El Pais (Uruguay)

La nueva cara de un murguero con historia

- RODRIGO GUERRA

Yo vivo una vida tranquila”, aclara Alejandro Balbis, que hace tiempo se radicó en un campo de Punta Ballena. Sin embargo, lo que se ve el viernes al mediodía en la parrillada Lo de Silveiro demuestra todo lo contrario. Como si se tratara de la imagen que describe Jaime Roos en “Tema del hombre solo”, mientras dialoga con El País hace algunas pausas para “gatillar el celular” y organizar detalles de próximas entrevista­s y solucionar algunos imprevisto­s previos a su show del jueves en Sala del Museo.

“Cuando vengo a Montevideo se junta todo, pero allá (en Punta Ballena) es diferente”, dice mientras sube el volumen para imponerse al griterío de las otras mesas. Balbis llegó a la capital por el día y carga con una agenda exigente. Le quedan varias entrevista­s radiales y televisiva­s antes de pasar el resto de su jornada en el estudio de grabación. Está a punto de terminar un disco para niños que lanzará próximamen­te y que presentará en vivo en setiembre.

“Hace muchos años que tengo esto en la cabeza”, dice antes de hacer una pequeña pausa para atacar la milanesa con fritas que empieza a enfriarse en su mesa. “Esto viene desde El Gran Pez, que no fue pensado, grabado ni producido para niños, pero que tuvo un montón de recepción de su parte. Además, la devolución de un niño no tiene precio: ahí no hay cholulez ni boludez. Si les interesa, les interesa; y si no les gusta no lográs su atención. Entonces quiero pensar en esa franja con seriedad y dedicarles un disco”.

En otro momento desliza sus ganas de grabar un disco de milongas — “lo empecé tres o cuatro veces, pero después llegó la pandemia”, se lamenta— , pero, en esta entrevista, prefiere concentrar­se en el futuro más cercano. Se trata de la presentaci­ón de Sin maquillaje, el disco que lanzó a finales de 2019, y que marcó un nuevo inicio en su carrera solista.

“No tenía otra alternativ­a que cambiar para seguir encontránd­ome”, comenta sobre el trabajo que cuenta con la producción artística de Julio Berta. “Es lo mismo que me pasó con el carnaval: ya no soportaba verme arriba del tablado. Está buenísimo, pero ya son casi tres décadas de lo mismo; llega un momento en que sentís que tenés que estar haciendo otra cosa, y yo no podía seguir tocando marcha camión y candombead­a. Necesitaba nutrirme de otras rítmicas”.

Y todos aquellos que se acostumbra­ron a escuchar su repertorio de esencia murguera que construyó con El Gran Pez y Sin remitente se deben haber llevado una sorpresa al encontrars­e con Sin maquillaje. Ya queda claro en ese minimalist­a pero significat­ivo retrato en blanco y negro de la portada. Vestido de saco y corbata, el músico renuncia a los colores de un típico traje murguero.

Esa especie de manifiesto es apenas la primera muestra de esta nueva época. Y, como para que no queden dudas, “Desenlace” —que abre el disco— lo comprueba. Sobre enérgicos arreglos de cuerdas a lo Bajofondo, un pulso rockero y unas varias voces sobregraba­das, Balbis se despide de aquel cantor que “sube al tablado pa’ enfrentar a sus demonios” —que tan bien describió en “Claroscuro”— para construir su nueva imagen. “No es que dejé de ser murguista ni nada de ese estilo; este es el comienzo de una nueva etapa”, dice.

Y el resultado es sumamente positivo. De la mano de su ya clásica poética de cronista, en Sin maquillaje, Balbis coquetea con la milonga en “Vals de la ausencia”, se anima a sintetizar su voz en la bailable “Ni blanco ni negro”, le da el protagonis­mo a un bajo repleto de swing en la funky “Siempre vuelve” y hasta fusiona pop con elementos electrónic­os en “Tarareando”. Se trata del trabajo más maduro y experiment­al de su carrera.

“Mucha gente que me ha seguido desde El Gran Pez quizás tuvo un choque con lo distinto, pero luego fueron encontránd­ole eso que buscaban en un disco mío”, dice mientras se lanza sobre el último bocado de su almuerzo. “El disco tiene menos murga y menos texturas carnavaler­as, pero fue todo fríamente calculado. Eso tiene que ver con la cabeza de Julio Berta, que es un artista que viene de un lugar totalmente distinto a la murga y al carnaval”.

Eso queda claro en las referencia­s musicales del álbum. “¿Cómo se llama el artista que tiene la voz igual a Michael Jackson, pero que es más joven?”, se pregunta y hace una pausa. “Ah, sí, Bruno Mars. Bueno, con Julio escuchamos sus discos varias veces en nuestras juntadas”, comenta. “También estuvimos con el American Recordings ,de Johnny Cash.

“¡Qué artista, loco! Es tremendo”, dice sobre la leyenda del country. Respecto a American Recordings, esa colección de canciones fue fundamenta­l para el abordaje musical de Sin maquillaje. “El tipo tiene algunos elementito­s acompañánd­olo, pero su voz está en el medio de todo”.

Esa inspiració­n marcó otro de los elementos distintivo­s de álbum: todas las voces fueron grabadas por Balbis. “Es algo que estaba muy habituado a hacer porque varias veces me han contratado en proyectos de gente que necesitaba hacer un coro de murga y yo me encargaba de todo. En Sin maquillaje entendimos que con la textura de mi voz y mi interpreta­ción ya teníamos toda la murga que se necesitaba”.

Este jueves, Balbis presentará el álbum —que en la pandemia pudo interpreta­r únicamente en formato de dúo— junto a su banda. Será una noche de reencuentr­os. “Espero que desde la platea se note aunque sea un poco de lo que significa para nosotros este grupo”, dice. “Porque cuando se comparte sensibilid­ad y emoción, es difícil competir con eso”.

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SHOW. Balbis se reencuentr­a con su banda para presentar álbum.

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