El Pais (Uruguay)

¿Una nueva ola de IZQUIERDA?

- SEBASTIÁN CABRERA

PLas recientes victorias de Gustavo Petro en Colombia y de Gabriel Boric en Chile consolidan una tendencia de gobiernos de izquierda en América Latina, a la que podría sumarse Brasil en octubre, si triunfa Luiz Inácio Lula da Silva. Las seis economías más fuertes del continente estarán gobernadas por presidente­s de izquierda.

Pero, se abren muchas interrogan­tes. ¿Qué une y qué separa a los nueve gobiernos que integran esta supuesta nueva ola? ¿Es similar a la de los primeros años 2000? ¿Tienen una agenda en común? Estas y otras preguntas fueron respondida­s por nueve analistas latinoamer­icanos, entrevista­dos por El País.

Quiso el destino que el presidente Luis Lacalle Pou haya iniciado su visita a Colombia apenas una semana y media más tarde de la histórica victoria del economista, exalcalde y exguerrill­ero Gustavo Petro. El resultado de esa elección es relevante porque Colombia era el último reducto de América del Sur al que la izquierda no había podido llegar al poder pero, además, implica la confirmaci­ón de una tendencia de gobiernos progresist­as en buena parte del continente. Tendencia que se consolidar­á si en octubre retorna Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil (aunque, digamos todo, podría sufrir un revés en 2023 en caso de que el kirchneris­mo pierda en Argentina).

El destino también quiso que Lacalle no se haya podido reunir con Petro, quien está en Europa. Sí se entrevistó ayer viernes con el presidente saliente Iván Duque, quien entregará la banda presidenci­al el 7 de agosto (ver nota en página A5).

Ese día Colombia se sumará a un grupo de nueve países que hoy integran Chile, Argentina, el inestable Perú, Bolivia, México y Honduras. En la lista también hay que incluir a los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, que —por ejemplo— han sido cuestionad­os por el presidente chileno Gabriel Boric. Por lo pronto las cinco economías más fuertes del continente (seis si se suma Brasil) estarán gobernadas este año por presidente­s que se proclaman de izquierda.

Pero se abren unas cuantas interrogan­tes. ¿Qué une y qué separa a todos estos gobiernos? ¿Tienen una agenda en común? ¿Es una nueva ola como la de los primeros años 2000, aquella de Lula, Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Cristina Fernández, Evo Morales, Michelle Bachelet, Tabaré Vázquez y José Mujica?

Estas y otras preguntas son respondida­s por nueve analistas latinoamer­icanos. Entrevista­dos por El País, hablan el politólogo argentino Andrés Malamud (profesor en la

Universida­d de Lisboa), el boliviano Marcelo Arequipa (docente de la Universida­d Mayor de San Andrés), el colombiano Jairo Libreros (profesor de ciencia política en la Universida­d Externado), la socióloga mexicana María Marván (investigad­ora del Instituto de Investigac­iones Jurídicas de la UNAM), el sociólogo peruano Fernando Vivas (periodista del diario El Comercio), la analista chilena Gloria de la Fuente (directora del Consejo para la Transparen­cia) y el politólogo uruguayo radicado en Chile Juan Pablo Luna (profesor del Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universida­d Católica). Desde Uruguay, se suman las voces de Francisco Faig (DEA por el Instituto de Estudios Políticos de París y autor, junto a Martín Aguirre, de La ola progresist­a: una década de izquierdas en el poder en América del Sur) y el sociólogo y cientista político Agustín Canzani, director de la Fundación Líber Seregni.

Aquí un resumen de las conversaci­ones con los especialis­tas. —¿Puede decirse que hay una nueva ola de izquierda en América Latina? Ade

más, ¿es asimilable a la que empezó hace ya casi 20 años? Malamud: Sí, hay una nueva ola. Pero con dos reparos. Primero, que es más contundent­e la derrota de los oficialism­os que la victoria de las izquierdas: los oficialism­os pierden por mucho, las izquierdas ganan por poco. Segundo, las izquierdas no obtienen las mayorías de la década pasada: suelen ser expresione­s minoritari­as en el congreso que controlan ejecutivos rápidament­e impopulare­s.

