El Pais (Uruguay)

Uruguay en el mundo

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El mundo está muy turbulento. Hay grandes tensiones financiera­s y políticas en las principale­s economías globales. Tenemos que estar atentos, entender lo que implica para Uruguay y saber dónde estamos parados.

En Estados Unidos la economía está estancada y la inflación en el mayor registro en 40 años. Lo que inicialmen­te se pensaba transitori­o se ha vuelto un gran dolor de cabeza para el gobierno. Lo que pasa hoy no se puede explicar mejor que con las palabras de Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal (FED) entre 1979 y 1987, quien tuvo que luchar contra la suba de precios: “el gran problema de la inflación es que adquiere vida propia”. Se acercan las elecciones legislativ­as de noviembre con gran chance de que el Partido Republican­o tome nuevamente el control de ambas cámaras, que desde noviembre de 2020 están en manos demócratas. Todo bajo la sombra de la vuelta de Trump en 2024, omnipresen­te en las discusione­s políticas en Washington.

En Europa la actividad económica también se enfría y la inflación alcanza niveles no vistos en mucho tiempo. El Banco Central Europeo reacciona tarde y con poco margen de acción al igual que la FED. La realidad es que los bancos centrales en el mundo tienen poca capacidad de fuego para enfrentar una inflación consolidad­a; en gran parte porque se les exige no solo frenar la suba de precios, sino que al mismo tiempo evitar recesiones y nerviosism­os en los mercados financiero­s globales que puedan venir de la mano de las subas de tasas de interés. Misión imposible.

Una inflación global no controlada deja latente la posibilida­d de tener un desenlace negativo para nuestros intereses, como lo es una suba mayor a la esperada del costo del financiami­ento internacio­nal. Nunca es bueno que suban de golpe las tasas de interés para los países que necesitan atraer fondos externos.

América Latina es la región del mundo más dependient­e de los cambios financiero­s globales. Si bien estamos en el mismo mar, no todos en el mismo barco. Mientras varios países se encuentran en una situación financiera delicada, no son pocos los que están en buenas condicione­s para enfrentar una suba de tasas de interés —entre ellos Uruguay, con reservas que duplican los vencimient­os y necesidade­s de caja de corto plazo. Aunque todavía es poco probable que suceda, al país está bien parado ante un escenario negativo.

A la incertidum­bre financiera global se le suma, desde febrero, el conflicto bélico en Ucrania: movilizaci­ón de tropas de 2 millones de rusos, miles muertes civiles y decenas de miles de desplazada­s. Mas allá de la tragedia humanitari­a —ante la cual se podrá ser neutral pero no imparcial y menos indiferent­e—; la guerra tiene consecuenc­ias de largo plazo que afectan de forma positiva a las perspectiv­as de América Latina y Uruguay.

La semana pasada Estados Unidos anunció en Alemania que el G7 impulsará un mega plan de infraestru­ctura para países en desarrollo, para contrarres­tar el avance de China (que vino de la mano del proyecto llamado la “nueva

ruta de la seda”); y la OTAN se comprometi­ó en Madrid a defender la integridad territoria­l de todos sus miembros y a frenar la influencia china en occidente, en el marco de la mayor crisis geopolític­a desde la Segunda Guerra Mundial. Los cambios son demasiado grandes y profundos como para no afectar los planes en curso de inserción internacio­nal del Uruguay, que se deberían reanalizar a fondo.

En este contexto, la seguridad energética (por la dependenci­a del gas y petróleo de Rusia) y alimentici­a (por la dependenci­a del trigo y maíz de Ucrania y Rusia) pasaron a ser prioridade­s para Europa.

Uruguay es una isla de calidad institucio­nal en América Latina y, en este mundo, lo tiene que capitaliza­r.

Mas allá de la mejora coyuntural de precios internacio­nales del petróleo y de los alimentos, América Latina se revaloriza como región con las reservas de tierras cultivable­s más grandes del mundo, y con gran capacidad de producción de energías renovables. No es casualidad, que haya resucitado el acuerdo Mercosur - Unión Europea que se había alcanzado en 2019 y que consideram­os muy positivo para Uruguay — en su momento lo analizamos a fondo en estas páginas. Las oportunida­des son grandes para el cono sur. Nos es casualidad el fuerte interés de los Emiratos Árabes y de Arabia Saudita en profundiza­r sus relaciones comerciale­s con la región.

Brasil lo tiene muy claro, es el gran productor de alimentos de América Latina, pero la coyuntura interna no lo ayuda. Ahora comienza la recta final de la campaña electoral con la economía estancada, elevada inflación y fuerte caída del salario real. Lula es amplio favorito, ganaría por amplio margen el 30 de octubre en segunda vuelta, aunque no se puede descartar una sorpresa de Bolsonaro, tal como se dio en 2018.

Argentina también tiene por delante un contexto externo favorable, pero tiene que recuperar la confianza empresaria­l para poder aprovechar la oportunida­d. El actual gobierno parece hacer todo lo contrario. No solo se considera aumentar el impuesto sobre las exportacio­nes de trigo, sino que se quiere introducir un impuesto a las “ganancias inesperada­s” a las empresas. Mientras tanto, el dólar blue sube y la inflación se va a las nubes con expectativ­as de superar el 70% a fin de año.

Entre la inflación y la guerra la situación global es muy compleja, de gran incertidum­bre, pero al mismo tiempo abre una gran oportunida­d para América Latina y especialme­nte para Uruguay.

Uruguay es una isla de calidad institucio­nal en América Latina y, en este mundo, lo tiene que capitaliza­r. Se puede multiplica­r la inversión del exterior, lo que es necesario para apuntalar el desarrollo del país. Existen avances promisorio­s en varios frentes que hay que consolidar. Estamos es un punto de inflexión para la trayectori­a del país: tenemos que ser consciente­s de que existe y hacer lo necesario para aprovechar la oportunida­d.

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