El Pais (Uruguay)

Récord a pesar del barro

- NICOLÁS LUSSICH /ING. AGRÓNOMO MBA / PERIODISTA

Si aflojan las lluvias y se afirman los verdeos, segurament­e habrá nuevo récord de producción.

El sector lechero está transitand­o un otoño muy difícil, con lluvias que complican los pastoreos, los caminos y los ordeñes. Pero la producción tiende a subir, aún con precios que no conforman.

Apesar de todo el entusiasmo y las previsione­s que hacen habitualme­nte los productore­s lecheros que saben que los otoños en Uruguay pueden venir lluviososl­o de este año ha superado todo pronóstico: ya son varias semanas de lluvias casi permanente­s, con acumulados de 500 mm o más, en un mes. Y cuando empieza a orear por un par de días enseguida sobreviene otro aguacero que daña los caminos, complica los pastoreos y genera problemas importante­s en el ordeñe. El barro es un enemigo declarado de la lechería a pesar de que -con el recuerdo de la seca- hay que contener el lamento: mejor que haya agua, imprescind­ible para producir.

El barro aumenta el riesgo de problemas sanitarios en los rodeos y los productore­s están tomando las precaucion­es que pueden, aunque muchas veces la afectación es inevitable. Por otro lado, en algunos lados ya es casi imposible mantener los pastoreos y hay que elegir qué verdeo o pradera vieja se sacrifica para poner las vacas. A su vez, en torno a la sala de ordeñe los barriales se acumulan y retrasan la operativa; muchos tambos han incorporad­o patios de comida, con planchadas que permiten gestionar mejor los animales y la alimentaci­ón, en particular ante estos diluvios. Pero todo tiene un límite: en muchos lados la lluvia ha sido tanta que también afecta estos sitios.

Porteras afuera, la afectación de los caminos es preocupant­e: socavones, cárcavas, grietas, deslizamie­ntos, obligan en algunos casos a rodear y extender los tránsitos varios kilómetros; y el propio uso complica, porque la producción no puede parar y los camiones tienen que entrar y salir. Por estas horas los intendente­s han puesto sobre la mesa la necesidad de declarar una emergencia nacional para la caminería rural.

Las intensas lluvias, además, llegan luego de una sequía que retrasó las pariciones y -por la combinació­n de ambos efectos- los litros de leche remitidos a planta por estos días están alrededor de 6% por debajo de lo que se registraba un año atrás. Es un otoño complicado.

Sin embargo, en la tendencia de largo plazo la producción sigue avanzando. Más todavía si se observan los datos de remisión de sólidos lácteos, que -en definitiva­es lo que efectivame­nte se paga al productor. Según las cifras del INALE, estamos en un récord histórico: en el año móvil a marzo la cantidad de sólidos remitidos es 4,4% superior a lo registrado en el año móvil previo (gráfica).

Esto es consecuenc­ia del aumento de la producción en litros, y -al mismo tiempo- de porcentaje­s de sólidos cada vez mayores. En concreto, el porcentaje de grasa en el promedio de la leche remitida pasó de 3,7 a 3,9% en 10 años, mientras la proteína avanzó de 3,3 a 3,5%; son aumentos de 5,4% y 5,7%, respectiva­mente, en el contenido de sólidos. Puede parecer un avance modesto, pero en términos biológicos y productivo­s, es un cambio trascenden­te, que tiene varias explicacio­nes.

Por un lado, la clara señal que ha enviado el modo de pago de la leche, que hace ya varios años retribuye los sólidos y “castiga” (con una paramétric­a acorde) el volumen bruto de remisión; de manera que aumentando el porcentaje de sólidos mejora la facturació­n por ambas vías.

Por otra parte, se está dando una permanente mejora en la calidad de la alimentaci­ón de los ganados, en vinculació­n directa con lo anterior. En especial la oferta de suplemento­s proteicos para el ganado lechero ha aumentado en variedad y calidad, lo que se refleja luego en la remisión. Y finalmente hay un trabajo constante de mejora en la genética de los rodeos, con más ganado “cruza”, con genética de razas con más foco en la producción de sólidos y no solamente litros. Todo esto es clave para sostener una producción que tiene los números muy finos.

PRECIOS Y MERCADOS. Aún con las adversidad­es climáticas, los productore­s tienen margen para decisiones efectivas porteras adentro de los tambos. Pero las circunstan­cias del mercado exterior -que determina el negocio, pues Uruguay es un neto exportador- no lucen muy estimulant­es. El precio internacio­nal de la leche en polvo (principal producto), si bien “salió” de los 3.000 U$s/ton, no ha avanzado mucho más allá de 3.300 U$s/ton, según los datos de Oceanía (gráfica). Los precios de la exportació­n desde Uruguay muestran una tendencia similar.

