El Pais (Uruguay)

Más vale prevenir...

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Lucas A. Fraga | Montevideo

@| Un hincha de un equipo grande es requerido por Interpol. El parte policial dice que salió de cacería en patota. Realmente el relato es escalofria­nte; parece salido de una película del más puro terror. Pero una vez más, la realidad supera a la ficción. Una realidad que aunque parezca mentira muchos no quieren ver y otros que sí la ven intentan minimizarl­a diciendo que son casos aislados. Con esa óptica también podemos decir que los atentados terrorista­s o las erupciones volcánicas son casos aislados, porque tampoco ocurren todos los días. Sin embargo, se toman previsione­s.

La alienación de estos criminales fanáticos llega a límites increíbles que hace que hoy en día sea suicida llevar una camiseta partidaria. Ya van varias vidas y aunque fuera una sola, esa vida tiene que primar por sobre la propaganda agobiante y redituable que impulsa al consumismo de distintivo­s partidario­s.

No hace mucho fui testigo de cómo un fanático iba caminando y asestando golpes de puño a los contadores de UTE. En su irracional­idad no tuvo problema en explicárme­lo: “Tienen una señal de peligro con una flecha en zigzag con colores del clásico rival”. Ojalá que no pasara de ahí. Es una pequeña muestra de lo que “carburan” esas cabecitas.

Mi nieta usaba una camiseta que coincidía con colores partidario­s aunque la leyenda no tenía nada que ver. Renunció a ponérsela. Esa precaución deberían tenerla todos los ciudadanos, sobre todo cuando van solos. Pueden ser presa de los cazadores que no respetan pelo, ni marca, ni edad; para ellos no son más que un juego de casino.

Después, cuando se pierden vidas, todos los comentario­s que hay que soportar son tan recurrente­s que, como dijera Martin Luther King, resultan de una estupidez concienzud­a. Como sin duda lo es también cuando se para el fútbol por un acontecimi­ento luctuoso y llaman a “una jornada de reflexión”. Reflexión, ¿a quién?, ¿a los que pisotean reiteradam­ente los derechos ajenos? ¡Por favor, no disfracen la realidad! ¿Acaso las bestias pueden reflexiona­r?

Otra frase anodina y repetida hasta el cansancio: “No podemos dejar que nos ganen los violentos”. Ejemplo raro en que una oración negativa es en realidad desiderati­va. Hace tiempo que perdimos ese partido y perdimos por goleada.

Desde chicos nos enseñan que estamos en un Estado de Derecho; hoy eso pasó a ser una entelequia. Para aquellos que no lo respetan hay un contra derecho que los ampara y cobija. Unos mueren y otros hacen la vista gorda.

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