El Pais (Uruguay)

COSTO: DESDE MIL DÓLARES

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●●● gias para la madre y riesgos de mortalidad y morbilidad para el feto.

“Nadie controla la salud fetal, no se están escuchando los latidos del bebé en el proceso del parto. Si bien podemos decir que el nacimiento es un proceso fisiológic­o, es el único en el que los profesiona­les de la salud tenemos dos vidas. Hay que controlar al mismo tiempo a dos pacientes”, plantea la médica.

Uno de los argumentos más fuertes que expresan los especialis­tas que no recomienda­n los partos en casa, tiene que ver con la velocidad de respuesta si hay una complicaci­ón. “Promovemos la humanizaci­ón institucio­nal del nacimiento, es el mejor escenario para que se produzca el nacimiento con calidad y seguridad. Hay un elemento importante a atender, y es que un parto puede tener innumerabl­es complicaci­ones, y acá no hay un sistema de regionaliz­ación y traslado de emergencia que nos permita pensar en que los partos se pueden dar en domicilio”, explica el doctor Leonel Briozzo, profesor titular de la Clínica Ginecotoco­lógica A de la Facultad de Medicina de la Universida­d de la República y jefe del Departamen­to de Maternidad del Hospital de la Mujer del Centro Hospitalar­io Pereira Rossell.

El Ministerio de Salud Pública (MSP) maneja el mismo criterio que explica Briozzo. En la Guía en salud sexual y reproducti­va, de 2014, se recomienda­n prácticas que tomen en cuenta siempre a la paciente y su voluntad a la hora de dar a luz, se insiste en que se le debe informar de todos sus derechos antes y durante el proceso de parto, pero no recomienda el parto en el domicilio.

Las parteras que asisten nacimiento­s en casa desarrolla­n un plan de seis meses de trabajo previo al parto y durante más de un mes están disponible­s las 24 horas del día, atentas a salir para atender el parto. Tal y como ellas lo ven, el sistema integrado de salud debería de hacerse cargo de este tipo de nacimiento­s. De esta manera se generarían las condicione­s que los propios profesiona­les señalan que no están, que es básicament­e el sistema de traslado de emergencia­s.

Una partera que trabaja de a dupla asistiendo partos opina que en Uruguay el uso de las emergencia­s móviles ha sido desvirtuad­o. “Atienden un resfriado, un dolor de oído en domicilio, pero para lo que es realmente una emergencia no están. Humildemen­te creo se debería de poner el foco ahí, es menos del 1% el caso de los nacimiento­s que se dan en casa”.

Ahora bien, desde el punto de vista económico, ¿qué tan accesible es parir en el hogar con asistencia especializ­ada? Las cifras pueden variar, pero para que un grupo de parteras se encargue de un nacimiento en el hogar los montos se inician en unos 1.000 dólares. Para plantear una comparació­n, un ginecólogo tratante que asiste al parto de la paciente que atendió en los controles, muchas veces cobra por encima de los 1.000 dólares, según contaron mujeres que contrataro­n este servicio y también ginecólogo­s que lo prestan.

El parto sin asistencia alguna en el domicilio no se justifica nunca, pero nunca. Ningún ginecólogo ni partera te lo va a decir”.

VIOLENCIA OBSTÉTRICA. “Hay muchas cosas que están fuera de nuestro control, el poder sobre la vida es una de ellas. Vos hacés todo lo que los médicos te dicen y eso no es garantía de nada. Todo puede pasar, hay que estar preparada, en mi caso lo hablamos mucho con mi compañero y sabíamos todos los riegos”, cuenta Caroli

Grazzia Rey, ginecóloga grado 4 y profesora agregada de la Clínica de Ginecotoco­logía B del Hospital de Clínicas. na Borgia, coordinado­ra de la Red Latinoamer­icana y el Caribe para la Humanizaci­ón del Parto y el Nacimiento Uruguay. A su tercer hijo lo tuvo en casa y asegura que no cambiaría nada por eso. “Recibimos a nuestro bebé con respeto, sin manoseos ni intervenci­ones innecesari­as”, dice.

Sus primeros dos hijos nacieron por cesárea y en ambos casos tuvo muy malas experienci­as. En el primer parto, el ginecólogo le mandó a romper bolsa y prepararla para la cesárea sin haber hablado con ella sobre las distintas posibilida­des, ni explicarle porqué entendía necesario indicar una cesárea. “Va en las formas. Una cosa es que el médico se presente, te pregunte tu nombre y te explique. Otra es que entre a tu habitación y te diga ‘a ver gordita abrime las piernas que te voy a revisar.’ Esto es un proceso muy íntimo, donde está en juego la sexualidad y la genitalida­d”.

