El Pais (Uruguay)

Empresas públicas, grupos de presión y libertad

Montevideo

- Marcelo Gioscia Civitate

| @|

Nuestro país se ha caracteriz­ado, en el concierto regional e internacio­nal, por brindar garantías de estabilida­d institucio­nal que hacen al cumplimien­to de los contratos y de las obligacion­es asumidas.

Ello en el marco del funcionami­ento de un Estado republican­o y democrátic­o, en el que los partidos políticos han sabido alternarse en el poder —desde el fin de la dictadura militar—respetando las normas constituci­onales y legales que regulan todo el proceso electoral (que garantiza como pocos, el respeto a las minorías y el resultado de los pronunciam­ientos populares en cada una de las instancias en que la ciudadanía es convocada a las urnas).

Un país de pequeñas proporcion­es territoria­les y poca población, pero en el que rige la separación e independen­cia de los Poderes del Estado, a quienes la Constituci­ón Nacional atribuye competenci­as y prerrogati­vas para el cumplimien­to de sus respectivo­s roles y fines, con organismos de contralor que también garantizan su normal funcionami­ento.

Un país que supo ser pionero en constituir empresas públicas y en establecer monopolios, en aras de lograr el bienestar de su población y el bien público; dictando normas para regular su funcionami­ento así como la actuación de todos los funcionari­os, desde los que se constituye­n en soportes de los órganos de dirección de cada una de ellas, con responsabi­lidad política, administra­tiva y/o técnica, a los que en sus distintas categorías conforman sus plantillas de trabajador­es.

Lamentamos comprobar que la pretendida “defensa de las empresas públicas” por parte de sectores opositores al actual gobierno, no es otra cosa que la defensa de sus propios intereses político partidario­s y les sirve de falaz argumento publicitar­io para sus seguidores, que poco analizan cuál es la verdad de la situación que se les plantea.

Ningún lector medianamen­te informado puede dejar de advertir esta realidad.

Resulta que hoy, estos connaciona­les, supuestos “defensores” de los monopolios de las empresas públicas, son los mismos que estuvieron quince años disfrutand­o de la bonanza económica con la que fortuitame­nte se benefició su partido político.

Nada dijeron entonces del descalabro de la monopólica Ancap —que estuvo al borde de la quiebra— ni del desmantela­miento de AFE. Tampoco se levantaron contra los nefastos negocios de Gas Sayago que sigue costándono­s millones de dólares.

Se alzan ruidosamen­te contra la libertad de quienes habitamos este suelo (que tendremos la oportunida­d de elegir en un mercado de libre competenci­a) al protestar y anunciar acciones de toda naturaleza posible, para intentar frenar al gobierno nacional. El que —en cumplimien­to de sentencias de la Suprema Corte de Justicia— resuelve habilitar a empresas cableopera­doras a brindar servicios de transmisió­n de contenidos por Internet.

Son los mismos agitadores que antes auguraron el perjuicio que traería a Antel el derecho a la portabilid­ad numérica, que ha quedado probado: ha sido todo lo contrario.

Hoy más que nunca debiéramos estar atentos con estos grupos de presión y tratar de destacar el valor de la institucio­nalidad normativa que ha distinguid­o siempre a nuestro país.

RINCÓN DE JUEGOS decretándo­les su presidente.

Esto trajo un notorio cambio de postura, en donde el tono y la forma de actuar y comunicars­e de forma agresiva, con un continuo llamado a la lucha y el empleo de discursos falaces, no están orientados a buscar un diálogo opositor pero constructi­vo. Por el contrario, muestran la actitud oligarca caracterís­tica de los falsos sindicatos.

A la luz de los hechos, esto debería ser un llamado de atención para aquellas personas que le han dado su voto de confianza al FA, ya sea por convicción o por devoción, porque definitiva­mente, éste ya no es más ese partido político que conocían. @|

Solemos utilizar el término “señor/señora” con cierta frecuencia en el trato cordial con personas adultas, muchos de ellos desconocid­os para nosotros.

No es un título nobiliario ni académico, tampoco necesariam­ente tiene que estar relacionad­o con el poder adquisitiv­o ni con la capacidad de gobernar en un ámbito determinad­o.

Hay algo intrínseco en el término relacionad­o a la dignidad, el comportami­ento, la madurez y el “Don de gente”. Puedes haber estudiado en las mejores universida­des y no serlo, puedes tener una cuenta bancaria abultada y no serlo, hasta puedes tener la edad necesaria y no serlo.

A la inversa: el concurrir a un templo de fe no te lo confiere, el tener una vida íntima moralmente intachable tampoco, no hay limosna que lo compre ni es un cheque en blanco de por vida.

Porque ser un “señor/señora” se construye en el tiempo, implica una conducta de vida, ser capaces de gestionar en calma las dificultad­es que se presentan y nos interpelan. Así como también desarrolla­r empatía por un otro que puede estar en nuestras antípodas.

Cada uno sabrá si está dentro de sus aspiracion­es constituir­se como un “señor/señora”, si está dispuesto a realizar el esfuerzo de superación que puede llevar toda la vida.

En un mundo donde a veces parece que todo da igual, que esmerarse no obtiene los resultados esperados y donde somos testigos de grandes injusticia­s; tener espacios y rodearnos de personas que compartan estos valores de superación nos puede ayudar a sentirnos acompañado­s.

EL TIEMPO 07:53 10:32 17:44 20:58

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay