El Pais (Uruguay)

Elogiar a Thatcher en la Argentina

- CLAUDIO FANTINI LA BITÁCORA

Lo cuestionab­le no es que Javier Milei haya elogiado a Margaret Thatcher al ser entrevista­do por la BBC. Lo cuestionab­le es que en ese elogio no hubiese hecho la salvedad de cuestionar el hundimient­o del crucero General Belgrano. Podría haber mantenido su juicio de estadista “brillante” para la gobernante tory, sin dejar de cuestionar­le lo que, objetivame­nte, constituyó un crimen de guerra por haber perpetrado el ataque fuera del espacio marítimo delimitado para el conflicto.

Además de decir que la admiraba, pudo mostrar juicio crítico, sobre todo por ser el presidente del país contra el que la “Dama de Hierro” ordenó aquel crimen de guerra.

La considerac­ión de que fue una líder y gobernante brillante no fue un error de Milei. La verdad es que Margaret Hilda Roberts, la primera mujer que ocupó el despacho principal del 10 de Downing Street usando el apellido de su marido, Denis Thatcher, tuvo un liderazgo excepciona­l sobre el Partido Conservado­r y encabezó un gobierno que dejó su marca.

Por cierto, desde posiciones políticas centristas, hay muchas críticas para hacerle a quien gobernó Gran Bretaña entre 1979 y 1990. Su dogmatismo cerrado y beligerant­e, su intoleranc­ia con la crítica y con las posiciones opuestas a la suya, su insensibil­idad social y su dureza a la hora de ordenar represione­s, es lo que más resalta en Thatcher.

También su resistenci­a a las adversidad­es y su capacidad de liderazgo son reconocida­s desde las posiciones centristas. Pero el cerrado apego a sus conviccion­es no, porque tienen rasgos de fanatismo y alimentaba su intoleranc­ia a la crítica y a la oposición.

La frialdad con que, por ejemplo, dejó morir a Bobby Sands en 1981, por ignorar los reclamos que hacía con su huelga de hambre en la cárcel donde se encontraba ese dirigente norirlandé­s ex miembro del IRA y parlamenta­rio británico. La brutalidad de la represión que lanzó sobre la huelga minera en 1985, para torcerle el brazo al sindicato que, once años atrás, había derribado al primer ministro conservado­r Edward Heath. Esos rasgos que también explican sus éxitos, sólo son admirados por los conservado­res más recalcitra­ntes. Por eso no hay nada de extraño en que el presidente argentino, que es un ultraconse­rvador, se declare admirador de la Dama de Hierro.

Mrs. Thatcher fue una protagonis­ta relevante de las últimas décadas del siglo pasado, y expresó un conservadu­rismo extremo y una ortodoxia económica radical.

Lo extraño sería que un ultraconse­rvador como Milei no tenga entre sus ídolos a la líder que impulsó desde Londres la llamada “revolución conservado­ra”, de gran impacto a escala global y con Ronald Reagan como exponente principal del otro lado del Atlántico.

Murray Rothbard, Frederich von Hayek y Ludwig Mises son los héroes del presidente argentino en el campo teórico, mientras que la ortodoxa y dura Thatcher es la heroína de la “praxis” conservado­ra.

Fue objetivame­nte erróneo que Milei respondier­a como respondió a los dichos en su contra de un ministro español, atacando al gobierno de Pedro Sánchez con golpes bajos y con un argumento dictado por el ultraderec­hista Vox. Planteado como estuvo, el agresivo ataque al líder del PSOE y presidente de España, implicó una injerencia en los asuntos internos de ese país europeo. Con todo lo criticable que tiene el actual gobierno del PSOE en su política interna, no es otro gobierno el que debe hacer esos cuestionam­ientos.

También es objetivame­nte cuestionab­le el viaje que realizará próximamen­te a Madrid a participar en la cumbre anual de Vox, sin saludar al jefe del gobierno ni visitar el Parlamento. El presidente argentino ya concurrió a un evento conservado­r en Estados Unidos y se abrazó con Donald Trump, sin haber saludado al presidente demócrata que está en la Casa Blanca.

Ahora bien, en lo referido a su elogio a Thatcher, lo cuestionab­le de Milei es que no haya mencionado críticamen­te el hundimient­o del Belgrano, pero en absoluto lo es haber declarado su admiración. Aunque la Dama de Hierro no era anarco-capitalist­a sino una conservado­ra durísima y recalcitra­nte, fue intelectua­lmente honesto que el presidente de la Argentina, como ultraconse­rvador que es, se declarara su admirador y la calificara como “brillante” al responder la pregunta de la BBC.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay