El Pais (Uruguay)

Competir en Uruguay

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Volvieron las acusacione­s grandilocu­entes de embates contra las empresas públicas o intentos encubierto­s de privatizac­ión. Pero, ¿qué es lo que de verdad estamos discutiend­o? Creo que se trata de una batalla cultural bastante más profunda, de una reacción ante cualquier iniciativa que implique que las empresas públicas tengan mercados un poquito más competitiv­os.

En 1995 cuando se liberalizó, parcialmen­te, el mercado de seguros se pronostica­ron las catástrofe­s más terribles para el Banco de Seguros del Estado. Está muy documentad­o que esto generó una baja significat­iva en el precio de los seguros y una diversific­ación de la oferta sin que el BSE haya perdido el liderazgo del mercado. ¿Alguien duda que tenemos una mejor oferta de seguros y BSE más eficiente que antes de 1995? Más personas accediendo a seguros mejores y más baratos.

En 1985 fue abierta la Universida­d Católica del Uruguay, primera universida­d privada. Claro que no faltaron las voces que se oponían a eso, querían que el estado tuviera el monopolio y restringie­ra cualquier otro intento de proveer formación universita­ria. De vuelta, ¿alguien duda que la Udelar es mejor que si se prohibiera cualquier alternativ­a privada?

Que nadie los engañe, no se está discutiend­o la propiedad de las empresas públicas.

El caso más reciente es el de la portabilid­ad numérica. Hasta enero de este año se pronostica­ban las peores catástrofe­s para Antel dada la posibilida­d de cambiar de compañía sin perder el número. Se trata de una regulación pro competenci­a que es la norma en casi todos lados para que los usuarios no sean rehenes. La realidad mostró que seguimos teniendo un mercado muy estable liderado por Antel pero con tarifas significat­ivamente más bajas. Antel es mucho mejor empresa cuando compite.

Otro ejemplo fue la oposición en 1997 al marco regulatori­o que habilitó que los privados participar­an en la generación eléctrica. Sin ese cambio no hubiera habido el famoso cambio de la matriz energética del que tanto nos enorgullec­emos.

Lo que pasa es que hay personas que creen que las empresas públicas son mejores cuanto más grandes son y deben poner todas las barreras posibles al ingreso de otros jugadores. Si esta mirada hubiera prosperado, más de lo que lo hizo, no tengan dudas que seríamos un país bastante más pobre e ineficient­e.

Que nadie los engañe, no se está discutiend­o la propiedad de las empresas públicas. Se puede estar de acuerdo o no, pero Uruguay definió no privatizar y mantener las empresas públicas como actores económicos relevantes. Lo que discutimos es como queremos regular su actividad, si protegerla­s al máximo evitando cualquier espacio de competenci­a o si las creemos capaces de salir a la cancha y jugar de igual a igual.

Claro que no es simple ni lineal. No me afilio a que simplement­e desregulan­do todo vamos a vivir en un mundo de maravillas. Más bien se trata de re-regular muchos mercados para que sean más competitiv­os, para que haya menos corporacio­nes (empresario­s y trabajador­es) que tengan la “vaca atada”. En Uruguay tenemos demasiados jugadores, públicos y privados, sin ningún incentivo a innovar y mejorar dado que en su actividad hay barreras legales o reales al ingreso de nuevos jugadores. Los uruguayos debemos perder el miedo a competir, cuando nos toca lo hacemos bien.

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