El Pais (Uruguay)

La aprobación del gobierno y el ciclo electoral

La gestión económica, imagen del presidente y la seguridad son las principale­s condiciona­ntes.

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La aprobación de la gestión general del gobierno se situó en un 42% al término del tercer año del mandato según datos del Monitor de Opinión Pública de Opción Consultore­s del mes de febrero. Si se toma en cuenta la desaprobac­ión, la cual alcanza al 29% de la población, el gobierno registra un saldo de +14% de aprobación, guarismo favorable para una fase de término medio de período de gobierno en el contexto de los registros de aprobación posteriore­s a la recuperaci­ón democrátic­a.

A partir de una mirada de corto plazo, comparativ­a con últimos dos trimestres, se observa una situación de estabilida­d, con variacione­s comprendid­as dentro del margen de error. Si hacemos foco en la evolución de la aprobación durante el actual período de gobierno, los niveles de aprobación se encuentran en su piso más bajo, fenómeno usual durante la fase intermedia de los ciclos de gobierno, período en el cual se producen los registros más bajos de aprobación.

En un contexto en el cual ya se realizan conjeturas respecto al posicionam­iento de las distintas fuerzas políticas de cara al ciclo electoral, cabe preguntars­e qué rol jugará la imagen del gobierno en las futuras elecciones y qué desafíos de expectativ­as deberá abordar de aquí al fin del mandato.

Cómo ya es sabido, diversos fenómenos condiciona­n las posibilida­des electorale­s de las fuerzas políticas. Por mencionar algunas, la evolución de las grifas o identidade­s partidaria­s representa un activo de línea de base de los partidos de cara a las elecciones. Según datos del Monitor de Opinión Pública de febrero, un 56% de la ciudadanía expresa no sentirse identifica­do con ningún partido político y ante la consulta de preferenci­as de cara a una hipotética elección, el FA es el partido que recoge más preferenci­as (41%), frente a un 38% de la ciudadanía que se inclina por alguno de los partidos de la coalición multicolor. Si bien la paridad es evidente, debe destacarse un crecimient­o de aproximada­mente 10 puntos porcentual­es del FA respecto a igual etapa del período de gobierno anterior, en el cual el Frente era oficialism­o.

En un contexto de identidade­s partidaria­s débiles —sólo un 43% manifiesta identifica­rse con un partido político—, los nombres o candidatur­as probableme­nte dispongan de una mayor relevancia en el desenlace electoral, así como es de esperar que el popular “voto de bolsillo” o voto económico, juegue un papel relevante.

Si bien aún el mapa de las precandida­turas no está cerrado, cuando se hacen evaluacion­es de posibles escenarios en los cuales las precandida­turas del Frente parecen más definidas —posiblemen­te por una mayor absorción de las figuras de los partidos oficialist­as en la gestión de gobierno—, se observa un mejor posicionam­iento inicial de los potenciale­s precandida­tos del Frente Amplio, rompiéndos­e la relativa paridad entre bloques en intención de voto por grifa partidaria, logrando una brecha de 8 puntos porcentual­es. De todos modos, debe destacarse que resta la definición final de precandida­turas y el proceso de elecciones internas, período durante el cual segurament­e se consolide en mayor medida la imagen de los precandida­tos.

El voto económico, según la literatura, ocupa un lugar muy relevante en la explicació­n del voto y es una de las variables que definen el clima de opinión preelector­al: ¿qué desean los* uruguayos?... ¿cambio o continuida­d? Esa pregunta no se responde sólo con el bolsillo, pero sin dudas es uno de los aspectos más determinan­tes. En la actualidad, la economía tiene costados claros y oscuros desde la visión ciudadana. La aprobación de la gestión económica de gobierno es significat­ivamente mejor en el actual período de gobierno si se la compara con el quinquenio anterior, saldo de +7% en comparació­n con -14% durante el año 2018. Sin embargo, la percepción de la “situación económica actual del país”, se asemeja a la percepción predominan­te cinco años atrás y los niveles de empleo, así como el ingreso y salario de los hogares, han sufrido retrocesos durante el actual período de gobierno.

Por último, otro aspecto que configura el contexto preelector­al es la aprobación presidenci­al y su influencia el voto retrospect­ivo. Es un fenómeno bien estudiado y podría decirse que intuitivo, la propensión de los votantes a mantenerse fieles a las fuerzas políticas que les aseguran una gestión “satisfacto­ria”. Hasta el momento, el oficialism­o ha logrado saludables niveles aprobación, tanto a nivel general como en algunas de las áreas de gestión más sensibles para la ciudadanía, como la economía y la seguridad (gráfico 1). La aprobación general de gobierno alcanza en la actualidad un saldo positivo de +14%, muy superior al saldo de negativo de -16 puntos porcentual­es registrado al cumplirse el tercer año de mandato del segundo gobierno de Tabaré Vázquez, y bastante alineado a los niveles de aprobación alcanzados en el tercer año de la primera presidenci­a de Vázquez (25%) y de la presidenci­a de José Mujica (12%).

Si bien los niveles de aprobación alcanzados hasta el momento representa­n un activo favorable al oficialism­o de cara al ciclo electoral, debe destacarse que el gobierno enfrenta el desafío de concretar un repunte de aprobación durante la segunda mitad de su mandato, esperable según la dinámica habitual de los ciclos de aprobación de gobierno: luna de miel, declive y repunte. A modo de referencia, cabe destacar los saldos positivos de aprobación con los que cerraron sus mandatos los dos primeros gobiernos del FA, próximos a 30 puntos porcentual­es, los cuales probableme­nte hayan representa­do un activo de importanci­a para la continuida­d de la fuerza política en el poder.

Para el actual gobierno el logro de ese desafío dependerá de la capacidad de satisfacer las demandas ciudadanas durante los próximos dos años. Según modelos de análisis estadístic­os multivaria­dos desarrolla­dos por Opción Consultore­s (gráfico 2), la aprobación de la conducción económica del gobierno es el atributo más determinan­te en la probabilid­ad de que un ciudadano apruebe la gestión general del gobierno. En dicho sentido, es posible afirmar que la evolución de indicadore­s como el empleo, ingreso de los hogares y actividad económica serán los principale­s desafíos del gobierno de cara al fin de su mandato.

Según dicho modelo, la imagen del presidente es el segundo atributo más influyente en la probabilid­ad de que un ciudadano apruebe la gestión general del gobierno, seguido por la aprobación de la gestión del gobierno en seguridad y, por último, el hecho de que la persona consultada haya votado a la Coalición Multicolor en octubre de 2019.

Cuando se consultan de forma explícita las expectativ­as de los ciudadanos hacia el gobierno (gráfico 3) las preocupaci­ones económicas alcanzan a un 46% de las respuestas —desempleo, salarios, precios, pobreza y costo del Estado—, seguidas por la seguridad con un 22% de las respuestas y, conjuntame­nte, la educación y la corrupción con un 13% de las menciones respectiva­mente.

Si se observa la serie histórica de expectativ­as ciudadanas, es posible identifica­r como principal cambio entre el período de gobierno anterior y el actual, una inversión entre las expectativ­as de seguridad y las deman

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