El Pais (Uruguay)

Crónica de la noche en que el trap llenó el Velódromo

- RODRIGO GUERRA

Por los parlantes del Velódromo Municipal suena “Dancing Queen” de ABBA, y un grupo de adolescent­es se ríe mientras hace una coreografí­a digna de la Noche de la Nostalgia. El campo está repleto de grupos de amigos y vasos de plástico con cerveza y fernet. Más atrás se ven padres e hijos, unas cuantas camisetas con el rostro tatuado de Duki e incontable­s celulares que capturan historias de Instagram.

Es la noche del primer sábado de mayo y Knak y The La Planta ya pasaron por el escenario para delinear el clima festivo. Ya llovió, ya paró y entre las nubes se trasluce la luna llena. “Olé, olé, olé, Duko, Duko”, gritan las 15 mil personas que agotaron el Velódromo Municipal para ver en vivo a la estrella del trap que hizo historia al llenar cuatro veces el estadio de Vélez en Buenos Aires.

Y ahí, apenas unos minutos después de las 21.00, se interrumpe ese clásico de ABBA y las luces del estadio se apagan. Se escucha el primer grito colectivo y miles de celulares en alto filman la escena. Cuando irrumpe el beat de “Givenchy”, Duki sale al escenario con la energía necesaria para desatar un pogo que llega hasta la torre de sonido. “¿Cómo está mi gente bonita en Uruguay?”, lanza antes de sumergirse en un fraseo frenético. El público salta y corea la letra a todo volumen. “Tengo a lo’ míos hablando italiano, / De lunes a viernes solo comen pasta”, escupe el argentino y, justo en ese momento, seis bengalas se disparan desde el escenario e iluminan el cielo de naranja durante unos segundos. El efecto es similar al de un golpe en la mandíbula.

“¿Estamos ready para romper?”, grita el cantante antes de darle paso a “Hello Cotto”, un trap aún más agresivo que “Givenchy”. La clave está en el power-trío de bajo, batería y guitarra que lo acompaña, y que inyecta a la canción con un impulso metalero. La gente salta aún más alto y corea todavía más fuerte. Aún no pasaron cinco minutos del show, pero el clima ya es asfixiante. El equipo de seguridad se lleva a varios desmayados por el calor sofocante.

“Prendé la luz”, ordena Duki e interrumpe el inicio de “Tumbando el club”. “La gente que se sienta mal, trate de salir por los costados.

Ayuden a salir al resto”, dice mientras vigila cada sector del campo. “A esa chica déjenla pasar”, lanza y señala las primeras filas. “Vamos a tomarnos un minuto, perdonen la demora”.

“¿Estamos para seguir?”, pregunta unos instantes después, cuando las cosas parecen calmarse. Canta “Tumbando el club” y el público está tan apretado en su intento por acercarse al argentino que el show vuelve a interrumpi­rse. Sacan a más desmayados mientras el cantante pide agua para el público. Luego se lanza sobre una versión rockera de “Si te sentís sola” que contagia tanta euforia que el artista tiene que volver a pausar su show.

La situación se repite otras dos veces (en “Sudor y trabajo” y “Pintao”), así que el cantante decide irse del escenario. “La gente que tenga a alguien cerca que se sienta mal, ayúdenla a salir”, repite. “Un minuto, respiramos y seguimos. ¿Estamos bien? ¡Hay mucha energía esta noche en Uruguay! Gracias por el recibimien­to. Es un placer”.

Cuando vuelve a escena, el argentino de 26 años finalmente puede demostrar los dotes que lo convirtier­on en uno de los referentes de su generación. Canta “Piensa en mí” con una bandera de Uruguay sobre los hombros, se mueve por todo el escenario con una presencia magnética, rapea sin esfuerzo intrincada­s barras e invita a su compatriot­a C.R.O. en una versión explosiva de “Harakiri”.

La sección dedicada al reggaetón coincide con una garúa que hace que el público baile los éxitos “Top 5” y “Marisola” bajo la lluvia. Más adelante, cuando el viento se lleva a las nubes negras, Duki se lanza sobre su sesión con Bizarrap, esa donde repasa su historia. “Encontré el sentido a mi vida cuando me metí en un estudio, / Y pegué mi primera canción, y aunque no tenía plata, me creí millonario”, canta a capella y el público corea la letra como si se trata de un himno.

A la hora y veinte del recital, interpreta “Goteo” y el pogo recupera la intensidad del inicio. La historia es la misma de antes: tiene que interrumpi­r la canción. El cierre queda en manos de “She Don’t Give a Fo” y la fiesta, esta vez sin pausas, llega a la cúspide. “Gracias por tanto amor y por hacerme sentir en casa”.

En el bis, retoma “Givenchy” — la canción del arranque— y el show cierra con fuegos artificial­es. Mientras la gente filma la escena, “Enjoy the Silence” (“Disfruta el silencio”), de Depeche Mode, suena por los parlantes. Parece la invitación perfecta para recuperar la calma tras una noche de energía desbordada.

El argentino volvió a Uruguay y presentó un show de entradas agotadas que reunió a 15 mil personas.

El cantante repasó éxitos como “Si te sentís sola”, “She Don’t Give a Fo” y “Tumbando el club”.

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ARTISTA. El cantante de 26 años llegó a Montevideo con un show que incluyó varios éxitos.
 ?? ?? PÚBLICO. Las 15 mil entradas para el show de Duki en el Velódromo se agotaron con unos cuantos días de antelación.
PÚBLICO. Las 15 mil entradas para el show de Duki en el Velódromo se agotaron con unos cuantos días de antelación.

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