“La regla fiscal del FA era Astori”
Crisis de 2002 y covid pusieron en riesgo el grado inversor
La situación más reciente de riesgo de perder el grado inversor fue durante la pandemia del covid-19, que generó que las finanzas públicas (no solo de Uruguay, sino de todo el mundo) estuvieran comprometidas, porque hubo que gastar más al mismo tiempo que caía la recaudación, con la incertidumbre sobre cuánto iba a impactar en el PIB.
Otro período complicado fue con la crisis de 2002 cuando (en febrero de aquel año)
Uruguay perdió el grado inversor que recuperó 10 años después (en abril de 2012).
“La regla fiscal en la época del gobierno del Frente Amplio (FA) era (Danilo) Astori. El FA, en el período de Tabaré Vázquez y de José Mujica, no tenía formalmente una regla fiscal, pero tenía a Astori que sabía hasta dónde podía llegar o no con cada cosa”, dijo a El País una fuente del gobierno, y piensa que quienes vienen del ala astorista valoran el concepto de regla fiscal.
OTRAS MEJORAS. De ahora en más, según Umpiérrez, Uruguay debería mejorar otras verticales, que, directa o indirectamente, inciden en la mirada de las calificadoras de riesgo, como ser, potenciar la independencia de las atribuciones de los consejos externos del Ministerio de Economía (MEF), para seguir apuntando la institucionalidad fiscal y el fortalecimiento de la regla fiscal, de mejor forma.
“Y la ley de Presupuesto 2025 debería recoger un objetivo de superávit primario estructural”, agregó.
Actualmente hay déficit primario (antes del pago de deuda) de 0,5% del PIB y, a su entender, debería converger al superávit para asegurar una trayectoria de la deuda a la baja de los niveles de hoy.
“Más allá de ir a superávits fiscales, algo que queda pendiente de la reglamentación de la Ley de Urgente Consideración (LUC) en este período de gobierno, es la del fondo de estabilización creado en 2021. A medida que Uruguay acumule superávits fiscales, debería reglamentarse su diseño y alcances”, dijo.
El economista del CED destacó que Uruguay debería plantearse un objetivo de inflación más alineado al estándar internacional (entorno al 3%), lo que permitiría apuntalar más el desarrollo de los mercados financieros en moneda local, y también ayudaría a atraer más inversiones.