El Pais (Uruguay)

El frentismo electoral

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Todo parece señalar que los candidatos del Frente Amplio para las próximas elecciones nacionales serán Yamandú Orsi y Carolina Cosse, el primero apoyado por el Movimiento de Participac­ión Popular más grupos menores y la segunda, muy probableme­nte, por el Partido Comunista y el Socialista, aun cuando este respaldo no esté aún confirmado. Como es público el MPP es un partido sucesor del antiguo Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) cuyo objetivo es “avanzar hacia la Revolución y el Socialismo” mientras el Partido Comunista y el Socialista —junto con la mayoría de las bases presuntame­nte independie­ntes— siguen representa­ndo el antiguo marxismo clásico, cultor de la revolución proletaria. Por su lado la socialdemo­cracia frentista se encuentra tan disminuida que no es seguro que presente candidatos para las internas.

Es cierto que a diferencia de lo que sucedía en 1971, fecha de creación del Frente Amplio, en sus filas el actual socialismo se encuentra aplazado, a la espera de las condicione­s que lo hagan posible. Algo que no ocurría en sus inicios, cuando su programa consistía en medidas concretas como la reforma agraria, la nacionaliz­ación de la banca y el comercio exterior,

Si triunfase Cosse u Orsi, mucho deberán a sus mentores. Una deuda que todos pagaríamos.

dirigidas directamen­te hacia el cambio a breve plazo del modelo productivo. La actual situación donde la implosión del socialismo y la caída de sus raíces ideológica­s ha sido total, determinó dos diferentes consecuenc­ias en los principale­s partidos frentista. El Comunista, más consecuent­e, ha mantenido para su interna su orientació­n doctrinari­a sin cambios relevantes, sin embargo ha aguado su discurso público omitiendo temas urticantes como la revolución, el proletaria­do, la socializac­ión de los medios de producción o el anticapita­lismo. Dichos mojones, antes medulares en su prédica, ahora únicamente son manejados en voz baja por el movimiento sindical, más jugado, por lo menos en teoría, al radicalism­o clásico de izquierda. Lo demuestra Cuba homenajead­a cada primero de mayo.

Por su parte el MPP, conserva solamente fragmentos aislados de aquella cosmovisió­n, cuestionad­os por un mundo que marcha en otra dirección, si bien ello no lo lleva a abandonar el socialismo. Continúa cultivando sus valores. Aún cuando, desde hace años, bajo la cobertura de la heterodoxa coalición que los alberga, ambos partidos mantengan un discurso estatista de baja definición —una amortiguad­a lingua franca frentista—, impulsando en los hechos, sin explicar la contradicc­ión, una suerte de capitalism­o popular, solo medianamen­te exitoso cuando las condicione­s externas lo permiten. Tal como sucedió durante parte del gobierno del FA. Al presente su mayor dificultad radica en la competenci­a de gremios y movimiento­s sociales, capaces, como ocurrió con la LUC, de birlarles el manejo táctico de la situación. Aún está por decidirse, por ejemplo, el futuro de la reforma jubilatori­a, donde el FA no quiere arriesgars­e a un problemáti­co plebiscito para derogarla mientras el Pit-cnt y la intersocia­l, amenazan promoverlo. De cualquier modo, si triunfase Cosse u Orsi, mucho deberán al apoyo de sus mentores. Una deuda que segurament­e, todos pagaríamos, probableme­nte con velones al socialismo.

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