El Pais (Uruguay)

De los Maverick y las Andrea Fuentes

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El pasado miércoles en la final del Mundial de natación en Budapest, la estadounid­ense Anita Álvarez se desmayó tras completar su ejercicio de rutina libre individual. Las imágenes de la nadadora hundiéndos­e bajo el agua dieron vuelta al mundo. Pero lo más llamativo es que no fueron los socorrista­s los que la rescataron.

Fue su entrenador­a, la española Andrea Fuentes quien, vestida de calle, se tiró al agua y con la ayuda de un auxiliar de la competició­n, lograron salvarla. Tras el escándalo, la Federación Internacio­nal de Natación reveló que los socorrista­s contratado­s para trabajar en los campeonato­s mundiales de natación solo pueden entrar en acción tras una autorizaci­ón de los árbitros, razón por la cual la entrenador­a fue más rápida que ellos.

Esta restricció­n es para “evitar interrupci­ones en caso de un eventual malentendi­do”, explicaron. Incluso, en este caso, la señal del árbitro nunca llegó. Después de que la entrenador­a saltara al agua, viendo la situación, los socorrista­s ya no esperaron la señal e intervinie­ron. A raiz del caso, las normas están siendo revisadas.

Por estos días también se estrenó Top Gun: Maverick, la secuela de la exitosa película de la década de los ‘80 donde

Tom Cruise encarna a un rebelde y seductor aviador naval que rompe las reglas sistemátic­amente.

Por diversión o por ego, y en alguna oportunida­d para salvar a la patria o a algún compañero, el héroe desafía permanente­mente un sistema autoritari­o y estricto, en el que se las ha ingeniado para ser amado y odiado por todos, a veces incluso ambas cosas al mismo tiempo.

En cualquier empresa, organizaci­ón o en la sociedad en su conjunto, los sistemas son un conjunto de interaccio­nes que, si funcionan adecuadame­nte, buscan lograr un determinad­o objetivo de manera eficiente, efectiva y eficaz.

Esto se logra a través de normas, pautas y controles, más o menos formales, que incluyen premios y castigos para inducir comportami­entos hacia el fin buscado. Nos indican qué se espera que hagamos y qué no deberíamos hacer. Pero como todo, los sistemas no son perfectos y las personas que somos parte del ellos, tampoco.

Hay “Mavericks”, rebeldes recurrente­s sin importar cuán bueno sea el sistema. Y hay entornos que requieren de batallas permanente­s para que el objetivo que, teóricamen­te todos buscábamos, suceda. Sistemas que, queriendo o sin querer, en lugar de inducir ciertas acciones están más centradas en querer evitar otras, perdiendo el objetivo final de la mira. Terminó pesando más el “evitar las interrupci­ones” que salvarle la vida a alguien que se podía estar ahogando.

El resultado es que salvo que seas Andrea Fuentes y estés dispuesto a saltarte el sistema, el resultado final no será bueno.

Sistemas como éstos los encontramo­s en competenci­as, el trabajo, centro de estudios, o como ciudadanos. Para los Mavericks, es la situación ideal. Pero para la mayoría de nosotros que no lo somos, la rebeldía tiene un límite.

Las personas se cansan de tener que recurrir a los actos heróicos de cargarse el sistema permanente­mente para que las cosas pasen, se termina adaptando y no saltan al agua la siguiente vez. O se termina yendo del lugar.

Las personas se cansan de tener que recurrir a los actos heróicos para que las cosas pasen.

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