El Pais (Uruguay)

El rescate de las raíces afro para un sonido que se llenó de elogios

- RODRIGO GUERRA

Facundo Balta tiene 23 años, cuatro discos y una trayectori­a tan variada como inclasific­able. Tocó la trompeta en la Orquesta Juvenil del Sodre, fue figura máxima del Carnaval de las Promesas 2019 y en 2021 se encargó de los arreglos corales de Zíngaros. Es productor, multiinstr­umentista y graba sus álbumes en su casa. Participó de los festivales Montevideo Late y Cosquín Rock Uruguay, y abrió los tres shows que No Te Va Gustar presentó en el Teatro de Verano en 2022. Por si fuese poco, cuenta con dos célebres padrinos musicales: Jorge Drexler y Ruben Rada.

“Quedé muy impresiona­do con todo su talento”, escribió Rada tras asistir al recital que Balta ofreció el año pasado en La Trastienda, acompañado por una banda de nueve músicos e invitados como Luana y Matías Rada. El show fue filmado y está disponible en Youtube bajo el título Una noche de alquimia .La elección del nombre fue acertada: el despliegue de energía jazzera, funky y candombera despertó un clima magnético. Gracias a esa experienci­a, Rada invitó a Balta a ser parte de su festejo de 80 años en el Auditorio Nacional del Sodre para “Flecha verde”. La química fue tan buena que lo volvió a llamar para su show de los 300 años de Montevideo.

El máximo difusor de la obra de Balta es Drexler, quien quedó cautivado tras escuchar ...Y después no

hablamos más, su segundo álbum, donde fusiona R&B, funk, afrobeat y candombe. “Uruguay sigue produciend­o músicos y poetas (además, sí, de futbolista­s) que sorprenden”, escribió en 2021 en su cuenta de X. “Hace mucho tiempo no escuchaba algo nuevo tan bueno”. Al año siguiente, Jorge lo invitó a abrir el show con el que presentarí­a el multipremi­ado Tinta y Tiempo en el Antel Arena, y Balta terminó cantando “Amor al arte” junto a Jorge y su banda. “Nada mejor que hacerle el amor al arte”, celebraron.

Pero hay más. En enero, Jorge también lo convocó para su concierto en el festival gratuito Canelones Suena Bien. “Cada vez que vuelvo a Uruguay, él ha subido tres escalones interpreta­tivos, compositiv­os y escénicos”, elogió al joven antes de que cantaran “Frontera” frente a un público de 35 mil personas y una sensación de conquista imborrable.

Cuando se le mencionan todos estos hitos, ocurridos en tan poco tiempo y con una pandemia de por medio, Balta sonríe. “Fue un tremendo comienzo de carrera”, asegura. “Nunca imaginé que pudiera vivir algo así, aunque sí destiné mucha energía todos los días para que pasaran este tipo de cosas. Y no lo digo por haber pensado en el resultado, sino por haber disfrutado la música y enfocado en su proyección”.

Además de visibilida­d, semejante experienci­a le dejó una valiosa lección. “Fue una turbulenci­a zarpada, y tuve que aprender a surfear tanta energía”, admite. “Con Jorge pasó lo del Antel Arena y lo de Canelones, que fue increíble, pero aprendí que tengo que seguir trabajando con pico y pala en mi proyecto. Entonces, lo agradecí y lloré de felicidad, pero tuve que entender que nada está hecho y que tengo que seguir con la exigencia de siempre”.

Para Balta, que este viernes se presentará por segunda vez en La Trastienda (entradas en Abitab, de 850 a 1100 pesos; hay 2x1 para socios de Club El País), lo importante es estar atento al presente. Y eso significa abrazar el sonido de Todo antes de irme, su nuevo disco, en el que se sumerge en una propuesta que define como afrobeat uruguayo.

“Yo sentía que mi disco anterior, Cuando me mires, era muy solemne. Y si bien tiene canciones con lenguaje más poético y montevidea­no que me encanta, como ‘Lágrima’, ‘Lo que tenga que ser’, ‘Todo va a pasar’ y ‘Ruidos de ti’, sentía que para dige-* rirlo tenías que tener el cuerpo de cierta manera. Y que un disco sea pesado no quiere decir que sea mejor”, asegura. “Por eso, con Todo antes de irme me propuse hacer un trabajo de celebració­n y de baile. Quería ir hacia otro lado con mi uruguayism­o candombero y apuntar por la celebració­n ante la finitud de la vida. De ahí viene el título”.

Todo antes de irme es un álbum que predica el amor. Habla de romance, sensualida­d y sexo, a través de ritmos contagioso­s y estribillo­s en los que Balta extrae la mayor capacidad percutiva de las palabras que dan título a las canciones (“Chikiti” y “Simple” son dos buenos ejemplos). “Celebremos estar al lado de alguien que queremos y vayamos hacia adelante con amor, más ahora con todas las cosas complicada­s que están pasando en el mundo”, define.

—Si la búsqueda letrística de Todo antes de irme es festejar el amor, la musical, entonces, es celebrar las raíces negras. Es una actitud que sobrevuela todos tus discos. ¿Sentís que ese es el mensaje que querés transmitir con tu obra?

—Si bien tengo una dirección, aún no tengo bien claro cuál es mi mensaje. Sé que amo la música negra y que pienso en eso desde que me despierto hasta que me duermo. Sueño con llegar a un estadio en un lugar que nada que ver y tocar un candombe; lo que más me gustaría es llevar a mi barrio, Barrio Sur, a otros lugares.

—¿Cuáles fueron las lecciones más valiosas que recibiste de parte de Drexler y de Rada?

—Una de las últimas cosas que me dijo Jorge es que no perdiera el disfrute ni la diversión al momento de crear. También me enseñó a poner el peso necesario a las cosas y saber controlarl­o, y me dijo el cuento de la Medusa, que se congeló a sí misma cuando se miró al espejo. El aprendizaj­e es que si uno mira su propia grandeza congela su próximo movimiento; lo que dice Drexler es: “Todo lo que hice no importa”. Y yo admiro mucho eso, que tiene que ver con seguir creciendo e innovando. Y con Rada, que tiene un talento que no vi nunca, es algo parecido: cuando lo ves en el escenario se está divirtiend­o y sacando su talento, que es justamente eso que Drexler me pidió que no perdiera. Y bueno, Rada tiene mucha data musical y sabe cómo mezclara. Con él aprendí lo importante de cómo transmitir un mensaje, porque si decís algo bello pero lo contás mal, la idea no pega. Entonces, mi responsabi­lidad es entender cuál es la forma de comunicar desde mi generación.

“Fue una turbulenci­a zarpada”, comenta el músico tras haber cantado con Jorge Drexler y Rada.

“Hace mucho tiempo que no escucho algo nuevo tan bueno”, escribió Drexler tras descubrir a Balta.

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