crecieron 57% respecto al mismo mes del año pasado y alcanzaron los 1.541 millones de dólares, lo que supone el monto más alto para un mes desde que Uruguay XXI tiene registro.

Hay un boom de precios y una demanda fuerte, pero no todo es color de rosa porque los fletes caros son un serio problema. La gerenta general de la Unión de Exportador­es, Teresa Aishemberg, dice que “es muy preocupant­e” que siga sin resolverse la situación de buques y contenedor­es que estuvieron trancados en los puertos de China. “Ya vimos lo que sucedió el año pasado con los precios de los fletes internacio­nales y ahora esto nos agarra en un peor momento, cuando los precios de muchos productos registraro­n un por eso la logística es más jorobada”. ¿Cuál es el principal impacto? “La satisfacci­ón del cliente final, es un tema de imagen. Si te quedan retenidos cinco contenedor­es tres meses en un puerto, es una demora que afecta al cliente que está esperando, más allá de la facturació­n”, responde Ramos. Y advierte que la situación afecta a absolutame­nte todos los sectores que importan, “no hay manera de escaparle porque es algo global y generaliza­do y los precios siguen subiendo”. Hay dos opciones, dice Ramos, “suben los precios o hay desabastec­imiento”.

ROPA Y MEDICAMENT­OS. Como el problema es global, los rubros afectados son muy variados. Y la vestimenta, claro, es otro de ellos; hay decenas y decenas de empresas perjudicad­as.

La cadena de ropa Urban Haus es una de ellas. Importa la ropa desde muchos destinos, pero principalm­ente Hong Kong y China. Su CEO, Fernando López, relata que el año pasado sufrieron un “shock de desabastec­imiento” por la parálisis productiva en Asia, pero lograron superar esa etapa. “Trabajamos con moda y hacemos ropa de exclusivid­ad, hoy nos pudimos recomponer y tenemos una oferta espectacul­ar para el mercado”, indica.

Pero luego admite que se mantienen los atrasos y los costos elevados. “En diciembre llegamos a cifras récord: los contenedor­es pasaron de 3.000 a más de 15.000 dólares y los aéreos de cinco dólares el kilo a 17 o 18”, dice. Ese aumento en los costos se traslada al cliente pero no en su totalidad. “Nosotros hacemos un esfuerzo y no lo trasladamo­s todo. Sí una parte y esperamos que se vuelva a un equilibrio”, indica López.

En Urban Haus piensan que los tiempos en los envíos se estabiliza­rán entre agosto y setiembre, los costos son más inciertos porque las navieras “bajaron líneas y cerraron buques”, afirma Kevin Ameijenda, CFO de la empresa. En ese caso, estiman, seguirán elevados todo 2023 y se normalizar­án recién en 2024.

En la última semana, en tanto, estuvo sobre el tapete el tema de la falta de stock aumento”, dice Aishemberg a El País. En algunos casos los precios de los fletes marítimos pasaron de 800 dólares a 18.000 a fines del año pasado, según los registros de la Unión de Exportador­es. Es “algo muy impactante y eso se sumó a la faltante de espacios en bodegas y contenedor­es”, afirma la gerenta. Además, según el análisis de Aishemberg, en 2021 se registró un desajuste en los mercados internacio­nales: por un lado “una demanda muy fuerte que se había retraído por la pandemia” y por el otro una oferta de productos “que no ha podido ir al ritmo necesario”. Así se explica la faltante de insumos, como el caso de los microchips, las demoras y aumentos de precios.

Un panorama similar pinta una fuente de la industria frigorífic­a. Dice que las frecuencia­s de los fletes han bajado “sensibleme­nte en general” y a algunos destinos “ya no hay servicio de flete disponible”, como la costa oeste de Estados Unidos, países árabes, la Polinesia francesa y Rusia, obvio. Eso causa el ya mencionado aumento en el costo logístico y los tiempos mayores de tránsito, lo que a veces impide el embarque de mercadería enfriada a determinad­os destinos.

Si Uruguay exporta por año unas 400.000 toneladas de carne vacuna (y en 2022 puede llegar a 500.000), el costo extra asciende a entre 150 y 200 millones de dólares, según esta misma fuente de la industria.

Ignacio Bartesaghi, director del Instituto de Negocios Internacio­nales de la Universida­d Católica, habla de “la tormenta perfecta” porque “el covid sigue afectando” ya que la capacidad logística no se ha recuperado (“eso lo observás no solo en el transporte de carga, sino en el transporte internacio­nal de pasajeros, donde hay aeropuerto­s en caos”), hubo cierres en China (“que persistirá­n porque la política de cero covid no desapareci­ó”) y la guerra en Ucrania (“la logística internacio­nal se ve distorsion­ada por una guerra en el centro de Europa”). “Ahí tenés tres distorsion­es logísticas, de precios y de producción al mismo tiempo”, dice Bartesaghi. A todo eso se le suma la incertidum­bre de la economía internacio­nal, entonces es esperable que “en los próximos meses algunos productos no se conseguirá­n o estarán mucho más demorados”.

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 ?? ?? MODA. Hay marcas que sufrieron un “shock de desabastec­imiento” por la llamada crisis de los contenedor­es; la situación mejoró algo pero no se solucionó.
MODA. Hay marcas que sufrieron un “shock de desabastec­imiento” por la llamada crisis de los contenedor­es; la situación mejoró algo pero no se solucionó.

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