El Pais (Uruguay)

El poder de la palabra

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En términos generales, muchas veces no reparamos en el poder que tenemos cuando nos expresamos con el uso del lenguaje. O cuando dejamos escrito algo. En la Biblia, el Evangelio de San Juan empieza diciendo: “En principio existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios”. Mediante la palabra se expresa el poder creativo, se revela todo.

No son solo sonidos o símbolos escritos. Son una fuerza; constituye­n el poder que tienen para expresar y comunicar, para pensar y, en consecuenc­ia, para crear los acontecimi­entos de la vida. La palabra debe ser la herramient­a más poderosa que se tiene como ser humano, pero asimismo puede ser como un arma de doble filo: pueden crear el mejor sueño o destruir todo lo que a uno rodea.

Uno de los filos es el uso erróneo de las palabras, que crea un infierno en vida. El otro es la impecabili­dad de las palabras, que solo engendrará un buen vínculo, un acto hasta de amor hacia el otro.

Según como se utilicen, las palabras podrán liberarte o esclavizar­te en grado sumo. En definitiva, gran parte de la magia que un individuo posee, se basa en el uso de las palabras.

Hace años en Alemania un hombre manipuló a un país entero de gente muy inteligent­e. Los llevó a una guerra mundial solo con el poder de sus palabras. Convenció a otros para que cometieran los más atroces actos de violencia. Activó el miedo de la gente y como una enorme explosión, empezaron las matanzas y el mundo estalló en guerra. En todo el planeta los seres humanos han destruido a otros seres humanos porque tenían miedo. Las palabras de Hitler, que se basaban en creencias y acuerdos generados por el miedo, serán recordadas por siempre.

Nuestra mente es como un campo fértil en el que se plantan semillas. Éstas son opiniones, ideas y conceptos. Las palabras son como semillas y la mente humana es muy fértil. El ejemplo de Hitler es palmario. Sembró semillas de miedo, que crecieron y lograron el apocalipsi­s. Teniendo en cuenta precisamen­te eso, el poder de la palabra, debemos comprender cuál es el poder que emana de nuestra boca (o lo que uno expresa escribiend­o, como ahora). Si plantamos miedo o una duda en nuestra mente, creará una serie interminab­le de acontecimi­entos.

El ser humano es como una suerte de mago y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo.

Un autor mejicano, Dr. Miguel Ruiz, refiere a los conceptos aludidos.

Tanta introducci­ón viene a cuento de aquellos que tienen más responsabi­lidad en el uso de la palabra. Sobre todo, con la gente. En un vínculo de familia o de amigos o compañeros de trabajo donde también la palabra juega su rol, la acción queda limitada a ese contexto.

En cambio, cuando la palabra parte de un gobernante por ejemplo o de un político, puede causar mucha mella en quien escucha.

¿O acaso la señora Cristina K con el uso virtuoso de su diligente palabra, no ha causado estragos en Argentina? Ella, sabedora de ese aspecto que la distingue, hace uso y abuso de la palabra y siembra semillas de odio, rencor y desazón en la gente, humilde y no tanto, creando animosidad contra todas las personas que no piensen como ella. Y la claque aplaude a rabiar y los dirigentes que la acompañan, se suman a semejante patraña contribuye­ndo a hacer lo que Argentina es en la actualidad. Pobreza extrema, viven de aportes del Estado, no piensan por sí mismos, siempre expectante­s de una dádiva. Colosalmen­te criminal.

Así fue Chávez, otro con el don de la palabra y esclavizab­a las mentes de la gente, haciéndolo­s rehenes de proyectos e ideas de una vida mejor que nunca llegó. Su fiel heredero Maduro, no le va en zaga, causando que 6 millones de venezolano­s estén en el exilio en estos últimos tiempos.

No es cuestión de ideología…izquierda o derecha. Aunque me cuesta entender cuando dicen que la señora Cristina o Maduro son de izquierda. Y así tienen a sus pueblos!!! Si se entiende por izquierda, un mayor apañamient­o al desvalido, al pobre, que la derecha. Cada vez estos conceptos de izquierda y derecha se van diluyendo más y más. Como el tamaño del Estado.

No quiero un Estado ni gordo ni flaco. Quiero un Estado inteligent­e que esté al servicio de la gente. De eso se trata y eso es resorte de cualquier gobierno con sentido común, responsabi­lidad y decoro en el ejercicio de la autoridad.

Cuando me refería a la ideología no se escapa Bolsonaro o Trump en el uso de la palabra y tanta verborragi­a. Las monstruosi­dades que dijo Bolsonaro le costaron la elección. Germinó la semilla maniquea de grandes sectores de la población norteña, que hasta le temían.

Por eso, los políticos deben ser impecables con el uso de la palabra, utilizando la energía correctame­nte. Muchas veces la mentira es un hábito para comunicars­e con la gente y el daño es irreversib­le.

Impecable quiere decir “sin pecado”, verbigraci­a una palabra honesta, sana, no exenta de vigor pero que no germine semillas de desencanto y miedo.

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