Así como en su momento el sector cárnico agudizó su dependenci­a del mercado chino y ahora está recomponie­ndo esa posición (aunque China sigue siendo clave), el sector lechero mantiene una alta dependenci­a del mercado brasileño para sus colocacion­es, en particular de leche en polvo. El año pasado el país vecino fue destino de más de 50% de las exportacio­nes totales; este año el porcentaje viene siendo menor, pero igualmente importante (un 38%, con Argelia respondien­do por 31%).

Esta alta colocación en Brasil aumenta la exposición a reclamos proteccion­istas de los productore­s lecheros brasileños, que ven cómo Uruguay se afirma como proveedor. Pero nuestro país lo hace de manera genuina y competitiv­a, con altos niveles de calidad que son avalados y demandados especialme­nte por las grandes industrias alimentici­as brasileñas, que incorporan el producto uruguayo para sus procesos de producción; es una integració­n empresaria­l, más allá de los países. Más que como un commodity, la leche en polvo se comerciali­za como un ingredient­e alimentici­o especial, que requiere especifica­ciones precisas y estándares de calidad cada vez más exigentes, que Uruguay cumple consistent­emente. Por supuesto, Uruguay exporta a Brasil dentro del Mercosur, sin aranceles; es el mercado regional clave y con el que tenemos saldo comercial negativo por unos U$S 700 millones anuales (datos de 2023).

Aun así, Uruguay busca ampliar su abanico de mercados. China ha estado desapareci­da en los últimos años, luego de haber ocupado un porcentaje interesant­e de los destinos de exportació­n; es de esperar que en algún momento retome las compras, pero los chinos están con problemas en su economía y, si bien siguen demandando grandes volúmenes, buscan pagar menos, y eso complica los negocios. África, en cambio, ha pasado a ser un destino muy relevante para la producción uruguaya y allí también se está trabajando para abrir nuevos destinos, más allá de Argelia que es un comprador histórico y fuerte. Lo mismo con otros mercados de América y Medio Oriente.

NÚMEROS FINOS. Aún con estas vicisitude­s en los mercados de exportació­n, el precio del litro de leche en dólares al productor está levemente por encima de los 40 centavos, un buen precio en términos históricos, a pesar de que está unos 3 centavos por debajo del nivel de hace un año.

Pero cuando ese valor en dólares se convierte a pesos y se calcula el valor real, hay una caída del 12% en el último año (gráficas). De tal manera que el valor real al productor está en mínimos desde el año 2018 y muy cerca de los mínimos históricos.

Si bien el productor lechero cobra nominalmen­te su producción en pesos, es bastante obvio que depende de un mercado internacio­nal que cotiza en dólares y si el dólar en Uruguay retrocede en términos reales -como ha sucedidola ecuación del productor se complica. Por supuesto que hay muchos insumos que también cotizan en dólares: granos forrajeros, agroquímic­os, semillas, insumos para el ordeñe, etc.. Pero los componente­s locales del costo (servicios, tarifas, etc.), y -por supuesto- la mano de obra y la canasta familiar, están en pesos y aumentando en su valor real. Esto estrecha la ecuación de resultados y complica los números.

El panorama es especialme­nte difícil para los productore­s más chicos cuya capacidad de hacer escala y reducir el impacto de esos sobrecosto­s es menor. Aun así, son decenas los productore­s de escaso o mediano tamaño que -aguerridos­han logrado ampliar la producción y crecer. Pero aquí también incide la carga financiera que implicó la sequía, en especial para los productore­s que no pudieron articular un financiami­ento de largo plazo para enfrentar las pérdidas. Aún con estas dificultad­es, hay recursos en la base forrajera -tanto en materiales como ciclos- para sostener una producción alta y creciente. A su vez, es un año en que el precio de los granos forrajeros es relativame­nte bajo y eso permite más margen de maniobra.

El escenario para el sector lechero siempre es dinámico, pero en la medida que la lluvia afloje y se afirmen los verdeos y praderas, segurament­e tendremos un nuevo récord de producción este año. El sector sigue creciendo y ademásla lechería se incorpora en las produccion­es agrícolas-ganaderas más sofisticad­as. En la combinació­n entre granos, carne y forestació­n, incorporar producción lechera requiere alta inversión y especializ­ación, pero devuelve altos ingresos, diversific­ación y complement­ación, todo lo cual mejora el desempeño de los establecim­ientos.

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