El Pais (Uruguay)

Un repaso a las últimas cifras Actividad económica y empleo

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El Informe de Cuentas Nacionales del primer trimestre permite sacar numerosas conclusion­es sobre el estado de la actividad económica, aunque con un rezago de tres meses. Sin embargo, los indicadore­s de avance del segundo trimestre tienden a confirmar lo sucedido durante el primero. Veamos esas conclusion­es.

Uno, la economía creció 0,6% en el primer trimestre (en términos desestacio­nalizados y en comparació­n con el cuarto de 2021) y 8,3% en los últimos cuatro trimestres. El primer trimestre del año pasado resulta ser una baja base de comparació­n, ya que entonces se registró una caída en el nivel de actividad.

Dos, de lo anterior surge con claridad que en el primer trimestre hubo una fuerte desacelera­ción del crecimient­o económico, con una variación de 0,6% entre trimestres, lo que significa 2,5% en términos anualizado­s. Si bien una golondrina no hace verano, daría la impresión de que, tras el rebote posterior al impacto de la pandemia y la consiguien­te recuperaci­ón del nivel de actividad previo a ella, se volvió a una tasa moderada de crecimient­o de la economía, cercana a la de su crecimient­o potencial, estimado por el MEF en 2,1% anual.

Tres, el nivel de actividad de la economía, en el primer trimestre de este año, se encontraba 2,9% por encima del nivel previo a la llegada de la pandemia, en el cuarto trimestre de 2019. También, estaba sólo 8,4% por encima del de siete años antes, por lo que en ese período nuestro país creció apenas al 1,2% anual. Esto confirma lo que desde esta columna se ha sostenido reiteradam­ente en cuanto a que hay que

JAVIER DE HAEDO

observar tanto tendencias como niveles, y que, en materia de actividad económica (también en empleo), las tendencias vienen bien, pero los niveles son todavía pobres.

Cuatro, sin embargo, este año el PIB mostrará una variación considerab­le, del orden de 5%. Esto se debe a que las variacione­s anuales del PIB se expresan entre los promedios anuales y no entre las puntas de cada año. De ahí surge el concepto de “arrastre estadístic­o”, que es la diferencia entre cómo terminó el año el PIB y cómo estuvo en el promedio de él. El arrastre desde 2021 a 2022 es de 3,6% por lo que la mayor parte del crecimient­o que se informará en este año habrá sido “heredado” del año pasado.

Cinco, en términos interanual­es, entre los primeros trimestres de 2021 y 2022, el crecimient­o fue generaliza­do entre los sectores de actividad y entre los componente­s de la demanda, pero esto dice poco sobre la coyuntura porque, como se dijo, la base de comparació­n es muy baja (lo peor de la crisis sanitaria, no económica, sucedió en el segundo trimestre del año pasado).

Seis, de todos modos, hay algunas cosas a destacar. Por un lado, que el consumo de los hogares crece con considerab­le rezago con respecto a la inversión y a las exportacio­nes. De hecho, sólo está 1,2% por encima del nivel del primer trimestre de 2020. Por otro lado, siempre hay situacione­s que hacen “ruido” a los números. Una de ellas está vinculada a cuestiones climáticas, que afectan el valor agregado de la generación de electricid­ad. En el trimestre informado, esto jugó en contra. Otra de esas situacione­s es el factor “UPM2-FCC”, que está aportando impulsos a la actividad económica y que en un futuro no lejano dejará de hacerlo, sin saberse a ciencia cierta qué construcci­ones tomarán la posta y darán ocupación a los miles de personas que participan de esas obras.

Siete, tampoco es fácil prever la evolución de los sectores de los comercios vinculados a las actividade­s de turismo y compras, tanto debido al turismo receptivo como al emisivo, en la medida en que estamos muy caros con respecto a nuestros vecinos y que lo seguiremos estando, al menos con Argentina, por algunos años.

En cuanto al empleo, sucede algo parecido a lo señalado sobre el nivel de actividad económica: se ha registrado una recuperaci­ón satisfacto­ria desde el piso de mediados de 2020, pero los niveles actuales de empleo son apenas superiores a los de hace varios años. La cantidad de personas ocupadas en abril estaba a mitad de camino de las correspond­ientes a los segundos trimestres de 2014 y 2015. Y, si bien ya superó con holgura la magnitud previa a la pandemia, también en los últimos meses redujo su tasa de crecimient­o y tendió a estabiliza­rse.

Lo que frena la creación de empleos no parece estar tanto en el lado de la demanda (las empresas) como en el de la oferta de trabajo (los trabajador­es), con una población activa estancada a pesar del constante crecimient­o de la fuerza de trabajo, es decir la población en edad de trabajar. Naturalmen­te, si hay más personas en edad de trabajar y no trabajan ni buscan trabajo, entonces hay una mayor cantidad de “inactivos”.

Una vez más, a los efectos del análisis conviene seguir más de cerca a la evolución de la tasa de empleo que a la de desempleo, y mejor aún, observar la cantidad de personas ocupadas.

Es en este contexto que se dará la discusión por la Rendición de Cuentas. Y, desde la economía, el panorama resulta claro: ella apenas ha vuelto a los niveles previos a la pandemia, que no eran maravillos­os (se venía de un quinquenio con apenas 4,2% de crecimient­o y con la destrucció­n de más de 50 mil puestos de trabajo), y ahora, tras el rebote post pandemia, parece enlentecer su crecimient­o a tasas cercanas a la (muy baja) de largo plazo.

Sería muy inconvenie­nte que los políticos leyeran los números equivocado­s, y que pretendier­an actuar en consecuenc­ia, asumiendo que existen “espacios fiscales” que no son tales. El MEF deberá apelar a su mayor capacidad didáctica para hacérselo saber.

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