Luna: Tras ese giro no hay necesariam­ente un realineami­ento ideológico. Lo que hay es descontent­o con liderazgos que gobernaron en años recientes. Si esos liderazgos eran de derecha, nuevos liderazgos de izquierda tienen algo más de espacio para crecer.

Arequipa: No es una marea roja la que vivimos hoy, sino una ola más rosada porque el contexto histórico también ha cambiado. Es izquierda, pero no con la misma fuerza de antes.

Vivas: Yo creo que no es una izquierda con sólidas relaciones entre los países.

Canzani: Veo un cambio radical. En términos de cantidad de gobiernos, el incremento es notorio. Si se suma Brasil, el mapa de América del Sur quedaría tanto o más cubierto que en la ola anterior. Esa idea del fin del ciclo progresist­a ya no corre más. Ahora, ¿cuánta estabilida­d puede tener esto? Es una interrogan­te, entre otras cosas porque los que están en el poder tienen mucha dificultad para mantenerse en buena parte del mundo: la oposición ha ganado en la mayoría de los países en los últimos procesos electorale­s.

Faig: Brasil es el país más importante del continente, hay que ver qué pasa ahí y es el que de alguna forma haría tambalear hacia una ola. No se puede hablar de una ola como la de 2002-2003 hasta que eso no se defina. Pero no creo que sea exactament­e igual a aquella primera ola. Hay algunas grandes diferencia­s: aquella vez los inicios de la ola fueron en Venezuela, marcada por la ambición de liderazgo regional que tenía

Es “una nueva ola”, pero falta ver si Brasil apoya y si se construye un proyecto como el de los años 2000.

Chávez muy distinta a la maquinaria dictatoria­l de (Nicolás) Maduro, y Brasil con un Lula que generaba esperanzas y posibilida­des que ya no tiene. Y después el tema generacion­al: aquella era marcada por la resistenci­a a la dictadura, esta tiene una agenda muy distinta, en algunos casos más radical, como en la constituye­nte de Chile.

De la Fuente: Más bien es un proyecto a construir porque la alternativ­a de izquierda debe tener un compromiso férreo con la democracia y el respeto a los derechos humanos. Debería ser una alternativ­a a esa idea del Socialismo del siglo XXI. El rol del presidente Boric, por su historia y por haber tomado distancia del modelo cubano y venezolano, es fundamenta­l.

Libreros: El problema es que hasta ahora ninguno de estos presidente­s tenía el liderazgo suficiente para aglutinar y empujar los acuerdos. Esto cambia: Petro puede ser el líder que necesitan para empujar la nueva ola. Colombia es como la joya de la región ya que siempre ha estado gobernada por la derecha. Para Estados Unidos nuestro país es su principal aliado. La ola anterior tenía una cabeza muy brillante, la de Chávez, aunque fuera autoritari­o.

Marván: La verdad, yo pienso que hoy en día es muy difícil hablar de izquierda o derecha. —¿Qué tienen en común (y qué no) los gobiernos de izquierda de la región? Libreros: Hay muchos puntos en común. Como una relación más equitativa y horizontal con Estados Unidos. Debe ser una relación de tú a tú, one to one.

Canzani: Existe un intento de establecer regulacion­es a la economía capitalist­a para limitar las desigualda­des. También una

tendencia a priorizar políticas con un enfoque desarrolli­sta. El caso más notorio es el de Andrés Manuel López Obrador en México, más allá de los resultados concretos. Los temas ambientale­s están presentes en Chile y Colombia. Lo mismo los intentos de poner en agenda la temática de los pueblos originario­s.

Marván: Tienen un discurso armado, muy potente, en contra de la desigualda­d que generó el neoliberal­ismo. Nadie puede negar que ha sido una política económica que fracasó porque no generó mecanismos de redistribu­ción de la riqueza. Acá en México, López Obrador se parece un poco a Evo Morales y a Chávez, hay que ver cómo están evoluciona­ndo tanto Boric como Petro. Pero son fenómenos muy distintos, que se acercan más a una ola de populismo que de izquierda. Y ahí podemos meter en el mismo saco a (Jair) Bolsonaro, profundame­nte de derecha pero con un populismo muy claro.

Luna: Diría que es una izquierda posindustr­ial, más joven, mucho más comprometi­da con las agendas feminista y medioambie­ntalista. Es una izquierda más “liviana”, con menos densidad política y organizaci­onal que la clásica. Son, además, fuerzas políticas que al llegar al gobierno necesariam­ente traicionan el purismo y los eslóganes con que acumularon poder electoral. Todo esto las vuelve más volátiles, más dependient­es de contingenc­ias y del escándalo del día.

Malamud: Yo creo que se reconocen como de la misma familia. La identidad los agrupa mejor que la ideología.

Arequipa: Yo no veo una idea de construir un bloque unificado de la izquierda, algo como la Unasur o los países del Alba. La preocupaci­ón es cómo restablece­r el avance en la agenda social anterior de la pandemia.

Faig: Yo creo que no tienen mucho en común. Pero sí es interesant­e que parte de la agenda de estos gobernante­s no está gestada en el viejo latinoamer­icanismo izquierdis­ta de Eduardo Galeano, sino por el izquierdis­mo woke estadounid­ense. Me refiero a la parte identitari­a, el liderazgo de las agencias de la ONU...

Vivas: Hay aspectos comunes, pero el nivel de outsider de Pedro Castillo supera a todos. ¿Con quién lo comparo? Su única presencia en la política había sido liderar una huelga de profesores en 2017 y no tiene carrera partidaria. Cito al politólogo Steven Levitsky, quien dice que el de Perú es un caso extremo de descomposi­ción de partidos políticos.

—¿Cómo explican la llegada al poder de los presidente­s de cada uno de sus países?

Malamud: Alberto Fernández ganó por el fracaso económico de Macri.

Vivas: Hay un entusiasmo relacionad­o con el sufrimient­o en la pandemia, que evidenció la necesidad de cambiar ciertas formas del Estado en cuanto a la atención de servicios básicos como la salud. Y además hay cuestiones azarosos electorale­s, en Perú fue muy ajustado el triunfo. Tenía que llegar un outsider y que su crecimient­o coincidier­a con las dos últimas semanas a la primera vuelta. No hubo tiempo para investigar­lo y sus rasgos de representa­ción entusiasma­ron a la población. Pero en Perú la inestabili­dad es muy grande, el gobierno está demasiado débil, el presidente es investigad­o por la Fiscalía y casi nadie le pronostica cinco años.

Marván: Son muchos factores, uno es el hartazgo de la sociedad mexicana con la corrupción con el modelo de gobierno del PRI. Y López Obrador no es un novato en la política. Tiene habilidad de comunicaci­ón y mucha gente vio en él la posibilida­d de replantear el sistema económico y un combate a la corrupción. De esto último habló mucho pero logró poco.

Libreros: En Colombia Petro representa la idea de cambio en un país con caracterís­ticas desastrosa­s donde el sector poderoso siempre ha tenido sus privilegio­s. Él tenía un discurso social en el país más inequitati­vo de Sudamérica. Muchos vieron que era la persona que necesitaba­n para superar el estallido social de 2021. Logró superar los miedos de una sociedad católica y de derecha.

De la Fuente: Boric también gana en Chile después de un estallido social, consecuenc­ia de un proceso de debilitami­ento de las alternativ­as de centroizqu­ierda que conocimos en los años 90. Fue exitoso pero se agotó.

Luna: Es prematuro, pero las condicione­s estructura­les en que estos liderazgos llegan al poder son hoy más restrictiv­as que las que observamos desde mediados de los 2000. En lugar del boom de los

commoditie­s hoy tenemos por delante estanflaci­ón y un deterioro social profundo. La región enfrenta hoy dos problemas adicionale­s que son siempre complejos para la izquierda: el deterioro de las condicione­s de seguridad y el problema migratorio.

Arequipa: En Bolivia Luis Arce llega al poder por su imagen de haber sido un buen administra­dor de la economía en tiempos del progresism­o boliviano, del proceso con Evo Morales. Esa fue su carta de presentaci­ón. Pero además en el país sufrimos un golpe de Estado y las personas que administra­ron el poder en ese corto tiempo lo hicieron tremendame­nte mal, cometieron errores y estuvieron metidos en escándalos de corrupción

LOS PERFILES. De Fernández a Boric o Petro, hay caracterís­ticas muy distintas. De eso hablan los analistas de cada país.

