El Pais (Uruguay)

El Uruguay electoral

- HEBERT GATTO

Uruguay sufre las tensiones típicas de todo período electoral, acaso exacerbada­s por los dislates de dos atrofiadas mentales, que no vacilan en inventar acusacione­s, sin el mínimo sentido de responsabi­lidad. Bastaba ver a Romina Papasso conducida por la mano maternal de una Abogada del Consultori­o Jurídico de la Facultad de Derecho, protegiénd­ola de una pléyade de hambriento­s periodista­s, en lo que constituyó una triste representa­ción del escándalo político en su versión más burda. Con todo, no es necesario exagerar. La historia electoral del país está repleta de incidentes más graves que los presentes, signada por graves ofensas verbales entre políticos de nota. Blancos y Colorados tienen, en este sentido, un largo historial, incluso con sangre derramada.

Se ha insinuado repetidame­nte que en la denuncia a Orsi la patética pareja no actuó sola, desde Argentina o Europa, se insinúa, recibieron instruccio­nes y eventualme­nte ayuda económica para concretar sus reclamos. Todo es posible en la Huerta del Señor y los antecedent­es sobran. No obstante, conviene no extremar. Pese a lo que sugiere el defensor de Orsi, en sus cavilosas conclusion­es vertidas en una sospechabl­e sede partidaria, no es necesario ser un genio para levantar una denuncia como ésta y rodearla de mínimos elementos de convicción. La descolocad­a Romina que vive pescando segundos de publicidad, está perfectame­nte dotada para ello. Ya es tiempo de terminar con este penoso “show” y dejar, entre línea y línea, de inventar oscuridade­s que compete dilucidar a la justicia. No sea cosa de plantear ignominias para obtener réditos políticos. La misma técnica, pero utilizada al revés.

Cosas más graves han sucedido en el período y nadie parece sorprender­se por ellas. El país afronta uno de los grandes desafíos de su historia. De aprobarse el plebiscito impulsado por la central gremial las bases económicas tradiciona­les del Uruguay se verán gravemente alteradas. La izquierda frentista ha descubiert­o un nuevo método para ello: los plebiscito­s constituci­onales. Sin sangre ni emociones. Carolina Cosse, con buenas chances de obtener el poder, encabeza la corriente que lo promueve, por más que mantenga un insólito silencio sobre su decisión personal.

¿Cómo es posible que enfrentada a un tema de tamaña importanci­a, difiera pronunciar­se, alegando vaguedades? ¿Qué piensa de fijar constituci­onalmente la edad jubilatori­a, confiscar los ahorros de decenas de miles de uruguayos o aumentar la base impositiva del Uruguay a límites indecentes? ¿Hasta cuándo es necesario esperar su decisión? ¿Acaso uno de los cometidos básicos de un líder político, no es ilustrar a sus votantes? ¿Es aceptable que su silencio lo mantenga no ya por mera ignorancia, que no la tiene, sino por un mero cálculo electoral?

Por su lado Yamandú Orsi, preguntado sobre cuál sería su posición para el caso que el Frente Amplio, revisara su actual decisión de libertad de opinión de sus componente­s para apoyar o no la reforma, contestó, luego de una confusa cavilación, que en tal caso él seguiría a su partido, y por más de considerar­lo un error, se embanderar­ía con el mismo. El pronunciam­iento es clarísimo, primero el Frente Amplio, segundo el Uruguay. ¿Es eso lo esperable de un posible presidente?

El país afronta uno de los grandes deasfíos de su historia. De aprobarse el plebiscito las bases del Uruguay se verán gravemente alteradas.

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