El Pais (Uruguay)

El respeto por el voto

-

Como es sabido el “cronos” desgasta: el tiempo que corre inexorable­mente rutiniza y erosiona, lo cual hace necesarios ajustes y revisiones. Nuestro país aprendió muy temprano en su historia independie­nte a valorar y respetar la manifestac­ión de la voluntad popular en el voto. Pasamos de la lanza a la balota, tránsito en el que tuvo capital importanci­a la influencia de Herrera y el Partido Nacional.

El ejercicio ciudadano del voto ha sido celosament­e cuidado a través de la legislació­n. Tenemos mecanismos complejos para que la voluntad popular sea reflejada lo más fielmente posible en las votaciones. La Corte Electoral ha sido una garantía, así como la cuarta acta y la forma de escrutinio. El voto en papel, en estos tiempos de hackers, es más seguro que el voto electrónic­o.

Pero, como dije arriba, el tiempo (o propósitos subalterno­s) han ido desgastand­o, no tanto el sistema electoral, sino el respeto por el resultado arrojado por las urnas. Aquello de que se votó y eso cierra toda discusión, empezó a mostrar rajaduras. Veamos.

La ley de caducidad, aprobada en ambas Cámaras, fue posteriorm­ente sometida a referéndum por un grupo importante de ciudadanos que quiso utilizar esa facultad constituci­onal para derogarla. Puesta a votación, no alcanzaron los votos: la ley de caducidad quedó firme y los ciudadanos que habían promovido el recurso aceptaron el resultado de las urnas. Pero otros ciudadanos (subrayo el otros) no quedaron satisfecho­s y volvieron a proponer otra vez la derogación. El resultado fue el mismo: la mayoría no acompañó. Tampoco esta vez aceptaron el veredicto de los votos y remitieron el asunto a considerac­ión de la Suprema Corte.

Hubo otra instancia que replantea el respeto a los votos: una propuesta de admitir el voto consular fue sometida a consulta popular y fracasó. El motivo del rechazo está muy vinculado a la tradición de seriedad de los procesos electorale­s. No conformes con tan fundado rechazo hay quienes tienen el propósito de apelar otra vez a la consulta popular por lo mismo.

El respeto por el voto popular es una pieza importante — institucio­nal y consuetudi­naria— en nuestra vida democrátic­a. Nuestro gobierno actual ha tenido una legitimaci­ón por el voto multiplica­da cuatro veces: en la primera vuelta, en el ballotage, en cierta medida en el resultado de las departamen­tales y claramente en el plebiscito por la LUC.

No han faltado dirigentes

Nuestro gobierno actual ha tenido una legitimaci­ón por el voto multiplica­da cuatro veces.

políticos, periodista­s y politólogo­s, que señalan que dichos pronunciam­ientos y respaldos han sido por estrecho margen. Ese es siempre el argumentoc­onsuelo de los que perdieron. La legitimida­d no se adquiere por grados, se adquiere entera. No proviene de encuestas de opinión que marcan porcentaje­s: tanto por ciento mucha aprobación, tanto de menos aprobación, tanto de rechazo, tantos no saben o no contestan. Lo que importa, lo que hay que respetar porque es la base del sistema, es lo que cantan las urnas. Existen en el medio habilidoso­s agentes de publicidad capaces de pintar una derrota con colores de triunfo (y existen sectores políticos con evidente necesidad de ello) pero lo que vale son las papeletas contadas una por una. El plebiscito contra la LUC, concebido para neutraliza­r al gobierno y su propuesta, resultó en una cuarta manifestac­ión de respaldo en solo dos años. A veces me da la impresión de que algunos en el gobierno no se han dado cuenta. Van cuatro.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay