Empresas públicas, grupos de presión y libertad
Montevideo
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Nuestro país se ha caracterizado, en el concierto regional e internacional, por brindar garantías de estabilidad institucional que hacen al cumplimiento de los contratos y de las obligaciones asumidas.
Ello en el marco del funcionamiento de un Estado republicano y democrático, en el que los partidos políticos han sabido alternarse en el poder —desde el fin de la dictadura militar—respetando las normas constitucionales y legales que regulan todo el proceso electoral (que garantiza como pocos, el respeto a las minorías y el resultado de los pronunciamientos populares en cada una de las instancias en que la ciudadanía es convocada a las urnas).
Un país de pequeñas proporciones territoriales y poca población, pero en el que rige la separación e independencia de los Poderes del Estado, a quienes la Constitución Nacional atribuye competencias y prerrogativas para el cumplimiento de sus respectivos roles y fines, con organismos de contralor que también garantizan su normal funcionamiento.
Un país que supo ser pionero en constituir empresas públicas y en establecer monopolios, en aras de lograr el bienestar de su población y el bien público; dictando normas para regular su funcionamiento así como la actuación de todos los funcionarios, desde los que se constituyen en soportes de los órganos de dirección de cada una de ellas, con responsabilidad política, administrativa y/o técnica, a los que en sus distintas categorías conforman sus plantillas de trabajadores.
Lamentamos comprobar que la pretendida “defensa de las empresas públicas” por parte de sectores opositores al actual gobierno, no es otra cosa que la defensa de sus propios intereses político partidarios y les sirve de falaz argumento publicitario para sus seguidores, que poco analizan cuál es la verdad de la situación que se les plantea.
Ningún lector medianamente informado puede dejar de advertir esta realidad.
Resulta que hoy, estos connacionales, supuestos “defensores” de los monopolios de las empresas públicas, son los mismos que estuvieron quince años disfrutando de la bonanza económica con la que fortuitamente se benefició su partido político.
Nada dijeron entonces del descalabro de la monopólica Ancap —que estuvo al borde de la quiebra— ni del desmantelamiento de AFE. Tampoco se levantaron contra los nefastos negocios de Gas Sayago que sigue costándonos millones de dólares.
Se alzan ruidosamente contra la libertad de quienes habitamos este suelo (que tendremos la oportunidad de elegir en un mercado de libre competencia) al protestar y anunciar acciones de toda naturaleza posible, para intentar frenar al gobierno nacional. El que —en cumplimiento de sentencias de la Suprema Corte de Justicia— resuelve habilitar a empresas cableoperadoras a brindar servicios de transmisión de contenidos por Internet.
Son los mismos agitadores que antes auguraron el perjuicio que traería a Antel el derecho a la portabilidad numérica, que ha quedado probado: ha sido todo lo contrario.
Hoy más que nunca debiéramos estar atentos con estos grupos de presión y tratar de destacar el valor de la institucionalidad normativa que ha distinguido siempre a nuestro país.
RINCÓN DE JUEGOS decretándoles su presidente.
Esto trajo un notorio cambio de postura, en donde el tono y la forma de actuar y comunicarse de forma agresiva, con un continuo llamado a la lucha y el empleo de discursos falaces, no están orientados a buscar un diálogo opositor pero constructivo. Por el contrario, muestran la actitud oligarca característica de los falsos sindicatos.
A la luz de los hechos, esto debería ser un llamado de atención para aquellas personas que le han dado su voto de confianza al FA, ya sea por convicción o por devoción, porque definitivamente, éste ya no es más ese partido político que conocían. @|
Solemos utilizar el término “señor/señora” con cierta frecuencia en el trato cordial con personas adultas, muchos de ellos desconocidos para nosotros.
No es un título nobiliario ni académico, tampoco necesariamente tiene que estar relacionado con el poder adquisitivo ni con la capacidad de gobernar en un ámbito determinado.
Hay algo intrínseco en el término relacionado a la dignidad, el comportamiento, la madurez y el “Don de gente”. Puedes haber estudiado en las mejores universidades y no serlo, puedes tener una cuenta bancaria abultada y no serlo, hasta puedes tener la edad necesaria y no serlo.
A la inversa: el concurrir a un templo de fe no te lo confiere, el tener una vida íntima moralmente intachable tampoco, no hay limosna que lo compre ni es un cheque en blanco de por vida.
Porque ser un “señor/señora” se construye en el tiempo, implica una conducta de vida, ser capaces de gestionar en calma las dificultades que se presentan y nos interpelan. Así como también desarrollar empatía por un otro que puede estar en nuestras antípodas.
Cada uno sabrá si está dentro de sus aspiraciones constituirse como un “señor/señora”, si está dispuesto a realizar el esfuerzo de superación que puede llevar toda la vida.
En un mundo donde a veces parece que todo da igual, que esmerarse no obtiene los resultados esperados y donde somos testigos de grandes injusticias; tener espacios y rodearnos de personas que compartan estos valores de superación nos puede ayudar a sentirnos acompañados.
EL TIEMPO 07:53 10:32 17:44 20:58