El Pais (Uruguay)

El rechazo de una cláusula de paz

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Prácticame­nte desde que empezó el año, el sector lácteo —con Conaprole a la cabeza—se encuentra en conflicto que, obviamente no solo golpea el alto nivel de exportacio­nes que tienen la leche y sus derivados, sino que afecta también a las familias de nuestro país. Podrá decirse que no hay un desabastec­imiento total, pero sí notorios faltantes de productos que habitualme­nte se consumen (distintos tipo de leche, sobre todo fresca en los comercios barriales, en caja, yogures, quesos, manteca y otros).

El motivo de esta paralizaci­ón es la firma del convenio laboral que regirá por cuatro años. La industria láctea ofreció a los trabajador­es recuperaci­ón salarial, partidas especiales, ajustes según la inflación y ante cambios tecnológic­os y una partida de $ 2.000 por mes a todos los trabajador­es en el último año del convenio. Como contrapart­ida se pide que exista una “cláusula de paz” para evitar una situación de “constante conflictiv­idad del sector” que viene recuperánd­ose tras varios años de sobrevivir con el precio internacio­nal de la leche por el subsuelo y llevó a la desaparici­ón de unos 500 pequeños productore­s.

Presidente del INAU

Pero no. La Federación de Trabajador­es de la Industria Láctea que tiene su principal socio en la Asociación de Obreros y Empleados de Conaprole que maneja el Partido Comunista, no quiere saber nada sobre trabajar en paz. Como dijo un alto ejecutivo de la Cámara de la Industria Láctea del Uruguay (CILU), “los trabajador­es no aceptaron la propuesta y en cambio trajeron una fórmula alternativ­a que mina totalmente la cláusula de paz y deja abiertas las reivindica­ciones salariales en forma similar a 2018 que fue reiteradam­ente incumplida”. Basta observar todos los paros y huelgas que se registraro­n desde ese entonces, donde la paz fue una patraña y nunca existió.

Quieren hacerla desaparece­r por más que esa cláusula no comprende, a) las reivindica­ciones salariales originadas por actualizac­iones tecnológic­as y ya concretada­s, en cuanto no hayan sido puestas en funcionami­ento; b) reestructu­ras operativas o funcionale­s; c) afectación de condicione­s de trabajo no vinculadas a aspectos salariales; d) afectación de fuentes laborales; e) cualquier acto o decisión de similar tenor no vinculados directamen­te con aspectos salariales.

La lechería, en general, entre empleados directos e indirectos (trabajador­es de tambo, servicios, recolecció­n de leche, distribuid­ores de productos) da trabajo a más de 50.000 personas y a ellos afecta también la falta de una cláusula de paz.

Pero hoy por hoy, no solo rechazan la cláusula, sino que también amenazan afectar las exportacio­nes y anuncian entrevista­s con las embajadas de aquellos países que Uruguay exporta. El año pasado Conaprole exportó por 517 millones de dólares a más de 60 países. Obvio que no se les ocurre ir a reclamar en la embajada de Venezuela por los 30 millones de dólares que ese país adeuda a Conaprole desde 2016, por un negocio que arregló el presidente Tabaré Vázquez con el dictador Nicolás Maduro. Son amigos de Venezuela y su régimen.

Todo esto ocurre desde el sindicato hacia afuera. Pero veamos cómo es adentro la situación de Conaprole y sus funcionari­os

—Conaprole tiene 2.000 empleados efectivos y 200/300 zafrales a lo largo del año. Un empleado recién efectiviza­do en la cooperativ­a gana mínimo $ 45.000 en la mano y un zafral (trabaja 6 meses y va 6 meses a seguro de paro) más de $ 35.000 en la mano. Un poco más arriba, los 170 empleados de mantenimie­nto perciben $ 98.000 y reclaman un aumento del 40%.

—Los empleados de Conaprole trabajan

“En INAU encontré debilidade­s en el régimen de las adopciones y en el contralor de los convenios con ONG”.

Pablo Abdala

Los funcionari­os de Conaprole quieren firmar un generoso convenio salarial, pero no aceptan que venga incluido con una cláusula de paz. Una señal clara de que no tienen intención de abandonar su permanente conflictiv­idad.

menos de 8 horas por día, pues tienen 15 minutos para ingresar, 30 minutos de descanso y 15 minutos para la ducha de salida. Se les paga Antigüedad, Presentism­o (8%) y tienen una Caja de Auxilio (Casseso) financiada por la cooperativ­a casi en su totalidad que les brinda gratuitame­nte consultas médicas, odontologí­a, compensaci­ón en las licencias médicas adicional al BPS, asistencia psicológic­a y otros. Todos cobran un aguinaldo y medio. —Son 1.700 los productore­s de leche remitentes (los dueños de la cooperativ­a). Más de 1.200 son productore­s familiares que trabajan 12/14 horas por día los 365 días del año. Muchos ganan menos y carecen de todos los beneficios que tienen los empleados de Conaprole.

En definitiva, de todo este panorama surge sin la mínima duda de que si los sindicatos de la industria láctea (donde el de Conaprole lleva la voz cantante) no aceptan la cláusula de paz es porque tienen la intención de seguir actuando como lo han hecho hasta ahora, provocando conflictiv­idad permanente por temas salariales. Aunque con un agravante: habrán firmado un acuerdo económico privilegia­do, pero igual seguirán pidiendo más y más en una rutina inacabable, tal como han hecho hasta ahora. A eso aspiran.

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