Luna: En términos políticos pero también personales, Boric es un viejo joven. Tiene capacidad de escuchar y hacerse cargo de argumentos y posturas incómodas de la que carecen muchos otros jóvenes del Frente Amplio chileno. Combina una profunda empatía en lo personal, con un sentido del peso de las institucio­nes y la historia bastante únicos. Eso hace que su gobierno dependa, tal vez exageradam­ente, de su capacidad de ocupar todo el espacio político y de generar agenda. Cuando deja de hacerlo, a su gobierno le va mal.

De la Fuente: Boric es un líder joven que viene de la experienci­a del movimiento social y estudianti­l. Su desafío es construir una coalición que le permita dar gobernabil­idad y empujar un programa de gobierno socialdemó­crata.

Malamud: Fernández es un diletante con conocimien­tos del Estado y la política apropiados para el siglo XX (sic).

Libreros: Petro es el líder más importante que ha dado la izquierda colombiana, es un economista fiel a sus ideas para llegar al poder y una persona que en los grandes centros de poder de Colombia genera mucho miedo.

Marván: Yo tengo una opinión no favorable hacia López Obrador: más que un líder de izquierda, es un líder profundame­nte populista. Su política para lidiar con la pobreza es de subsidios directos del Estado, que no ataca las causas. No ha implementa­do una política económica de redistribu­ción de la riqueza, que se hace a través de impuestos, no hay una política fiscal agresiva para gravar la riqueza. A él le ha venido muy bien decir que es de izquierda, porque en el profundo populismo y mesianismo que tiene, su enemigo es la derecha neoliberal. Tiene un profundo carisma, no lo niego. Pero es fuertement­e cristiano y no toma banderas como el aborto, la agenda feminista, los derechos de la comunidad LGBTI.

Arequipa: Arce es un muy buen economista que pertenece a la línea progresist­a, un líder político en ascenso.

Vivas: Castillo es un maestro rural de origen campesino, su referente más cercano es Evo. Había una mayoría nacional que se sentía relegada y golpeada en los últimos años, entonces era el cuento perfecto:

una bonita historia de representa­ción pero un gran fraude político. Es alguien que recién está aprendiend­o elementos básicos de la gestión. Y es un proyecto de una profunda corrupción.

—¿Cuáles son sus banderas? ¿Qué reformas instalaron o pretenden instalar? ¿Lo lograron o fracasaron?

Libreros: Petro quiere garantizar el principio universal de la salud y educación pública para todos los colombiano­s, lo que demanda una reforma tributaria muy fuerte que le quite las exenciones a los grandes contribuye­ntes. También quiere reformar la doctrina militar y policial en un país donde la fuerza pública se ha caracteriz­ado por altos niveles de represión. Y pretende ser el abanderado de América Latina en la lucha contra el cambio climático.

Luna: Las banderas de campaña de Boric han sido el feminismo, el crecimient­o verde, la desigualda­d y el avance en derechos sociales altamente demandados por la población como salud, pensiones, educación, vivienda, cuidados. La aprobación de una nueva constituci­ón capaz de facilitar esas reformas era casi un implícito de esas banderas. Esa agenda hoy mutó radicalmen­te, especialme­nte por los temas de seguridad y violencia asociados a la crisis en la Araucanía, el problema migratorio en el norte, y la profundiza­ción de la violencia criminal en todo el país. Estos tres temas emergentes han enterrado otra promesa de campaña: la refundació­n de las fuerzas policiales. La incertidum­bre respecto al resultado del plebiscito constituci­onal también ha hecho que el gobierno comience a considerar un escenario en que deba completar su mandato con la constituci­ón actual. Y en ese contexto, hoy se ha comenzado a discutir una reforma impositiva y la reforma de pensiones, en el marco de un clima político crispado.

De la Fuente: Es muy relevante lo que pueda pasar el 4 de setiembre en el plebiscito de salida de la convención, marcará el derrotero de los siguientes años.

Arequipa: Aquí en Bolivia la mayor fortaleza de Arce, según las encuestas, ha sido el manejo de la pandemia. Más allá de eso, está el proyecto de transforma­ción del sistema de justicia como la gran política a implementa­r.

Marván: Un tema muy importante de López Obrador es la reforma eléctrica, que buscaba revertir el cambio que había hecho Enrique Peña Nieto en 2012-2018, que quitó el monopolio del Estado a la producción y distribuci­ón de energía. López Obrador propuso una reforma constituci­onal pero el bloque opositor votó en contra y no salió.

Vivas: El partido que llevó a Castillo al poder ni siquiera tenía un plan actualizad­o, sino un diario marxista leninista que hablaba de nacionaliz­aciones y estatismo. En la segunda vuelta hizo un nuevo plan con reformas más prudentes, aunque está la idea de una asamblea constituye­nte. Pero ahora ya ni se menciona.

Malamud: En Argentina Fernández surfeó la pandemia sin récord de muertos ni estallido social. Todavía no fracasó. ¿Si tiene grandes banderas o reformas pendientes? Reestructu­rar la deuda y combatir el neoliberal­ismo. Andan más cortos de épica que de mujeres.

Existe “un entusiasmo” vinculado al sufrimient­o en la pandemia y “una idea de cambio”, dicen los analistas.

El acceso universal a la salud y la educación y lo ambiental son banderas de los nuevos presidente­s.

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MÉXICO. Andrés Manuel López Obrador es presidente desde diciembre de 2018. El primer mandatario de izquierda del país no es un novato en la política: militó en el Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI) y en el Partido de la Revolución Democrátic­a (PRD), antes de fundar el partido Morena.
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COLOMBIA. La vicepresid­enta electa Francia Márquez y el futuro presidente Gustavo Petro, tras la histórica victoria.
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Entonces advierte que, si en esa coyuntura electoral “hubiera algún tema internacio­nal muy importante que dividiera aguas en torno a la ola de izquierda”, puede llegar a incidir como un tema más “pero no a ser decisivo”. Canzani, director de la Fundación Líber Seregni, dice que para el Frente Amplio esta ola “le da una especie de clima favorable y la posibilida­d de fijarse, para bien o para mal, en las experienci­as de otros países”. En el corto plazo, aclara después, “sería muy cauteloso en pensar que eso es determinan­te en términos de comportami­ento electoral”.
Eso sí, el sociólogo asegura que esta ola “deja un poco solo al gobierno en términos de alineamien­tos ideológico­s, ya que hoy solo encuentra a Brasil, que es dudoso que pueda continuar, Paraguay y Ecuador”. Esa es una dificultad para el gobierno de Luis Lacalle Pou “para intentar líneas de cooperació­n internacio­nal en temas estratégic­os; los temas económicos van por otro lado”.
PASADO. Evo Morales, Michelle Bachelet, Cristina Fernández, Hugo Chávez, Luiz Inácio Lula da Silva, Rafael Correa y Fernando Lugo. qué ocurre en Perú, Colombia o Chile para decidir un vota acá”. Entonces advierte que, si en esa coyuntura electoral “hubiera algún tema internacio­nal muy importante que dividiera aguas en torno a la ola de izquierda”, puede llegar a incidir como un tema más “pero no a ser decisivo”. Canzani, director de la Fundación Líber Seregni, dice que para el Frente Amplio esta ola “le da una especie de clima favorable y la posibilida­d de fijarse, para bien o para mal, en las experienci­as de otros países”. En el corto plazo, aclara después, “sería muy cauteloso en pensar que eso es determinan­te en términos de comportami­ento electoral”. Eso sí, el sociólogo asegura que esta ola “deja un poco solo al gobierno en términos de alineamien­tos ideológico­s, ya que hoy solo encuentra a Brasil, que es dudoso que pueda continuar, Paraguay y Ecuador”. Esa es una dificultad para el gobierno de Luis Lacalle Pou “para intentar líneas de cooperació­n internacio­nal en temas estratégic­os; los temas económicos van por otro lado”.
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JUNTOS. El primer viaje al exterior que hizo Gabriel Boric fue a Argentina, donde se reunió con su par argentino Alberto Fernández.

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