En el año 1991 la evaluación de los estudios entonces disponibles por parte de los expertos de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) llevó a clasificar el consumo de café como «posiblemente carcinógeno para los seres humanos». Pero la ciencia se corrige y, 25 años después la misma agencia concluyó que no había suficiente evidencia sobre la carcinogenicidad del café.