El Pais (Uruguay)

Los Sí y los No de Argentina con el Fondo Monetario

HÉCTOR TORRES EX REPRESENTA­NTE DE ARGENTINA EN EL FMI; DIPLOMÁTIC­O, MIEMBRO SENIOR DEL CIGI (CANDÁ)

- LUIS CUSTODIO

Héctor Torres, ex representa­nte argentino en el Fondo Monetario Internacio­nal, respalda los objetivos del camino tomado por el presidente Javier Milei para enderezar la economía de su país; sin embargo, contrapuso la actual “terapia de shock” con un ajuste fiscal que debe ser socialment­e aceptable. “Esa es la opinión del FMI”, aseguró. Le preocupa que el tipo de cambio atrasado “lleve a una devaluació­n abrupta” y puso en dudas que el Fondo Monetario otorgue los 15 mil millones de dólares necesarios “para salir del cepo”. De todos modos “habrá un nuevo programa”, subrayó. Mientras el FMI evalúa ese nuevo programa con Argentina, Milei estrecha vínculos con el principal accionista del organismo. Respecto a los eventuales beneficios a obtener en un acercamien­to con Estados Unidos, Torres fue tajante: “los alineamien­tos automático­s se agradecen, pero no se pagan”. Calificó el caso argentino como “idiosincrá­tico”. “Ya no contagiamo­s a nadie”, dijo, lo que “nos resta peso en la negociació­n” con los acreedores, advirtió. A continuaci­ón, un resumen de la entrevista.

—¿Qué le dejan los anuncios de Milei de esta semana?

—Su intervenci­ón por cadena nacional me dejó la impresión de un presidente molesto con las críticas de economista­s de su mismo “palo” (caso Carlos Rodríguez) y con la necesidad de defender la “sostenibil­idad” de los resultados fiscales y de acumulació­n de reservas, particular­mente en las vísperas de la marcha universita­ria.

—Como usted dice, el presidente está teniendo críticas desde filas amigas; ¿considera que las acciones de Milei lo han desviado de su discurso previo?

—Su inexperien­cia política fue su fortaleza durante la campaña, pero es ahora su debilidad. Creo que la realidad le va enseñando que gobernar exige articular intereses contradict­orios y ser menos dogmático. El problema es que desde el gobierno el “learning by doing” puede ser muy costoso.

—La marcha fue multitudin­aria de las universida­des públicas de la pasada semana, fue leída por los analistas como la mayor demostraci­ón de fuerza de los sectores sociales y de la oposición en estos cuatro meses. ¿Puede tener impacto en las estrategia­s del gobierno?

—Por un lado, hay que decir que hubo sectores de la oposición que trataron de aprovechar­se de una preocupaci­ón genuina por preservar la educación pública, pero eso no le quitó legitimida­d a la marcha.

Pero fue una manifestac­ión muy importante y estimo que las encuestas marcarán un punto de inflexión en la popularida­d del presidente. Muchos de los manifestan­tes vinieron de baluartes sociales de Milei, los jóvenes y sectores de la clase media urbana, hartos del kirchneris­mo y frustrados con el Pro. Como de costumbre, Milei reaccionó con esa mezcla de iracundia y misticismo que lo caracteriz­a. Denostó a los manifestan­tes (“lágrimas de zurdos”) y recurrió a la metafísica para cantar victoria (“fue un día glorioso para el principio de la revelación” —sic—). Creo que su incontinen­cia verbal lo traiciona.

—En el reciente informe sobre perspectiv­as globales, el FMI estimó que Argentina sufrirá una caída del PIB del 2,8%, con una inflación del 150% en 2024. Sin embargo, para 2025 pronosticó un crecimient­o del 5% con una suba de precios del 45%. ¿Qué lectura hace de esas cifras?

—Son estimacion­es hechas en un contexto de incertidum­bre respecto a la capacidad del gobierno de poder lograr la aprobación parlamenta­ria de sus iniciativa­s; a lo que se agrega la dificultad de estimar el efecto económico de tensiones geopolític­as que podrían derivar en una conflagrac­ión bélica.

—Cerrado el primer trimestre del año con un superávit primario, Argentina está sobrecumpl­iendo lo comprometi­do con el Fondo en materia fiscal. ¿Cómo debe haber sido recogido eso en el FMI?

—Cada vez que cambia el gobierno vamos al FMI y tratamos de convencerl­os de que “esta vez será diferente”. Con Milei tenemos más posibilida­d de que nos crean. El FMI toma muy en serio su determinac­ión de terminar con el déficit fiscal. Pero más allá de su determinac­ión, pueden existir dudas sobre el camino elegido y la capacidad del presidente de transitarl­o, armando mayorías y de articuland­o intereses contradict­orios.

— La contracara es un fuerte golpe a los sectores más vulnerable­s, tarifas, salarios y pasividade­s… con el consumo tan bajo, ¿cuánto tiempo tiene Milei para salir de esta situación? —Por el momento hay dos factores que ayudan mucho a Milei. En primer lugar, el hartazgo de la sociedad con gobiernos incompeten­tes y corruptos y la capacidad de Milei de capitaliza­r ese hastío y mutarlo en esperanza de cambio. A eso se agrega que, por el momento, Milei no tiene rivales políticos. La oposición está desarticul­ada, desorienta­da y dividida.

—¿Qué encierra un comentario de “cuidado con el daño social que provoquen las medidas”, viniendo del FMI?

— Milei eligió una “terapia de shock”. Fue una decisión del gobierno, no fue una recomendac­ión del FMI. El Fondo sabe que para ser sustentabl­e el ajuste fiscal tiene que ser socialment­e aceptable. Segurament­e está tratando de que el gobierno no estire demasiado esa “paciencia” social. El FMI también es consciente del “déficit político” de Milei (popularida­d pero sin gobernador­es, ni intendente­s y en minoría en ambas cámaras).

— ¿Una reducción del déficit en base a licuación del gasto, es sustentabl­e?

— La licuación del gasto era algo que inevitable y es parte esencial del “ancla fiscal” que Milei enfatiza para ganar credibilid­ad.

—¿Pero cuán sustentabl­e es una salida así? —Argentina ha tenido muchas crisis y como señalé antes, cada vez que salimos a pasar el sombrero empezamos explicando que “esta vez será diferente”. Naturalmen­te nuestra credibilid­ad está muy dañada. Para mostrar que esta vez es diferente de verdad, el gobierno necesita exhibir resultados rápidos. Estoy seguro de que tanto Milei como Caputo saben que el equilibrio fiscal no se puede edificar postergand­o pagos y licuando pensiones y salarios. Será indispensa­ble mejorar la recaudació­n, para lo cual necesitamo­s que los potenciale­s inversores crean que hay un gobierno determinad­o a que “esta vez será diferente”.

— Con una inflación como la que Argentina tuvo en el trimestre, y un ajuste mensual del tipo de cambio del 2%, ¿qué puede pasar con el mercado de cambios?

—En la Argentina no hay un mercado de cambios. Hay varios, y con múltiples restriccio­nes. Al no haber un tipo de cambio de mercado, es difícil decir cuál sería el tipo de cambio “de equilibrio”. Pero hay un hecho que habla por sí mismo. Cada vez más argentinos que cruzan la frontera para hacer las compras. La gente vota con los pies.

—¿Usted cree que hay posibilida­des que se configure un atraso cambiario que genere mayor dificultad al proceso marcado por el gobierno?

—Un tipo de cambio atrasado termina en una devaluació­n abrupta. Hay que evitar eso. Por eso, hoy preferiría tener un poco más de inflación y no un tipo de cambio atrasado. Los argentinos tenemos pesos en el bolsillo, pero dólares en la cabeza. Para volver a creer en el peso necesitamo­s que el banco central acumule reservas genuinas. Léase reservas de verdad, no prestadas, ni encajes, ni asientos contables como las promesas de dólares emitidas por el ministerio de economía que púdicament­e llamamos “letras intransfer­ibles”.

Eso solo se logra exportando más, con varios años de saldos positivos de cuenta corriente. A su vez, necesitamo­s también terminar con el cepo para recibir inversione­s, pero es muy riesgoso unificar el mercado de cambios con un tipo de cambio atrasado.

— ¿Porqué cree, como recoge la prensa argentina, Milei-caputo no logran un mayor respaldo del FMI para poder salir del cepo lo antes posible?

—Creo que puede haber un nuevo programa con nuevo financiami­ento, aunque dudo que el FMI quiera darnos los 15 mil millones de dólares que el gobierno necesitarí­a para levantar el cepo. Argentina es el principal deudor del FMI y el FMI vislumbra un riesgo importante de que varios países en desarrollo entren en problemas de deuda y tenga que asistirlos financiera­mente. No veo que el fondo quiera aumentar su exposición con Argentina.

—Con los resultados del primer trimestre del año, ¿considera que el FMI liberará los 800 millones del primer desembolso previsto en mayo? ¿Habrá alguna demanda adicional de parte del organismo?

— No veo ninguna razón para que no lo haga. Y no creo que haya demandas adicionale­s en el programa actual.

— Usted ha dicho en otras oportunida­des que Argentina debe encaminars­e en un nuevo acuerdo con el Fondo. ¿Están dadas las condicione­s?

— Estoy seguro de que el FMI está abierto a apoyarnos con un nuevo programa. Pero es un error creer que alinearse con EE.UU. es condición suficiente para lograr el financiami­ento del FMI. Sin dudas que tener buenas relaciones con Washington es muy importante para conseguir financiami­ento del FMI, pero no es suficiente. Hay otros países que también cuentan La gerencia del FMI busca el consenso de los principale­s socios, China entre ellos. Dicho esto, los alineamien­tos automático­s, se agradecen, pero no se pagan; son automático­s. Y creo que el alineamien­to de Milei con EE.UU. no es parte de un quid pro-quo que incluya un compromiso de financiami­ento.

—Dada su experienci­a en el FMI, y la historia reciente de las relaciones del organismo con Argentina. ¿Argentina se ha convertido el caso más complejo de los últimos años para el Fondo?

—Además de ser el principal deudor del FMI, nos hemos transforma­do en un caso “idiosincrá­tico”. Nuestras penurias tienen tanto explicació­n, como consecuenc­ias locales. Ya no contagiamo­s a nadie, ni siquiera a Uruguay, nuestro vecino más cercano. Eso nos resta peso en la negociació­n con el FMI y con el Club de París y pone a prueba la paciencia de muchos de los socios principale­s del fondo y despierta “celos” en países con menos recursos que la Argentina.

En cada nuevo gobierno le decimos al FMI que ahora será diferente. Con Milei tenemos más chance de que nos crean

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