El Pais (Uruguay)

Ser la heroína de una película de acción y no morir en el intento

- KYLE BUCHANAN,

No hay nada normal en hacer una película de Mad Max ,y Anya Taylor-joy lo sabía cuando aceptó protagoniz­ar Furiosa de la saga Mad Max, la película más nueva de la larga saga de acción de George Miller.

“Quería que me cambiaran”, dijo. “Quería estar en una situación in extremis en la que no tuviera más remedio que crecer. Y lo conseguí.”

Las pruebas de fuego no arden mucho más que la conflagrac­ión que consumió Mad Max: Furia en el camino (2015), la última película de la franquicia, que fue una de las produccion­es más notoriamen­te difíciles de la historia. En un proceso de casi 20 años, fue cancelada varias veces por ejecutivos del estudio, que temían estar despilfarr­ando un gran presupuest­o. Y los constantes roces entre Tom Hardy y Charlize Theron, dos de sus estrellas, en el remoto desierto de Namibia demandaron un esfuerzo extra.

A pesar de todos esos vientos en contra, Furia en el camino fue aclamada como una de las mejores películas de acción jamás realizadas: ganaría seis Oscar y un lugar en las listas de lo mejor de la década de muchos críticos. Su éxito allanó el camino para la precuela Furiosa, que se estrenará en cines este jueves 23 y que presenta a Taylor-joy, de 28 años, como una versión más joven de la guerrera de Theron.

Arrancada de su idílico hogar por bandidos, Furiosa crece entre dos captores, el psicópata charlatán Dementus (Chris Hemsworth) y el corpulento señor de la guerra Immortan Joe (Lachy

Hulme). Furiosa enfrenta un peligro constante en ambos lados y se esfuerza por sobrevivir lo suficiente para escapar, ansiosa por vengarse de quienes le quitaron todo.

Aunque Theron aún proyecta una larga sombra, Taylor-joy reclama el papel con una ferocidad formidable: bajo la grasa con la que Furiosa unta su rostro como pintura de guerra, los distintivo­s ojos muy abiertos de la actriz brillan con justa ira. Para hacer suya a Furiosa, se permitió pasar por una situación emocional y física durante seis meses y medio. ¿Cómo se sintió a finales de 2022, cuando finalmente terminó la ardua producción?

“Como si supiera que iba a necesitar los dos años que tardó la película en salir para lidiar con eso”, dijo.

El lanzamient­o de Furiosa pondrá a prueba el naciente estrellato de Taylor-joy, la actriz británica de pasado porteño. Aunque trabaja de manera constante desde la revelación en

La bruja (2016), su perfil se hizo altísimo hace cuatro años cuando interpretó a un prodigio del ajedrez en la miniserie de Netflix, Gambito de dama .Un cameo sorpresa en Dune: Parte dos la colocó junto a Timothée Chalamet, Zendaya y Florence Pugh, tres de los escasos actores menores de 30 años que son estrellas de cine rentables, y sirvió como prueba de que Hollywood espera sumar a Taylor-joy a esa lista.

Uno de sus dones como actriz es esa precisión: se formó como bailarina de ballet hasta los 15 años.

“Me siento más viva en un set cuando puedo combinar perfectame­nte una emoción con algo técnico y convertirm­e en una suerte de mezcla entre lo orgánico y la máquina”, dijo.

Su consumado conocimien­to de la cámara se puede ver incluso fuera del set. Mientras estaba en la alfombra roja de los Oscar este año, Taylor-joy posó para Glambot del canal E!, una cámara lenta que se abalanzaba a su alrededor a gran velocidad, y mientras se giraba y movía su largo cabello platino, sus ojos siguieron la cámara con tal exactitud que era casi aterrador.

“Siempre he tenido la teoría de que hay una diferencia entre un actor y una estrella de cine”, dijo el director Edgar Wright, quien trabajó con Taylor-joy en El misterio del Soho (2021) y la recomendó para Furiosa. “Un actor puede desaparece­r por completo, pero una estrella de cine puede hacerlo y también tener conciencia de la cámara del mismo modo que lo harían Marlene Dietrich, Greta Garbo o Cary Grant. Anya tiene mucho de esa potencia de estrella del viejo Hollywood”.

Esas habilidade­s le fueron muy útiles en Furiosa donde le exigieron más de lo que jamás había dado a un papel. “Para mí todos mis personajes son reales”, dijo. “El nivel de protección que siento por ellos nunca cambia: defiendo, hasta el extremo, sus intereses”. Los personajes acá fueron llevados constantem­ente al límite, y el rodaje, en Australia, requirió que Taylor-joy y sus colegas habitaran un espacio muy intenso durante largos períodos de tiempo. Y sin apenas respiro.

La secuencia central de acción de la película, una dramática incursión en el War Rig, donde Furiosa se ha escondido, requirió

197 tomas que tomaron todo el lapso de producción para completars­e. Con todos esos ritmos de acción programado­s (la mayoría tomas de segundos de duración en las que Taylor-joy trepaba, conducía, se agachaba y peleaba), ¿pasaron semanas en el set sin que ella nunca dijera una sola línea?

“Meses”, dijo. Y algunos de los límites impuestos a su desempeño inicialmen­te la desconcert­aron.

“Quiero empezar diciendo que amo a George y, si vas a hacer algo como esto, quieres estar en manos de alguien como George Miller”, dijo. “Pero él tenía una idea muy, muy estricta de cómo era la cara de guerra de Furiosa, y eso sólo me permitió ver una parte de la película. Fue más bien ‘boca cerrada, sin emoción, habla con los ojos’. Eso es todo, eso es todo lo que tienes”.

Según Miller, ese tipo de quietud estaba destinada a tener un impacto mitológico.

“Si nos fijamos en los héroes clásicos, casi inevitable­mente masculinos, que se remontan a John Wayne y Clint Eastwood, suelen ser muy lacónicos”, dijo, añadiendo que las interpreta­ciones mudas de Holly Hunter en La lección de piano y Jane Wyman en Belinda les dieron Oscar. “Cuando tienes a alguien al que le sucede mucho y está en silencio, el público se apodera de muchas cosas. Es eso que sólo puedes hacer en el cine”.

“Nunca he estado más sola que haciendo esa película”, dijo, eligiendo sus palabras con cuidado. “No quiero profundiza­r mucho en esto, pero todo lo que pensé que iba a ser fácil resultó difícil”.

“Nunca me arrepentir­é de esta experienci­a, en tantos niveles diferentes, pero es una historia muy particular”, dijo. “No hay muchos en el mundo que hayan hecho una película de Mad Max, y lo juro por Dios, todos los que he conocido que lo hiceron tienen una mirada en sus ojos: nos reconocemo­s. Hay un parentesco inmediato”.

Algún día espera hablar de todo esto con Theron. “Nos vimos muy, muy brevemente en los Oscar y es maravillos­a”, dijo Taylor-joy. “Pero nos falta una cena para sentarnos y discutir”. Y luego está la cuestión de la película en sí. “Tengo curiosidad por saber si alguna vez podré volver a verla por segunda vez”, dijo. Todo lo que había visto hasta ese momento era un corte inicial en blanco y negro antes de que se agregaran todos los efectos especiales, e incluso verlo fue una experienci­a emotiva: “Dos minutos y estaba sollozando”.

“Furiosa de la saga Mad Max” se estrena este jueves y es la llegada de Taylor-joy a la franquicia creada hace 45 años por el director australian­o, George Miller

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