El Pais (Uruguay)

Los Jueces al achique

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Hoy es la primera jornada de la Feria Judicial Menor. Son quince días. No suenan a mucho, pero si los sumamos a los 38 días de la Feria Judicial Mayor y al asueto que se ha hecho costumbre el 24 de diciembre, suman 54 días. Es como si las oficinas judiciales funcionara­n normalment­e solo 10 meses por año. Lo cual resulta impropio de un servicio que es la voz mayor que dice el Derecho y que encarna la imperativi­dad y la coercibili­dad de la norma jurídica.

En un país donde la conciencia se ha debilitado y crecen los bolsones de incultura y anomia —ausencia de ley—, la Justicia debería ostentar su vigor luchando por el Derecho con pausas mínimas.

Desgraciad­amente, la tendencia actual no es robustecer la vigencia judicial. Al revés: es opacarla por vías que afectan mucho más que los dos meses de trabajo pleno que las Ferias se devoran.

Si alguien lo duda, busque en la sección Doctrina de los Ficheros CADE la nota “El Juez en el salón de los espejos deformante­s” que firma el Juez Letrado de lo Civil Dr. Alejandro Recarey.

Señala que “La mayoría de las innovacion­es que proclaman el aggiornami­ento de su figura no son sino una suerte de espejos convexos, a través de los cuales el juez que en ellos se mira, se contempla mucho más pequeño de lo que en verdad es, y debe ser, en beneficio de la sociedad a la que sirve… Esto se percibe con palmarieda­d a partir de la fagocitaci­ón de la justicia penal por obra del accionar de las fiscalías. Pero también se presenta, encubierto, en detalles más pequeños. Mucho más difíciles de captar”.

El Dr. Recarey muestra que al juez se le “imponen cursos obligatori­os claramente direcciona­dos a determinad­as posturas jurisprude­nciales (incluso internacio­nales). En lugar de favorecer la libre elección de las fuentes formativas” se tiende “hacia una matrizació­n que despersona­liza a los jueces y, por ende, los debilita. Se va “horadando la moral del magistrado” como “capacidad de resistenci­a en orden a la defensa del propio criterio ante fuerzas adversas”.

Dicho esto, pone como muestra del empequeñec­imiento de la figura del juez “las graves consecuenc­ias que el progreso de las ‘oficinas únicas’ arrojará sobre la visión que cada juez tiene de sí mismo como magistrado. Y de las implicanci­as que comporta para su carrera y para su independen­cia.”

Explica que “más allá de los inconvenie­ntes que ha provocado su implementa­ción en los Juzgados de Paz… se puede apreciar que dichas innovacion­es aíslan al juez en su trabajo

La tendencia no es robustecer la vigencia judicial, sino opacarla más que los meses de Ferias.

cotidiano”, al dejarlo sin oficina y equipo propio.

Ello provoca consecuenc­ias en un área que nos preocupa cada vez más, como habrán advertido los consecuent­es lectores de esta columna: la despersona­lización de los servicios, el olvido —judicial, administra­tivo y también privado— de que todo hay que hacerlo con sentido humano, a la medida de la persona.

Tiene razón el Dr. Recarey: “Una Sede judicial no es una suma de engranajes que transforma­n rápida y económicam­ente una demanda en la sentencia como ‘producto final’ (calificvat­ivo éste que ha sido usado sin pudor por los propulsore­s del proyecto “oficina única”. De ninguna manera. Es una estructura que busca en la humana medida, hacer justicia. Que es otra cosa diferente.”

Por lo cual, en la Feria de invierno holguemos, reordenemo­s, paseemos o viajemos. Pero no olvidemos que el Derecho, como enseña Ihering, sólo existe en las personas y los pueblos que luchan por él sin desmayo y sin descanso.

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