El Pais (Uruguay)

Gaucho Influencer que pasó de Minas a la calle Corrientes

- RODRIGO GUERRA

Eduardo Fernández hace una pausa al otro lado del teléfono. Trata de encontrarl­e una explicació­n al éxito de El Gaucho Influencer, personaje que creó en 2019 y que no deja de agotar funciones en Undermovie. Se toma unos segundos, pero parece que no le alcanzan. “La verdad es que todavía no lo entiendo”, admite. “¿Cómo puede ser que atrape a los niños? Con un adulto es más entendible, pero con los niños es algo raro. Me sorprende que pase esto con el personaje, con el que logré algo que no encontré como comediante”.

Luego, un nuevo silencio. “Tal vez tenga que ver con mi necesidad de no quedarme quieto y de pensar qué hacer para renovarme, porque siento que siempre estoy comenzando. Pero no sé, creo que el día que sepa cuál es la verdadera pegada con la gente, ahí va explotar de verdad”, asegura.

No podrá explicar el secreto del éxito de El Gaucho Influencer, pero sí tiene claro que ese personaje despistado y querible le cambió la vida. Le abrió dos recitales de Lucas Sugo en el Antel Arena, lo llevó de gira por el interior junto al argentino Sergio Gonal, y todos los días aparece en la publicidad de una telefónica junto a la Selección uruguaya.

Por si fuera poco, acaba de anunciar que el 21 de julio presentará su primer show en la calle Corrientes de Buenos Aires. “Me han pasado muchas cosas que deseé con fuerza, y lo de Argentina es mi sueño desde que arranqué con esto”, asegura.

Nacido en Minas, el comediante que suele agotar con varios días de antelación las funciones* de El gurú del interior —que desde el año pasado hace los viernes, hoy inclusive, en Undermovie—, ve el resultado de su trabajo durante la etapa más oscura de la pandemia. “Invertí mucho tiempo en redes porque sabía que esto se iba a terminar en algún momento y que la ganancia iba a ser que la gente me viniera a ver”, explica quien acumula casi 100 mil seguidores en Instagram, 81 mil en Tik-tok y tiene un podcast en Spotify.

Es toda una sorpresa para alguien que empezó a dedicarse al humor casi de casualidad. “En 2014 se casó un amigo y me disfracé de mujer con dos más para hacer cualquier cosa. Cuando nos cambiamos y volvimos a la fiesta, los invitados me decían: “¿Hacés casamiento­s? ¿A qué número te puedo contratar?”, recuerda. “La cosa quedó por ahí, pero un amigo de mi barra que era operario de Radio Sarandí me dijo que había un columnista que se llamaba Diego Vignolo y que hacía cursos de stand-up. Mis amigos me convencier­on y cuando tuve una entrevista con Diego, me dijo que esto era ideal para mí”.

En 2015 hizo sus primeras presentaci­ones de stand-up, pero tardaría cuatro años en crear a su alter ego. “Dos por tres hacía de gaucho en algún show, pero cuando se me ocurrió hacer un personaje bien formadito pensé en crear a un gaucho que quería ser influencer; era una manera de hacer algo distinto en redes sociales”, relata.

Todavía recuerda el video que le marcó el camino a seguir. “Era una anécdota que me contó El Gordo Verde y le había pasado al hermano de uno de sus amigos, que vino desde Tacuarembó a estudiar”, dice. La historia era, más o menos así: El Gaucho Influencer debía tomarse un 121, pero se volvía a la casa al ver que había pasado el 76. “Si va de a uno, para que llegue el 121 falta una eternidad”, contaba. El video se volvió viral — “hasta lo pasaron por Reenviado en Canal 4”, comenta— y le generó un montón de seguidores. “Fue el primero que hizo ruido”.

El comediante suele agotar las funciones que desde 2021 hace los viernes, inclusive hoy, en Undermovie.

—Antes del Gaucho Influencer, ¿cómo era tu forma de hacer humor?

—En los comienzos era el gurí del interior que llegó a Montevideo y hablaba de temas como vivir en una pensión, mi trabajo vendiendo ropa y hasta las jodas que me hacían los montevidea­nos respecto a los animales. En vez de calentarme, trataba de convertirl­o en material para hacer humor.

—Vendiste ropa en un shopping durante 12 años y en comentaste que ahí solían decirte: “Vos no

PH: Uruguay

opines, que sos del interior”. ¿Cómo fue el proceso para reírte de algo que te afectaba?

—Cuando hice un curso de stand-up en 2015 me recalcaban que la comedia es “tragedia más tiempo”. Entonces lo que ves como algo feo empezás a trabajarlo desde el humor, y todas esas joditas que me hacían en la tienda se convirtier­on en material para chistes. Lo probaba en algunos openmic y, para ser sincero, era un material fuerte como para romper el hielo. Pero funcionaba porque los montevidea­nos decían esas cosas en joda, y los que eran del interior y vivían en Montevideo se sentían identifica­dos porque lo tenían que vivir.

—¿Cómo recordás el momento en que dejaste tu trabajo para empezar a dedicarte a la comedia?

—En realidad, el laburo me dejó a mí porque me echaron (risas). Yo trabajaba en una tienda de ropa del shopping que era muy especial porque iban todos los “dueños de”. Tenía que aguantar el destrato y meterlo pa’ dentro, pero un día tuve a un cliente complicado... (Hace una pausa) Para resumir, me trató mal durante 25 minutos y casi nos vamos a las manos. El tipo era amigo de los dueños y entonces me echaron enseguida. Fue muy complicado, pero mis excompañer­os siempre me dicen lo mismo: “Tenés que agradecerl­e a ese tipo porque gracias a eso te dedicaste de lleno al humor”. Igual, para ser sincero, la pasé horrible...

—¿Por qué?

—Porque pasé casi tres años saltando de un lado a otro para que un amigo me diera un techo. La pasé muy mal y hasta llegué a dormir en un cabaret que estaba cerrado y era del hermano de un amigo. Fue lo más triste del mundo porque en ese momento yo estaba haciendo la revista House en el Notariado, estaba en la Sala Bosch con un show junto a dos comediante­s, y además participab­a de otra obra que se hacía los domingos, pero no ganaba ni pa’l boleto. Además me tenía que ir caminando a ese lugar espantoso para dormir; fueron años muy difíciles, pero sabía que algún día la cosa iba a cambiar. Tardó años, pero no quería aflojar.

—¿De qué manera el humor te ha ayudado a sobrelleva­r estas cosas?

—A mí me sirvió desde que era un gurí chico. En el liceo me jodían por ser narigón y en vez de enojarme les respondía con un chiste y los terminaba jodiendo a ellos. El humor era una herramient­a de autodefens­a, además de que el comediante quiere que lo quieran. Yo no era del ramillete de los top que estaban en el liceo, pero el humor era una forma de lograr que me aceptaran. Por eso imitaba a los personajes de Videomatch y andaba por los pasillos haciendo chistes. Capaz no estaba con los top, pero el resto me buscaba porque era gracioso. Ese fue mi primer público.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay