¿Da igual leer en papel o en digital?
La respuesta no es sencilla, pero está comprobado que las pantallas favorecen distracción
Las pantallas se han convertido en una constante en nuestra vida cotidiana. Desde el amanecer hasta el anochecer, interactuamos con dispositivos digitales para una variedad de propósitos, incluidos trabajo, estudio y ocio.
Este cambio hacia una existencia cada vez más digitalizada impulsa a reflexionar sobre cómo afectan las pantallas nuestra capacidad de concentración.
¿Nos enteramos igual, retenemos la misma cantidad de información, cuando leemos en una pantalla que cuando lo hacemos en papel? ¿Cuáles son las diferencias entre hacerlo de una manera u otra?
ATENCIÓN FRAGMENTADA. La revolución digital ha traído una accesibilidad sin precedentes. Gestionar nuestra atención se convirtió en una tarea cada vez más desafiante. La necesidad de estar “conectados” ha transformado radicalmente nuestras interacciones sociales y profesionales, planteando interrogantes acerca de su impacto en nuestra capacidad para concentrarnos.
Investigaciones recientes revelan una preocupante realidad: la multitarea digital, lejos de ser una competencia ventajosa, fragmenta nuestra atención y disminuye nuestra habilidad para enfocarnos en tareas específicas y comprender el contenido.
Este fenómeno de “atención dividida” sugiere que, en lugar de procesar eficazmente múltiples flujos de información, nuestro cerebro simplemente alterna rápidamente su foco.
¿AFECTA LA EDAD? Los jóvenes, inmersos desde edad temprana en un entorno digital saturado, se encuentran en el centro de esta transformación. El incremento en la prevalencia de trastornos de atención entre la población juvenil ha disparado las alarmas sobre la posible relación entre el excesivo tiempo frente a la pantalla y la merma en la capacidad para mantener la atención.
La generación actual de niños y adolescentes se desarrolla en un contexto donde la interacción con múltiples dispositivos electrónicos es habitual. Esto representa un desafío crucial: cómo asegurar que esta exposición temprana y constante a las pantallas no afecte negativamente su desarrollo cognitivo y de concentración.
Encontrar una respuesta a este dilema no es sencillo y demanda un enfoque colaborativo que incluya a educadores, padres y políticas educativas y de salud pública.
La lectura no ha escapado al impacto de esta revolución digital. Aunque los dispositivos electrónicos facilitan el acceso a un extenso acervo bibliográfico, también introducen distracciones que pueden perjudicar la comprensión lectora y retención de información. Es
tudios comparativos entre la lectura en pantalla y en papel indican que la segunda podría favorecer una mayor inmersión y concentración, debido a una menor incidencia de interrupciones y a la interacción táctil con el material.
La lectura en papel también permite un enriquecimiento del texto a través de anotaciones y subrayados, lo que puede potenciar la retención. Sin embargo, es vital reconocer que las preferencias personales y el contexto de cada lector, juegan un papel determinante en el efecto que cada formato tiene sobre la concentración.
EVITAR DISTRACCIONES. Frente a la omnipresencia de distracciones que caracteriza la era digital, surge como imperativo la adopción de estrategias para gestionar nuestra atención de manera efectiva.
Establecer límites claros en el uso de dispositivos electrónicos, particularmente durante momentos clave como las horas de estudio o antes de dormir, puede contribuir a mejorar la calidad del sueño y, por consiguiente, la capacidad de concentración durante el día.
La práctica de la meditación emerge como una alternativa prometedora para fortalecer la capacidad de atención, entrenando la mente para enfocarse en el presente y disminuir las distracciones.
Redescubrir el placer y los beneficios de la lectura en papel, por otro lado, no solo actúa como un contrapeso a la sobrecarga informativa digital, sino que también ofrece la oportunidad de reconectar con una modalidad de aprendizaje más profunda y reflexiva.
La sobrecarga de estímulos en la era digital genera baja en la concentración.
HACIA UN EQUILIBRIO. El desafío en la encrucijada de la era digital no es renunciar por completo a la tecnología, sino hallar un equilibrio que permita aprovechar sus ventajas sin comprometer nuestra capacidad de concentración.
Medidas como delimitar el tiempo de uso de las pantallas y revalorizar la lectura en papel no buscan aislarnos de los avances tecnológicos, sino fomentar una interacción más saludable y significativa con ellos.
Nuestra atención es un recurso valioso. Debemos entender que debemos protegerla como medida para mantener y mejorar nuestra salud cognitiva y bienestar emocional.
Al reclamar el control sobre nuestra atención, contribuiremos a que la era digital se convierta en una época de empoderamiento y enriquecimiento, allanando el camino hacia un futuro en el cual la tecnología y la concentración humana coexistan en armonía. En última instancia, el desafío que afrontamos es más humano que tecnológico.