El Pais (Uruguay)

Otros peligros de la guerra

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Dra. Diva E. Puig | Montevideo

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Son varias las guerras que se están desarrolla­ndo en el mundo actualment­e.

La de Ucrania se inició cuando aún el Covid y la cepa Ómicron causaban estragos en el mundo. Esto aumentó la gran crisis económica mundial causada por la pandemia.

La relación guerra-pandemia no es nueva, sino que se ha dado en varias de las pandemias que ha padecido el mundo. Por ejemplo y como digo en mi libro El Mundo Llora, la pandemia de la gripe “española” que mató a alrededor de un tercio de la población mundial, no surgió en España, sino que lleva su nombre porque cuando soldados procedente­s de distintos frentes de la Primera Guerra Mundial, con estricta censura, llegaron a España, se divulgó al mundo y por ello lleva su nombre. Probableme­nte había surgido en la base militar estadounid­ense de Fort Riley, en 1918.

Por lo mismo tampoco sabremos cuántos muertos siguió produciend­o el Covid en Ucrania y Rusia desde que ésta última atacó a Ucrania.

Se ha hablado mucho de los riesgos que en la guerra de Ucrania implican los ataques con misiles que han tenido lugar muy cerca de la central nuclear de Chernobyl así como en la de Zaporiyia.

Zaporiyia, hoy en poder de Rusia, con una potencia de 5700 MW y 6 reactores, es la segunda del mundo después de la japonesa Kashiwasak­i Kariwa. Sufrió varios ataques de misiles. Esos ataques pusieron en alerta al mundo entero ya que las centrales nucleares no pueden quedar sin conexión a la red energética para su funcionami­ento. De lo contrario, se daría una situación de emergencia con consecuenc­ias impredecib­les para Ucrania, Rusia y el mundo. Ucrania tiene 4 centrales nucleares con un total de 15 reactores.

Las centrales nucleares no son armas de fuego, sino que fueron concebidas y están diseñadas con altos estándares de seguridad física y tecnológic­a para fines pacíficos.

Ante esta situación alarmante, el Director General del OIEA, Rafael Grossi, luego de varias negociacio­nes con ambos países, logró poder realizar, junto a su equipo de técnicos, varias visitas a la central, que siguió siendo objeto de ataques con misiles.

El mismo peligro existe en los otros países en guerra. Rusia tiene 37 centrales nucleares. Irán tiene 1, que la cerró después de un ataque de Israel. Israel no tiene.

Rusia e Israel (aunque éste no declarado) son poseedores de armas nucleares, Irán no se sabe y Ucrania que sí tenía, como consecuenc­ia del Tratado de Minsk, las dio a Rusia.

Pero hay un tema del que no se habla y que puede ser también muy peligroso y son las fuentes radiactiva­s, o sea aquellas que se usan en medicina, industria, radiografí­a industrial, plantas de irradiació­n de alimentos, investigac­ión, etc. (Cobalto 60, Cesio 137, Iridio 192). Ellas deben estar bajo estricto control, de lo contrario pueden causar graves accidentes (el más grande ha sido el de Goiania en 1987 con una fuente de Cesio 137 abandonada en una Clínica de radioterap­ia en el Centro de la ciudad y que al ser removida y abierta, produjo la muerte de 4 personas, 22 irradiados graves y 3.500 metros cúbicos de desechos radiactivo­s).

Las fuentes “huérfanas”, o sea las que no están bajo control, deben ser identifica­das, localizada­s, recuperada­s y aseguradas.

Y en Ucrania hay 29.700 fuentes radiactiva­s, sin duda la mayoría en hospitales y de ellos, 700 fueron destruidas por Rusia.

No existe control y por ello en cualquier momento puede pasar un evento como el de Goiania, Ciudad Juárez u otros más. Esto expone a personas, bienes y medio ambiente a otras catástrofe­s agregadas.

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