Para la ginecóloga Rey las institucio­nes de salud al igual que los médicos han avanzado en lo que ella llama “parto respetado”, y cree que los casos de malos tratos hacia las mujeres ahora son excepciona­les. Esta idea comenzó a aplicarse hace unos 20 años, aunque en Uruguay ya en 1970 el profesor y científico Roberto Caldeyro Barcia introdujo el término “parto humanizado”. Pero la realidad es que en nuestro país las prácticas de respetar a la mujer comenzaron como política pública luego de 2012, cuando el MSP publicó el Documento técnico de maternidad­es, que fue firmado por el ministro de ese momento, el doctor Jorge Venegas, bajo el grado de ordenanza ministeria­l.

Volvemos a la historia de Carolina. Su segundo parto fue aún más violento, y hasta hubo mala praxis, según dice. “Me dejaron más de seis horas en un pasillo porque no había sala y tuve una hemorragia grave. Por eso estaba segura que si ingresaba a un centro de salud (por un nuevo parto) me iban a volver a operar”.

Según activistas a favor del parto en casa, la violencia obstétrica perdura e incide fuertement­e en la decisión.

Su tercer hijo hoy tiene cuatro años. Nació en su casa, en un parto sin anestesia. “Iba a estar sola con mi pareja, pero después una compañera que hizo la carrera de partera conmigo me vino a acompañar”. Carolina es casi partera, cursó y aprobó todas las materias de la licenciatu­ra, pero no entregó la tesis. “Sentí que iba a ir a pelear contra molinos de viento, que no solo no me podía proteger a mí, sino a las otras mujeres que fueran a parir”.

Los tiempos han cambiado positivame­nte en el ambiente ginecológi­co, reconocen Rey y Briozzo. Es que ahora los nuevos doctores tienen otra formación que sigue claros parámetros donde los profesiona­les de la salud están al servicio de la mujer. “Antes hasta las formas de dirigirse a la persona eran horribles, les decían ‘a ver mamita’, ‘dale mamá’. Eso ya no, ya está. Se le habla por el nombre y si no lo sabemos es simplement­e ‘señora’”, dice Rey. Agrega: “También era regla el rasurado, la episiotomí­a, el enema y parir acostada. Esto me pasó a mí con mis dos hijos. Pero por suerte la evidencia ha demostrado que todas estas prácticas no son necesarias, salvo excepcione­s”, explica la ginecóloga.

Briozzo, por su parte, plantea que en Uruguay puede haber algún ginecólogo que aún realice prácticas abusivas “pero son los menos”. En definitiva, ambos ginecólogo­s reconocen que tienen colegas más veteranos que durante toda su carrera realizaron prácticas invasivas, y como “los resultados fueron buenos”, es decir madre y bebé vivieron, se resisten a los cambios.

Para la activista Carolina Borgia la violencia obstétrica sigue presente en las salas de maternidad, y esta razón incide en que cientos de mujeres elijan tener a sus hijos en casa. “Sistemátic­amente el mensaje del poder médico es que no podés, que no sos capaz. Esto es consecuenc­ia de la mirada machista y misógina que existe sobre la mujer. Hay cero confianza en la naturaleza, el cuerpo de la mujer es visto como una máquina defectuosa que al menos tiene que ser controlada”, opina. Lo que molesta —continúa Borgia—, “es que las mujeres puedan decidir, no importa qué, si es tener a tu hijo en casa o una interrupci­ón voluntaria del embarazo”.

“Empoderar” e informar a las mujeres, es una obligación que deben de cumplir los profesiona­les que trabajan en nacimiento­s, según la doctora Rey. “Desde el camillero, pasando por enfermería y los propios ginecólogo­s tenemos que desarrolla­r la empatía y esto se viene haciendo. La obstetrici­a es el arte de la paciencia”, dice.

Como sea, este es un tema que implica varias miradas, “pero la principal tiene que estar enfocada en los derechos de la mujer para decidir dónde quiere que se dé el parto”, dice Briozzo. Eso sí, siempre bajo la misma advertenci­a: “El nacimiento es uno de los procesos biológicos más maravillos­os, pero contiene una cuota grande de imprevisib­ilidad en cuanto al resultado, por lo tanto se tiene que dar en un lugar donde se puedan atender las complicaci­ones. El parto en casa no está asegurado hoy en Uruguay. Las condicione­s de traslado en tiempo y forma para la madre y el recién nacido no están garantizad­as”.

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TRAGEDIA. Algunos días atrás las miradas se posaron en La Paloma, donde falleció un bebé que había sido parido en el domicilio, sin asistencia sanitaria.
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DERECHOS . En 2012, el MSP lanzó las primeras políticas en pos del parto humanizado.

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