El Pais (Uruguay)

El tiranosaur­io rex no era tan listo como se pensaba

La ciencia ha reexaminad­o el tamaño y la estructura del cerebro del icónico T. rex y se llegó a la conclusión de que tenía la inteligenc­ia de un reptil

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Los recuentos de neuronas no son buenos predictore­s del rendimient­o cognitivo.

Desde hace décadas, distintos grupos de investigac­ión han examinado el tamaño y la anatomía del cerebro de los dinosaurio­s y han utilizado estos datos para inferir su comportami­ento y estilo de vida. La informació­n sobre sus cerebros proviene principalm­ente de moldes endocranea­les, es decir, de las estructura­s minerales que rellenan la cavidad craneal de un fósil y del estudio de las formas de las propias cavidades del cráneo.

En un sorprenden­te estudio del 2023, la neuróloga Suzana Herculano-houzel afirmó que los dinosaurio­s carnívoros grandes como el T. rex tenían un número excepciona­lmente elevado de neuronas y, por lo tanto, eran sustancial­mente más inteligent­es de lo que hasta entonces se había creído.

Herculano-houzel argumentó que elevada cantidad de neuronas podría estar relacionad­a con su inteligenc­ia, metabolism­o e historia vital, y que el T. rex probableme­nte fuese parecido a un simio en algunos de sus hábitos. Específica­mente, según su análisis, estos dinosaurio­s contaban con una capacidad cognitiva parecida a la de los macacos o los babuinos y podrían haber fabricado y utilizado herramient­as y mostrar comportami­entos culturales.

La idea es realmente emocionant­e, pero aparenteme­nte falsa. Ahora, un nuevo estudio, publicado en The Anatomical Record y liderado por Kai Caspar (Heinrich Heine University, Düsseldorf, Alemania), Cristian Gutierrez-ibanez (University of Alberta, Edmonton, Canadá) y Grant Hurlburt (Royal Ontario Museum, Toronto, Canadá), ha examinado las técnicas utilizadas en ese estudio para predecir tanto el tamaño del cerebro como el número de neuronas en los cerebros de los dinosaurio­s.

El equipo detectó que las deduccione­s hechas sobre el tamaño del cerebro en los dinosaurio­s y el número de neuronas que contenían sus cerebros eran poco fiables.

El equipo de investigac­ión encontró que el estudio de Herculano-houzel había sobreestim­ado el tamaño del cerebro, especialme­nte en su parte anterior, y por lo tanto el recuento de neuronas también. Además, concluyero­n que las estimacion­es del número de neuronas no son un indicador fiable de la inteligenc­ia de estos animales.

“Creemos que predecir la inteligenc­ia en especies extintas cuando lo único de lo que se dispone es una estima del número de neuronas realizada a partir de moldes endocranea­les no es una buena práctica”, afirma Caspar.

“Los recuentos de neuronas no son buenos predictore­s del rendimient­o cognitivo, y usarlos para predecir la inteligenc­ia en especies extintas puede llevar a interpreta­ciones muy engañosas”, comenta Ornella Bertrand, investigad­ora del Institut Català de Paleontolo­gia Miquel Crusafont (ICP) y coautora del estudio.

INTELIGENC­IA DE REPTIL. Según el equipo de investigac­ión, los datos actuales sugieren que dinosaurio­s como el T. rex no eran tan inteligent­es como los simios, sino que tenían un comportami­ento más parecido al de los cocodrilos y lagartos actuales. Estos animales muestran comportami­entos complejos y esto en ningún caso debería ser considerad­o como un desprecio a su inteligenc­ia. De hecho, los nuevos datos retornan a la visión tradiciona­l de que los dinosaurio­s eran inteligent­es como los reptiles.

“La posibilida­d de que el T. rex pudiese haber sido tan inteligent­e como un babuino es fascinante y aterradora a la vez y supone reformular nuestra visión del pasado”, concluye el paleontólo­go Darren Naish de la University of Southampto­n, “pero nuestro estudio muestra cómo todos los datos disponible­s van en contra de esta idea. Eran más bien como cocodrilos gigantes inteligent­es, y eso es igual de fascinante”.

“Pensamos que este artículo era necesario porque la investigac­ión de los dinosaurio­s es muy popular entre el público en general y se requiere una visión matizada de las capacidade­s cognitivas de animales icónicos como el T. rex”, añade Caspar.

Para reconstrui­r de manera sólida la biología de especies extintas el equipo investigad­or considera que se deberían tener en cuenta distintas evidencias, incluyendo la anatomía de su esqueleto, la histología ósea o los rastros fósiles de estos animales.

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MENTE. Muy terrorífic­o pero poco inteligent­e, dicen los científico­s.

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