El Pais (Uruguay)

El Fondo Monetario Internacio­nal en el mundo del mal menor

- ECONOMISTA JEFE DEL GRUPO BBVA

Como dijo un alto funcionari­o internacio­nal: si la Inteligenc­ia Artificial entra en casa, la seguridad nacional pasa a tener un papel central.

Las reuniones del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) son un encuentro útil para pulsar la salud de la economía y analizar los retos a los que se enfrenta. El debate comienza con las publicacio­nes estrella del FMI sobre perspectiv­as económicas, el monitor fiscal y el informe de estabilida­d financiera global; pero luego los mensajes toman vida propia.

Este año, la lectura ha sonado optimista porque se sigue revisando el crecimient­o global al alza, pero también porque el FMI ha dado menos peso a los riesgos que ha delineado.

El mensaje negativo que más ha calado es el de las divergenci­as: desde las geográfica­s, con riesgos al alza en crecimient­o (e inflación) en Estados Unidos, y a la baja en el resto del mundo; hasta las sectoriale­s, con la diferencia entre los altos precios de servicios y los bajos de bienes; y la cada vez más pobre senda de crecimient­o esperado a largo plazo por cuestiones demográfic­as y por una baja productivi­dad, que solo tiene pulso en EE.UU.

En ninguno de estos puntos ha querido el FMI enfatizar el precio que se está pagando por los equilibrio­s de este nuevo mundo: los riesgos de sostenibil­idad fiscal en EE.UU., las distorsion­es que está generando en el resto de países por su política industrial y lo lejos que está de tomar la decisión de reducir aranceles a terceros países y bajar la inflación.

Adicionalm­ente, hay otros riesgos sobre los que habla con menos énfasis, pese a tener argumentos de peso para hacerlo. No hay gobernanza global en un mundo que comercia e invierte cada vez menos fuera de los “bloques amigos”. La Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) y el G20 no están operativas para poner orden al comercio ni limitar el proteccion­ismo. El riesgo es que terminemos con medidas de política industrial en todas partes, muchas de ellas proteccion­istas, que lleven a represalia­s cruzadas e impidan que se desarrolle el binomio de comercio y productivi­dad. Y esto puede ir a peor si bajo el manto de la seguridad estratégic­a se imponen restriccio­nes adicionale­s a nuevos productos o si países como EE.UU. aplican extraterri­torialidad a la producción de China en otras regiones.

El ejemplo más claro es la transición hacia la descarboni­zación, donde el dominio de China en las cadenas de valor global de renovables, restriccio­nes adicionale­s harían aún más improbable lograr el cero neto en emisiones en 2050. Otro ejemplo es el de la inteligenc­ia artificial (IA) generativa. En un mundo fragmentad­o y con foco en la autonomía estratégic­a, la productivi­dad que pueda venir por este lado no se distribuir­á a todos los países, o lo hará estratégic­amente. Como dijo un alto funcionari­o internacio­nal: si la IA entra en casa, la seguridad nacional pasa a tener un papel central y llevará a restriccio­nes entre países.

El sector privado estaba más pesimista por las guerras y el conflicto entre China y EE.UU.; el creciente intervenci­onismo de los gobiernos; el riesgo de ineficienc­ia en la ejecución de las políticas industrial­es para los que muchos países no tienen ni los recursos ni la calidad institucio­nal necesaria. Y a esto se suma la dinámica de deuda en muchos países, empezando por EE.UU.; la incapacida­d de Europa por cumplir las reglas fiscales, por rematar su integració­n en solamente un mercado; y la falta general de reformas estructura­les competente­s de los estados miembros, como la Agencia Española de Supervisió­n de la Inteligenc­ia Artificial, que será el supervisor principal de este Reglamento en España. En el caso de las entidades financiera­s, la norma por defecto designa a las autoridade­s financiera­s como autoridade­s de supervisió­n del mercado.

¿Por qué le ha costado al FMI dar un mensaje más equilibrad­o? Quizás porque se ve como la única institució­n multilater­al donde todavía se discuten temas globales. Y puede confiar en que su nuevo papel de seguir las políticas industrial­es y medir su impacto, de la mano con OMC, ayudará a que se regrese a un mundo de reglas; por ejemplo, si consigue acordar una taxonomía que limite las subvencion­es excesivas o dañinas. Como contrapart­ida, el FMI es menos combativo con las políticas industrial­es, con la crítica al aumento de la deuda pública, y respeta el foco nacional en la autonomía estratégic­a y el papel de las políticas públicas. Tal vez quiera pagar el precio de aceptar un mayor intervenci­onismo por buscar ese mínimo común denominado­r de reglas. Ojalá le salga bien porque parece que está buscando su sitio en el mundo del mal menor.

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FMI. Tuvo las reuniones llamadas de primavera, semanas atrás.
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