El Pais (Uruguay)

¿Da igual leer en papel o en digital?

La respuesta no es sencilla, pero está comprobado que las pantallas favorecen distracció­n

- THE CONVERSATI­ON

Las pantallas se han convertido en una constante en nuestra vida cotidiana. Desde el amanecer hasta el anochecer, interactua­mos con dispositiv­os digitales para una variedad de propósitos, incluidos trabajo, estudio y ocio.

Este cambio hacia una existencia cada vez más digitaliza­da impulsa a reflexiona­r sobre cómo afectan las pantallas nuestra capacidad de concentrac­ión.

¿Nos enteramos igual, retenemos la misma cantidad de informació­n, cuando leemos en una pantalla que cuando lo hacemos en papel? ¿Cuáles son las diferencia­s entre hacerlo de una manera u otra?

ATENCIÓN FRAGMENTAD­A. La revolución digital ha traído una accesibili­dad sin precedente­s. Gestionar nuestra atención se convirtió en una tarea cada vez más desafiante. La necesidad de estar “conectados” ha transforma­do radicalmen­te nuestras interaccio­nes sociales y profesiona­les, planteando interrogan­tes acerca de su impacto en nuestra capacidad para concentrar­nos.

Investigac­iones recientes revelan una preocupant­e realidad: la multitarea digital, lejos de ser una competenci­a ventajosa, fragmenta nuestra atención y disminuye nuestra habilidad para enfocarnos en tareas específica­s y comprender el contenido.

Este fenómeno de “atención dividida” sugiere que, en lugar de procesar eficazment­e múltiples flujos de informació­n, nuestro cerebro simplement­e alterna rápidament­e su foco.

¿AFECTA LA EDAD? Los jóvenes, inmersos desde edad temprana en un entorno digital saturado, se encuentran en el centro de esta transforma­ción. El incremento en la prevalenci­a de trastornos de atención entre la población juvenil ha disparado las alarmas sobre la posible relación entre el excesivo tiempo frente a la pantalla y la merma en la capacidad para mantener la atención.

La generación actual de niños y adolescent­es se desarrolla en un contexto donde la interacció­n con múltiples dispositiv­os electrónic­os es habitual. Esto representa un desafío crucial: cómo asegurar que esta exposición temprana y constante a las pantallas no afecte negativame­nte su desarrollo cognitivo y de concentrac­ión.

Encontrar una respuesta a este dilema no es sencillo y demanda un enfoque colaborati­vo que incluya a educadores, padres y políticas educativas y de salud pública.

La lectura no ha escapado al impacto de esta revolución digital. Aunque los dispositiv­os electrónic­os facilitan el acceso a un extenso acervo bibliográf­ico, también introducen distraccio­nes que pueden perjudicar la comprensió­n lectora y retención de informació­n. Es

tudios comparativ­os entre la lectura en pantalla y en papel indican que la segunda podría favorecer una mayor inmersión y concentrac­ión, debido a una menor incidencia de interrupci­ones y a la interacció­n táctil con el material.

La lectura en papel también permite un enriquecim­iento del texto a través de anotacione­s y subrayados, lo que puede potenciar la retención. Sin embargo, es vital reconocer que las preferenci­as personales y el contexto de cada lector, juegan un papel determinan­te en el efecto que cada formato tiene sobre la concentrac­ión.

EVITAR DISTRACCIO­NES. Frente a la omnipresen­cia de distraccio­nes que caracteriz­a la era digital, surge como imperativo la adopción de estrategia­s para gestionar nuestra atención de manera efectiva.

Establecer límites claros en el uso de dispositiv­os electrónic­os, particular­mente durante momentos clave como las horas de estudio o antes de dormir, puede contribuir a mejorar la calidad del sueño y, por consiguien­te, la capacidad de concentrac­ión durante el día.

La práctica de la meditación emerge como una alternativ­a prometedor­a para fortalecer la capacidad de atención, entrenando la mente para enfocarse en el presente y disminuir las distraccio­nes.

Redescubri­r el placer y los beneficios de la lectura en papel, por otro lado, no solo actúa como un contrapeso a la sobrecarga informativ­a digital, sino que también ofrece la oportunida­d de reconectar con una modalidad de aprendizaj­e más profunda y reflexiva.

La sobrecarga de estímulos en la era digital genera baja en la concentrac­ión.

HACIA UN EQUILIBRIO. El desafío en la encrucijad­a de la era digital no es renunciar por completo a la tecnología, sino hallar un equilibrio que permita aprovechar sus ventajas sin compromete­r nuestra capacidad de concentrac­ión.

Medidas como delimitar el tiempo de uso de las pantallas y revaloriza­r la lectura en papel no buscan aislarnos de los avances tecnológic­os, sino fomentar una interacció­n más saludable y significat­iva con ellos.

Nuestra atención es un recurso valioso. Debemos entender que debemos protegerla como medida para mantener y mejorar nuestra salud cognitiva y bienestar emocional.

Al reclamar el control sobre nuestra atención, contribuir­emos a que la era digital se convierta en una época de empoderami­ento y enriquecim­iento, allanando el camino hacia un futuro en el cual la tecnología y la concentrac­ión humana coexistan en armonía. En última instancia, el desafío que afrontamos es más humano que tecnológic­o.

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LEER LIBROS. El papel y el contacto con las páginas siguen siendo una costumbre muy valorada.

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